Forzados por las circunstancias políticas, sociales y económicas, el triunvirato de la CGT se encamina a decretar un paro nacional general. El triunviro Juan Carlos Schmid prometió que durante la reunión del Consejo Directivo del próximo jueves, que no estaba programada, se definirá la fecha e incluso se animó a decir que será en el transcurso de este mes. Lo dijo en el marco de la multitudinaria marcha del viernes pero todavía no está claro hasta qué punto los tres miembros de la conducción de la central obrera tienen la misma convicción por recurrir a la medida de fuerza.

Realizar un paro general no es algo que se concreta de un día para otro. Cada sector tiene su complejidad y más aquellos relacionados con las actividades industriales donde no puede descuidarse el funcionamiento de maquinarias como ocurre con los altos hornos. Es por eso que sea poco probable que la medida de fuerza se realice, como se especuló en un momento, uno o dos días antes del primer partido de la selección argentina en el mundial de Rusia. Sin embargo, ese no parece ser el primer inconveniente porque lo más importante es la decisión política de realizar el paro.

Schmid viene proponiendo la huelga desde hace unas semanas y cada vez con mayor intensidad en un intento por recuperar su histórico perfil que se había diluido en pos de alcanzar acuerdos con los otros triunviros. Por su lado, Carlos Acuña, fiel a su pertenencia barrionuevista, es un tanto meandroso con respecto a endurecer la relación de la CGT con el gobierno. Un día se muestra a más duro y proclive a realizar medidas de fuerza y de repente se recluye en un silencio acaso estratégico para Luis Barrionuevo. En tanto que Héctor Daer, referente de gordos e independientes, habla públicamente sobre el proyecto económico del gobierno de Mauricio Macri, la crisis y los efectos negativos sobre los trabajadores y Pymes pero lo hace con la suficiente destreza como para no pronunciar la palabra paro. Esto es, en rigor, un pequeño muestrario de lo que ocurre en la conducción de la CGT pero no es muy diferente a lo que pasa con el resto de los dirigentes que ocupan las diferentes secretarías que tiene el Consejo Directivo.

En las cúpulas no sucede necesariamente lo mismo que en las bases de los sindicatos. La estrategia de los trabajadores gira alrededor de sortear los escollos tarifarios y del costo de la vida para llegar indemnes a fin de mes. Una situación que no es desconocida para los dirigentes por lo que la capacidad de maniobra se les reduce bastante. Ni siquiera la decisión de participar de las reuniones por el Gran Acuerdo Nacional que lanzó días atrás el presidente Macri parecen suficiente como para evitar una confrontación con el gobierno nacional. Porque si bien este espacio de diálogo podría servirles a los gremios más contemplativos con la administración macrista para postergar la medida de fuerza, lo cierto es que Cambiemos no ha sido piadoso con estos gremios como ocurre con UPCN al que le ofrecieron un desopilante incremento salarial de 12 por ciento. Una oferta que obliga al mayor gremio estatal a tener que endurecerse e incluso perder la ternura.

Presos de sus palabras, el próximo jueves la conducción de la CGT deberá decidir la fecha del paro, pero también tendrían que darle inicio al proceso de renovación de autoridades. El 22 de agosto resonó en estos meses como el día del cambio pero de acuerdo a los plazos reglamentarios de la CGT no hay tiempo para realizar la elección en esa fecha. Esto no detuvo el armado de candidaturas para la futura conducción donde Daer es el candidato de gordos e independientes. En tanto, la dupla Pablo Moyano y Sergio Palazzo también buscará hacerse de la conducción. Sin embargo, en poco tiempo más se conocerá otra que, según sus participantes, está madurando. En esta confluyen tanto sindicatos de la industria como del transporte y los servicios.