"Nos largaban después de estar 20 días detenidas y nos esperaban en la esquina para volver a arrestarnos"; "Nos perseguían por pintarnos los ojos y usar tacos, en 1975". Las historias se cruzaron, 40 años después, en la mesa donde se reunieron once mujeres trans de Rosario y dos de Santa Fe, sobrevivientes de la última dictadura militar, en el mismo edificio desde el que miraban la plaza San Martín, a través de los barrotes. A instancias de la subsecretaría de Políticas de Diversidad Sexual, y al conmemorarse el Día internacional de la Lucha contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género, el gobernador Miguel Lifschitz entregó la primera reparación histórica a una trans de acuerdo con Ley 13.298. "Agradezco a este gobierno que me reconoce como persona", dijo una de ellas.

"Santa Fe es el primer Estado en hacer esta reparación", destacó Esteban Paulón, titular de la subsecretaría. Lágrimas y carcajadas al recordar historias compartidas hicieron que el acto se convirtiera en una charla con el mandatario provincial. "Pasaron más de 40 años y uno cree que ya sabe todo lo que pasó pero seguimos encontrando nuevos aspectos de lo que representó la violación de todos los derechos. El nivel de crueldad fue pocas veces visto. Hoy vemos otra cara de lo que ocurrió", dijo el gobernador.

"Estas mujeres trans fueron perseguidas y el trabajo conjunto con la secretaría de Derechos Humanos nos llevó a dar este paso", dijo Paulón sobre el beneficio enmarcado en la ley de reparación para ex presos políticos. Se trata de alrededor de 20 mujeres de toda la provincia, que transitan los 50 años.

El funcionario indicó que en la provincia "hay unas 1200 compañeras del colectivo trans. En la población de más de 50 años, que debería ser de unas 250 mujeres trans, hay solo 21 sobrevivientes. Esto habla de cómo la violencia y el terrorismo de Estado impactó en el colectivo, con un especial ensañamiento", dijo. La edad promedio del colectivo no supera los 40 años. Además, destacó lo inédito del acto, apenas comparable a nivel internacional con lo sucedido en Canadá, el año pasado, cuando el primer ministro Justin Trudeau se disculpó con la comunidad LGBTI de las fuerzas armadas por la discriminación y persecución durante la Guerra Fría.

Lifschitz destacó que "más allá de lo que pasaron, sostuvieron la identidad y los sentimientos. Se impusieron a todas las dificultades, además de haber sido detenidas. Hoy estas acciones, quizás no reparan, pero al menos generan una mejor situación para el futuro".

En primera persona. Carolina Boetti no para de llorar. Mientras intenta contar su historia, Marcia (55, pañuelo animal print) le retoca el maquillaje para la foto grupal. Ayer fue la primera en recibir el reconocimiento histórico. Tiene 53 años y el pelo color rubio ceniza. "Eramos muy chiquitas. Somos trans desde los 14 años y los problemas empezaron en la escuela: me echaron en tercer año", relató sobre un establecimiento de calle Ovidio Lagos, cuyo nombre ya no recuerda, quizás como mecanismo de defensa. "A Marcia la conozco desde esos años, y somos amigas hasta hoy. A partir de aquel momento, también me echaron de mi casa de zona oeste y me tuve que ir a una pensión a los 15". Por esos días comenzó en la prostitución, como único medio de vida. "A esa edad ya nos traían detenidas a Jefatura; pero también pasamos por todas las comisarías. Nos metían con los presos comunes. Muchas veces tuvimos que hacer favores sexuales", relató sobre lo que eran obligadas por civiles y policías. En 1990 se fue a vivir a Italia. "Acá seguíamos siendo muy perseguidas, y allá fui libre por primera vez: fui bailarina, vendí productos por catálogo; de todo". Vivió allá hasta 2009: "Al volver, me encontré otro país y decidí quedarme".

Marcela es verborrágica. A los 17, estuvo detenida en el pozo de Banfield, después de haberle roto la nariz con un maletín al entonces subjefe de policía de Rosario. "Altamirano, se llamaba. Me quiso agarrar y me defendí, porque sabía que me tocaban tres meses de celda, y yo pensé que lo había matado. Me fui corriendo después de esa redada". Fue a su casa, buscó plata y se fue. Cuando terminó de bajar del colectivo, la agarraron. La conversación entre ellas empezó antes de la llegada del gobernador. Las historias se mezclaban, también las épocas, porque la persecución comenzó con la dictadura, pero se extendió durante los primeros años de democracia. "Me acuerdo cuando fui a probarme un par de zapatos, me saqué los míos mientras esperaba que me trajeran los nuevos, pasó Moralidad Pública y me llevó descalza", recordó Angela sobre la división disuelta en 2004 tras el crimen de Sandra Cabrera.

Con 16 años, Analía ya estaba cansada de estar presa, y cuando volvieron a arrestarla se tiró del segundo piso de la Alcaidía. Apenas se rompió el brazo. La mujer contó que las encerraban en "pico h" -pabellón homosexual rodeadas de presos comunes. "Nos privaron de lo más valioso que tiene un ser humano: su libertad", dijo Marcia y rompió en llanto. "Agradezco a este gobierno que me reconoce como persona". En medio de la angustia nombró a siete compañeras desaparecidas por aquellos años. "Dejaron su vida y su futuro en los muros de este mismo edificio", sollozó.