Escritores y docentes habitamos mundos bien cercanos, en muchos casos, somos las dos cosas, escritores y docentes. Nos necesitamos mutuamente y nuestro alimento es, por sobre todos los demás nutrientes, la palabra. La lucha contra el cierre de los institutos de formación docente en particular y todas las luchas docentes en general conforman una misma lucha, la lucha por la palabra y por el significado, en contra del vacío, por lo tanto es nuestra misma lucha. 

Este gobierno es un gran destructor de la palabra, la vacía de significado y de sentido. También destruye el significado de la palabra dada, de la carga de sentidos y afectos que porta la palabra “compromiso”. No sólo la destruye con su miseria discursiva, sino también con su infinidad de promesas que jamás planeó ni planea cumplir, pasando una aplanadora sobre quienes trabajamos produciendo bienes culturales. Este gobierno sólo construye vacío y lo rellena con mentiras, calumnias, disparates, falsos valores, globos y serpentinas. 

Ya suena a perogrullada decir que sólo están haciendo sus negocios, estafando al país entero, robando hasta lo que no tenemos mediante toma de deuda externa y fuga de capitales. Con la Unicaba no sólo van a destruir una manera docente de acercarse a la palabra, sino muchas otras, por ejemplo, la que se trata de formar en los traductorados, la de muchas tecnicaturas, carreras que se dan en los terciarios y que el gobierno ni siquiera toma en cuenta en sus planes. ¿Cómo ser escritores y no escribir sobre lo que estos perpetradores de latrocinios masivos no quieren que se sepa? ¿Cómo no gritar que todo el daño que están infligiendo ahora mismo, día tras día, es tan grave, tan profundo, tan devastador, que varias generaciones después de nosotros aún seguirán pagando las consecuencias? ¿Y qué somos los escritores sin los puentes que tienden los docentes entre nuestros libros y sus lectores? 

Desde que nació nuestro Colectivo de Literatura Infantil y Juvenil (Colectivo LIJ), nos consultamos todo, no se publica nada ni se convoca a nada que no esté previamente acordado por la mayoría. Emociona constatar qué poco tiempo nos lleva aprobar nuestro apoyo incondicional a los docentes en todas sus luchas, desde las que tienen que ver con las condiciones de trabajo hasta las salariales, pasando por los planes inconsultos de reformas cuyo único objetivo es el ajuste.