“Más allá de lo que después suceda con el título al que accedan, el fenómeno de transformación es maravilloso”, dice Silvia Cárcamo, profesora en la carrera de Enfermería de la Universidad de Lanús. “Uno ve cómo van adquiriendo seguridad, mejoras en la autoestima: se van dando cuenta que la universidad es para ellos”, dijo sobre las declaraciones de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires que provocaron una cascada de reacciones. 

En la Universidad Nacional de La Matanza (Unlam), el 94,2 por ciento de los estudiantes tiene padres sin estudios universitarios finalizados. El secretario académico de la Unlam, Gustavo Duek, hizo hincapié en el rol social de las instituciones de nivel superior al señalar que “la universidad pública no es solo formadora de recursos humanos”: no sólo se dedica “a formar profesionales, es mucho más que eso, la universidad pública es investigación, es impacto social a través de la investigación” y es la organización de “actividades extracurriculares para la población que no accede a las carreras de grado”.

De acuerdo con datos relevados por el sitio chequeado.com durante 2016, en la Universidad Nacional de Moreno (UNM) el 91 por ciento de los estudiantes tiene padres sin estudios universitarios completos, mientras que en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), el 74 por ciento es considerado primera generación universitaria.

En 2013, en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) el 86 por ciento tenía un padre sin el nivel universitario completo y 92 por ciento una madre sin esos estudios. Por su parte, en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) el 83 por ciento son primera generación de estudiantes.

Los docentes están atentos a los cambios en los estudiantes. Dice la profesora Cárcamo, de Enfermería de Lanús: “Lo que uno observa, más allá del resultado final del proceso de formación de los estudiantes, es que muchos ingresan con timidez, con temor, por creer que es un milagro estar en la universidad, porque creen que en realidad no era para ellos”.

“Cuando ven que pueden –continuó–, hay un fenómeno muy particular que se va desarrollando durante los dos primeros años de la carrera: uno ve que entran chicos que miran para abajo, que hablan bajito, y lo que uno va viendo como un fenómeno extraordinario de la universidad, es que se van enderezando, físicamente, se van parando, enderezan su cuerpo y miran con firmeza hacia el frente, hablan cada vez con una voz más fuerte”.

El rector de la UNAJ, Ernesto Villanueva, consideró que “es necesario seguir profundizando en herramientas que tiendan a garantizar una igualdad real. En otros términos, es necesario apuntalar a estos estudiantes desde herramientas económicas y pedagógicas para que tengan el mismo derecho a finalizar sus estudios que quienes tienen una situación económica privilegiada”. 

La UNAJ es, precisamente, un claro ejemplo de cómo las nuevas universidades han permitido el acceso al sistema de jóvenes y adultos antes excluidos: desde Florencio Varela atiende una población inserta en el sur del conurbano bonaerense, un área de influencia con más de 2 millones de habitantes, y alta concentración demográfica y de pobreza. Este hecho se ve reflejado en los 13.870 estudiantes que han tramitado el boleto estudiantil y las 9115 becas solicitadas. 

En relación con la oferta académica que se genera a partir de la creación de nuevas instituciones públicas, el rector de la Universidad Nacional de Hurlingham, Jaime Perczyk, declaró: “Las universidades del conurbano cuentan con una amplia oferta académica, somos muy cuidadosos de no superponer oferta entre las mismas. La Unahur cuenta con una propuesta educativa que responde a las demandas del territorio. Por esta razón, no se incluyeron carreras tradicionales, sino enfermería, profesorado universitario de matemática, ingeniería eléctrica, ingeniería metalúrgica, biotecnología e informática.”

Por su parte, Ana Jaramillo, rectora de la Universidad Nacional de Lanús (UNLA), sostuvo: “Tenemos entre 80 por ciento y un 90 por ciento de primera generación de universitarios. Vienen adultos que nunca pudieron ir a la universidad, como obviamente pasa cuando no las tienen cerca. Muchos no pudieron ir por tener que trabajar, o porque el transporte es muy caro, y cada día aumenta más. Pero ahora tienen las universidades más cerca y mayor acceso a la educación. Muchos que no podían inscribirse ahora lo hacen. Hay abuelos que vienen a clases con sus nietos, o personas de entre 30 y 40 años que antes no podían estudiar y ahora lo hacen”.  

“Nosotros vamos a seguir peleando por esa gente y por la educación pública”, continuó Jaramillo, y coincidió con el rector de la Universidad Nacional de Avellaneda, Jorge Calzoni, que declaró: “Muchos chicos que están en el quintil más bajo se graduaron en la universidad pública (...) y más del 80 por ciento de las nuevas universidades tienen alumnos que antes no podían llegar”. 

El decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), Gustavo Naón, agregó: “Nuestra universidad fue creada hace 45 años para que los hijos de los trabajadores pudieran acceder a una institución universitaria gratuita y comprometida con la calidad académica. Muchos de nuestros estudiantes provienen de sectores muy postergados del conurbano bonaerense.” 

“Por eso –añadió–, estamos convencidos de que, mientras algún sector intente excluir a los que menos tienen de la universidad pública, más tendremos que intensificar los esfuerzos basados en la inclusión para poder derribar los flagelos de la pobreza, la discriminación y la desigualdad de oportunidades.”

La rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Gabriela Diker, afirmó: “No debemos entrar en la trampa de defender la función de nuestras universidades centrándonos exclusivamente en la situación socioeconómica de quienes estudian en ellas, porque podemos reforzar una imagen estigmatizante que aparece especialmente en los discursos oficiales respecto de las universidades del conurbano, a las que les asignan no solo ‘pobreza’ del lado de sus estudiantes, sino ‘pobreza’ en relación con la función social que cumplimos. Tenemos que insistir en que somos instituciones públicas garantes del derecho de todos los y las jóvenes a recibir una formación de la más alta calidad en las que producimos conocimiento validado científicamente y relevante socialmente.”

A estas reflexiones se suman las expresiones de estudiantes que todos los días cumplen el sueño de concurrir a la universidad. Así lo expresa también el presidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Bernardo Weber, quien destacó: “Entiendo que las universidades del conurbano son una herramienta importante para que miles de compañeros puedan acceder a la universidad pública. Por eso desde la Federación Universitaria Argentina decimos que la educación no es un privilegio de ricos, es un derecho de todos.”

En primera persona

Después de las declaraciones de Vidal sobre los pobres y las universidades arreció la defensa de lo público como garantía de igualdad.

“La UNAJ me formó en ingeniería y vinculación tecnológica, accedí a una beca de estudios en Europa y por primera vez en mi vida viví una gran experiencia de subirme a un avión, tramitar el pasaporte hasta pensar que voy a ir a un lugar tan lejano a representar a la universidad. Esto lo logré a pesar de haber nacido en la pobreza y gracias a haber estudiado en una universidad pública del conurbano”, destacó con mucho orgullo Carolina Álvarez, quien actualmente continúa con sus estudios de ingeniería industrial en Francia.

“Entiendo que es importantísimo el rol que tiene la educación universitaria en todas las zonas del conurbano ya que se necesitan profesionales. En José C. Paz hay estudiantes que vienen de Malvinas Argentinas, San Miguel y Moreno. Lo que permite la universidad nacional es una formación académica gratuita y de excelencia”, señaló Javier Santos May, hijo de un metalúrgico y una bordadora, que a los 46 años está cursando el último año de la carrera de abogacía en la Universidad de José C. Paz. 

Tanto Javier como Leonardo Fernández, estudiante de la Universidad Nacional del Oeste, dicen que van a defender a la universidad pública. Leonardo –que estudia tres licenciaturas (Administración, Administración Pública e Informática), y es ayudante de la Cátedra de Historia Económica y Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Consejero de la Escuela de Informática y secretario general del centro de estudiantes (Nueva Uno)–, expresó: “Las universidades del Conurbano, de carácter público, gratuito y de calidad, son fundamentales ya que muchos estudiantes son la primera generación de universitarios en sus familias y que de no haber tenido esta posibilidad no hubieran seguido estudiando, por el tiempo de viaje a las universidades tradicionales, la distancia y el costo del pasaje, siendo de esta manera herramienta transformadora para la movilidad social ascendente”.

La gratuidad y el ingreso irrestricto, principios heredados de lo mejor de la tradición reformista, junto con la cercanía, son las características fundamentales que gracias a la generación de nuevas unidades académicas han robustecido –como política pública concreta– la equidad en el acceso a una educación superior de calidad.

Así lo manifiesta también el secretario general nacional de la Juventud Universitaria Peronista de la UNLZ, Mariano Lanouguere, que se recibió de abogado el año pasado: “Soy, como el común de los estudiantes del Conurbano, primera generación de graduados universitarios en mi familia. Las universidades del conurbano cumplen un rol fundamental como herramienta de movilidad social ascendente. Las viejas, las de los 90 y las de la última década. Todas ellas son faros de conocimiento que alojan trabajadores e hijos de trabajadores en busca de un futuro mejor”.