Al hablar de cine de terror en español, el nombre de Paco Plaza surge inmediatamente como uno de los referentes más reconocidos de los últimos años. En 2007, junto con Jaume Balagueró, dirigió Rec, el falso documental que, con estilo found footage (metraje encontrado), narraba la historia de dos periodistas que quedaban atrapados en un edificio en medio de una plaga zombie. La cinta de bajo presupuesto se convirtió en un clásico moderno del horror y fue un fenómeno de taquilla a nivel mundial; tuvo su remake en Hollywood (llamada Cuarentena  y dirigida por John Erick Dowdle) y puso la mirada del mundo en el cine de terror español.

Luego de filmar dos de las cuatro partes de la franquicia que compone Rec, Paco Plaza abandonó los zombies para rodar el año pasado Verónica, una historia clásica de posesión demoníaca que ahora puede verse por Netflix, y que aporta a este subgénero una mirada estética muy definida. Verónica tiene todos los elementos clásicos de las películas en donde el diablo mete la cola para atormentar a una adolescente con un vida ya de por sí bastante complicada. La historia tiene lugar en 1991 durante un eclipse de sol. Todos los alumnos de un colegio católico se encuentran en la terraza viendo el fenómeno solar mientras Verónica, junto con dos amigas, se escapa al sótano del colegio para jugar a la ouija. La idea es muy clara: Verónica quiere comunicase con su padre muerto. Y por supuesto algo sale mal y una entidad maligna la comienza a acosar. 

Si bien la película empezó como un proyecto por encargo, Plaza la fue transformando en quizá su proyecto más personal: “Es un encargo pero poco a poco fue dejando de serlo. Siempre que te enfrentas a un material buscas esa sintonía con los personajes. Y nunca me había identificado tanto con un personaje como con Verónica”, dice desde Madrid. Y agrega: “Más allá de la trama sobrenatural que estructura toda la historia, el corazón de la película es esa inspección del alma de una adolescente que se siente fuera de lugar en todas partes, especialmente dentro de su piel, que es algo con lo que me identifico plenamente”.

Y Verónica se siente así: una joven de 15 años que prácticamente cría sola a sus tres hermanitos ya que su madre trabaja todo el día en un bar, luego de la muerte de su padre. Es obediente y responsable; presionada por una educación religiosa y con demasiada furia contenida casi sin vías de escape. El peso de la película cae sobre los hombros de la actriz debutante Sandra Escacena: su actuación impresionante hacen del miedo y la determinación de Verónica algo casi real. “Quería una actriz sin experiencia, una niña que conectase con la historia y que no necesitara interpretar a Verónica. Yo quería un niña a la que convertir en Verónica, vampirizando lo que ella aportase. Ella es tan autora de la película como yo mismo o más”, confiesa Plaza.

La trama de la película tiene todos los elementos característicos: demonio martirizando a una adolescente y el paso de la niñez a la adultez. Desde El Exorcista (como piedra fundacional) hasta la más reciente El Conjuro aparecen a modo de citas: “La adolescencia es ese momento en que te conviertes en otra persona; cambias físicamente, te cuesta reconocerte en ti mismo, como a cualquier monstruo, licántropo o vampiro, por ejemplo. Creo que todos los adolescentes sienten el vértigo de lo desconocido y te sientes desamparado y vulnerable. Por eso es una edad tan fértil para las historias de miedo”, afirma Plaza.

Quizá la trama no sea de lo más original pero el estilo de narración de Plaza es muy atractivo y se vuelve (a pesar de las apariciones de la entidad) cada vez más convincente y realista a medida que avanza la película. Y hay una minuciosa reconstrucción de época: “Yo tenía en 1991 aproximadamente la edad de Verónica, así que sus referencias son las mías. De hecho, algunos de los libros de ocultismo que aparecen en imagen son los originales que conservaba yo de aquella época. Ha sido una inmersión pretendidamente no nostálgica, pero es inevitable no sentirse conmovido cuando recuerdas tu adolescencia”, dice.

El otro atractivo no menos importante es que Verónica se basa en un caso real, conocido como el caso Vallecas, ocurrido en 1992 en Madrid: Estefanía Gutiérrez Lázaro era una joven que murió después de jugar a la ouija con sus amigas. Llamó al 911 y, al llegar, la policía la encontró en el suelo. Murió poco después por heridas autoinfligidas. Lo más extraño, sin embargo fue el informe policial: “El caso es muy popular en España, hay muchísima documentación extremadamente contradictoria alrededor de él. Lo que lo distingue de todos los demás es la existencia de un documento oficial en el que un inspector de la Policía declara haber sido testigo presencial de hechos paranormales. Eso lo convierte en único en España, y no conozco de otro caso similar en ningún sitio”, afirma Plaza. Los policías afirman, de manera oficial, haber visto cómo se abría sin fuerza exterior alguna la puerta de un armario, ruidos en la terraza –donde no había nadie–, “en la mesita que sostenía el teléfono y, concretamente, en un mantelito, apareció una mancha de color marrón consistente identificada como baba” y vieron a un crucifijo con el Cristo separado de la cruz. 

Otro ingrediente imperdible es la actuación de Ana Torrent como la madre ausente. “Un sueño hecho realidad. Es una actriz extraordinaria, y un icono en mi país. Ha sido un privilegio que aceptara participar en la película” dice, contento, Plaza. Y su elección quizá se deba a que Torrent fue la niña protagonista de Cría cuervos (1976), de Carlos Saura, y de El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice, ambas reconocidas como referencias de Plaza a la hora de escribir el guion junto a Fernando Navarro: “Son obras maestras que se conectan en ser contadas a través de la mirada extrañada y mágica de una niña. En ese sentido Verónica pretende ser heredera de ellas”.

Con Rec, hace más de 10 años, Paco Plaza hizo que el mundo prestara especial atención a lo que ocurría en el terror español: El orfanato de Juan Antonio Bayona, Tesis de Alejandro Amenábar, Los ojos de Julia de Guillem Morales sólo para mencionar las que fueron adquiridas por Hollywood para hacer sus remakes (proyectos que no se concretaron hasta la fecha, por suerte, opinan muchos).  Con Verónica, Plaza reafirma su posición basada en una calidad sin cuestionamientos. Su próximo proyecto no es de terror pero adelanta: “Ahora estoy rodando un thriller llamado Quien a hierro mata”. Pero mi próxima película será seguro de terror. Y, probablemente, transcurra en América latina”.