El entusiasmo que muestra por estos días De la Serna no tiene que ver únicamente por el estreno de El lobista. Tan o incluso más excitado lo tiene la presentación de Yotivenco, el cuarteto de guitarras que encabeza y que el 15 de junio despedirá su espectáculo Estilos criollos en el Teatro Opera. “Es una fiesta de la música criolla maravillosa”, señala el actor, que desde hace quince años comparte escenario musical con Juan Hermelo, Blas Alberti y Fabio Bramuglia. “El Yotivenco es una propuesta que va a contra pelo de lo que se impone en la industria cultural. La cultura criolla está en vías de extinción, ante el avance de la globalización cultural. Es una cultura tan hermosa y tan vasta que, desde nuestro modesto lugar, tratamos de hacer un homenaje a esas tradiciones sagradas, a esas poéticas y a esas músicas que constituyen nuestra identidad”, afirma el actor, que a los 18 años se enamoró de la guitarra.

Lo de la “fiesta” que se genera alrededor de Estilos criollos es mucho más que una simple expresión. El espectáculo comienza como un cuarteto de guitarras, al que después se suman bajo eléctrico, batería y percusión para darle rienda suelta al candombe, y más tarde se acopla una orquesta de tango, para al final terminar todos juntos sobre el escenario y los tambores haciendo de las suyas en plena vereda de la calle Corrientes. “Es una suerte de homenaje a la música que amamos y de la que nos sentimos parte. Hay algo de militancia cultural, porque son músicas que no tienen tanta visibilidad y hoy se percibe que se está cortando el contacto con esas tradiciones”, se lamenta. “Por eso hacemos de todo: chamarritas, tangos, milongas camperas, milongas ciudadana, gatos cuyanos, chacareras, candombes...”, enumera.

De la Serna señala que el actor y el músico no compiten, “a lo sumo se prestan el tiempo”. ¿Qué encuentra en la música que no le da la actuación? “Es un vibrar distinto –responde–. Lo que sucede al tocar una guitarra es algo muy hermoso. Uno está vibrando con ese instrumento. En la música, el instrumento es el protagonista, no tanto uno. En la actuación, en cambio, la guitarra es uno. Armonizar a cuatro guitarras esas músicas, revivirlas, resucitarlas, intentar canalizar esa energía colectiva hermosa, fantástica. Se mueven fibras únicas. La música es un refugio, una pasión encantadora.”