Algunos salieron a las rutas para defender lo que consideraban una medida que los perjudicaba. Otros para enfrentarse a un gobierno que ya empezaban a calificarlo despectivamente “populista”. Muchos porque estaban convencidos de que la Patria estaba en peligro. Unos pocos sabiendo que así podían empezar a articular un frente de oposición a una fuerza política convalidada en las urnas pocos meses antes. No faltaron ingenuos o especuladores de vuelo bajo que imaginaban que era el comienzo de una revolución porque había un millón de personas al borde de las rutas. Al kirchnerismo le costó horrores entender los diferentes sujetos económicos y sociales que integran la actividad agropecuaria. Pero esa deficiencia garrafal no exculpa a muchos cuya subjetividad estuvo colonizada defendiendo intereses que no le son propios. Diez años son suficientes para revelar que esa inmensa movilización de casi 100 días fue para cuidar la abundancia de los poderosos del campo.