Luego de haber prácticamente forzado a las petroleras a firmar un congelamiento de precios a comienzos de mes por 60 días, el gobierno anunció ayer una suba de 6,7 por ciento en el Impuesto a los Combustibles que implicaría un aumento cercano al 1,5 por ciento en los surtidores. La decisión fue del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que puertas adentro buscó convencer a su par de Energía, Juan José Aranguren, de que ese ajuste, producto de la reforma impositiva que entró en vigencia el 1 de marzo, no tenía nada que ver con el acuerdo sellado con las empresas. Las petroleras no lo entendieron así y ayer el propio Aranguren debió llamar a los empresarios a una reunión de urgencia en el Ministerio de Energía para que el acuerdo firmado el 8 de mayo no vuele por el aire. Lo que están explorando es reflotar un “barril criollo” crudo con un precio fijo de referencia en torno a los 70 dólares. Anoche no hubo definiciones y hoy seguirán negociando, pero mientras tanto la nafta no aumentará.

El gobierno liberó los precios de los combustibles en octubre del año pasado. La desregulación se puso en marcha el 23 de ese mes, un día después de que Cambiemos se impuso en las elecciones legislativas. “Vamos a pagar el combustible lo que vale en el mundo. Pasa que justo ahora el combustible aumentó, pero yo soy optimista. Creo que en el futuro el petróleo va a volver a bajar”, aseguró el presidente Mauricio Macri aquella vez. Sin embargo, desde entonces no solo el petróleo no paró de subir sino que además el gobierno devaluó la moneda, sumándole una presión adicional a los precios de la nafta.

A raíz de esa situación, a comienzos de este mes desde jefatura de Gabinete le dieron la orden a Aranguren de ponerle un freno a esa suba haciéndoles a las petroleras una oferta que no pudieran rechazar. El ministro dejó trascender entonces ante los empresarios que si no aceptaban congelar los precios por 60 días, el gobierno lo haría de todos modos poniendo fin a la liberación de precios. En ese escenario a las petroleras no les quedó otra opción que aceptar, aunque se llevaron la promesa de que en el segundo semestre podrían trasladar a precios lo que no aumentaran entre mayo y junio. Si eso no se cumplía, el gobierno debería subsidiarlos de alguna manera.

El acuerdo comenzó a crujir rápidamente porque el gobierno volvió a devaluar y el crudo tipo Brent, que se toma como referencia en el país, llegó a tocar los 80 dólares. Desde las petroleras dejaron trascender que el aumento que se estaba acumulando para aplicar a partir de julio ya sumaba entre 25 y 30 por ciento.

El precario entendimiento llegó a su fin ayer luego de que las petroleras se enteraran que en este escenario el gobierno había decidido aumentar el Impuesto a los Combustibles, y no postergar ese ajuste hasta julio, como había sugerido Aranguren. La reacción inmediata fue dar por caído el acuerdo. Así se lo hicieron saber al gobierno y rápidamente Aranguren convocó a los líderes de las principales compañías para tratar de encontrar una salida. A la reunión asistieron representantes de YPF, Pan American Energy, Chevron, Entre Lomas (Vista Oil&Gas), Pluspetrol, Tecpetrol y Sinopec. Lo que se discutió fue barajar y dar de nuevo con un nuevo esquema que podría contemplar un “barril criollo” de petróleo con un precio fijo en torno a los 70 dólares, independiente de los vaivenes internacionales, pero la decisión no está tomada y seguirán negociando mañana.