Los unía el Che desde mucho antes de conocerse. Se encontraron por primera vez el viernes, en una Buenos Aires partida al medio por movilizaciones contra el ajuste y el tarifazo. Juan Martín es su “hermano de sangre y compañero de lucha”, como suele decir. A los 75 años dedica su vida a colocar el legado del revolucionario en un lugar que supere a la construcción del mito. Luciano Goux tiene 38, es un capitán del fútbol de Ascenso y juega en Defensores de Belgrano. Sigue al guerrillero heroico desde que sus suegros Beatriz y Jorge comenzaron a hablarle de Guevara en su adolescencia, cuando era el novio de Valeria, quien ahora es su esposa. La idea de juntarlos nació de una vieja inquietud periodística: hablar de ese símbolo universal, de lo que representa 51 años después de su asesinato en el mundo del fútbol. Un mundo ajeno y alejado de las inquietudes del Che, pero que está repleto de imágenes suyas. Que lo vuelven omnipresente, cercano, tanto por su iconografía como por sus principios que regresan a cada momento robustecidos.

Se saludan, empatizan pronto, bromean sobre las condiciones futbolísticas de Juan Martín. “Yo jugaba de seis, pero donde más jugué fue en la cárcel de Rawson” le cuenta Guevara, ex preso político de la dictadura cívico militar. “Entonces podríamos ser los centrales del equipo. Vos de seis y yo de dos”, bromea Goux, quien tiene tatuada en la cara interna de su antebrazo derecho la cara del Che. El jugador de Defe, recién ascendido a la B Nacional, le regala una camiseta del equipo. Se sacan fotos con ella. De a poco uno va explorando el mundo del otro. Descubren que tienen antepasados vascos. Conversan, los gana la curiosidad, no hace falta ni siquiera que el cronista haga una pregunta para empezar. Las preguntas vendrán después. Sólo para matizar un diálogo que se torna envolvente y donde intercambian experiencias de vida, ideas sobre el fútbol y definiciones que van desde el capitalismo al hombre nuevo, ese concepto del Che que el próximo 14 de junio cumpliría 90 años.

“¿Sabían que yo cubría partidos de fútbol para el diario Crítica? Que fui a la cancha de Defensores de Belgrano allá por comienzos de los 60. Me habían dejado sin laburo en una librería. En aquella época tenía tres trabajos: el otro era ése de cronista, y uno más de repartidor de Mendicrim con el que me quedé” cuenta Guevara apenas se sienta a la mesa para compartir la entrevista que durará una hora. El defensor escucha con atención. Habla de la calle donde incorporó valores e hizo “la mejor escuela”. Pero también dice que nunca dejó de leer.

–¿Cómo se aproximó al Che Guevara, desde qué lugar?

–Goux: Yo conocí a mi señora a los 16 y la madre de ella siempre me hablaba de Cuba y del Che. Me involucró, empecé a leer, me comenzó a generar ese bichito, lo investigué y no pude largar su historia nunca más. O sea, como sin querer, conocí la obra del Che. Me puse como objetivo viajar a Cuba, ver más de cerca su legado, su ideología, pero al margen de eso, siempre lo seguí por sus convicciones que eran muy fuertes, inquebrantables. Y eso no se consigue. Porque se puede ser de cualquier color político, pero no sé cuántas personas pueden compararse por esas convicciones con él. A mí me tocó trabajar desde muy chico, desde los doce años. Me costaba mucho el estudio aunque la secundaria la terminé. Pero siempre leía sobre el Che.

–Guevara: Hay algo que nos identifica con él. No seguí estudiando después del secundario. Después del bachillerato salí a laburar. A veces voy a charlas en universidades, a lugares donde casi no pertenezco, y pienso: ‘yo no tengo eso del licenciado, del doctor’. Con toda seguridad que se aprende en la calle, pero también se aprende leyendo. 

–Juan Martín, ¿Cómo se lleva con toda esa parafernalia de imágenes del Che que aparecen desde el fútbol a la música popular? ¿Cómo se lleva con ese mundo del marketing en torno a la figura de su hermano?

–Yo no abrí la boca durante años sobre este tema. Pero a medida que fue pasando el tiempo y me empezaron a hacer preguntas, fui dándome cuenta de cuáles eran las manipulaciones sobre el Che o lo que se ignoraba. Había algo que siempre se decía del mito y yo hablaba de destruir el mito. Y el mito no se puede destruir, porque es producto de la sociedad, es producto de la gente, porque la gente hace el mito. Lo usa. Al mito digo yo, hay que ponerle los pies sobre la tierra, ver cómo era la persona. A mí como soy el hermano me resulta más fácil. En este mundo capitalista, han convertido al mito en un producto capitalista. Es mercancía. Pero igual hay una diferencia entre el que lo tiene tatuado y el que te lo vende. La diferencia está en lo que creés, como él. El que te lo vende es porque va a hacer guita. 

–¿Qué le preguntaría a Juan Martín sobre su hermano?

–Goux: Si tuviera que preguntarle algo, iría para adelante, para atrás, todo. Yo le preguntaría algo que no pueda encontrarse en un libro. Alguna anécdota o algo que él sintiera ganas de compartir y que no pueda encontrarlo fácilmente. 

Guevara: –Yo te contaría que a Ernesto le interesaba jugar más al rugby que al fútbol, porque el rugby es más fácil que el fútbol, donde hay que ser más o menos bueno para jugar. Y como él no era bueno, eligió ese deporte. Ciclismo no hizo, pero anduvo en una bicicleta con motor muchos kilómetros. Era un estudioso del ajedrez. Con el petiso Alberto Granado estuvo metido en el fútbol cuando anduvo en la frontera entre Colombia y Venezuela. Porque eran argentinos, los engancharon como directores técnicos en un club de la Amazonia. 

–El Che hablaba sobre la búsqueda del hombre nuevo. ¿Qué piensa de ese concepto? ¿Podría encontrar una aproximación a esa idea en el fútbol? 

Goux: –En los grupos. A Ernesto, como dice él, le tocó manejar a un grupo de revolucionarios, en un país determinado. Las fuertes convicciones y una ideología bien marcada sirven para todo. Para la vida, para formar un grupo, para armar una revolución. A once muchachos convencidos, por más que sean más malos, los buenos no les ganan. El concepto de hombre nuevo se puede transmitir.

–¿Cómo se lleva en el ambiente del fútbol con los valores del Che como bandera? ¿Cómo reaccionan los demás cuando lo ven con la cara del revolucionario dibujada en la cinta de capitán? 

Goux: –Yo usé mucho tiempo una cinta con la inscripción que decía: Hasta la victoria siempre. Ahora uso esta con la imagen de él. Los árbitros me comentan cosas cuando me ven con ella, a los más grandes del equipo les gusta, algunos pibes te la piden. Yo creo que ellos saben que el Che es más que una imagen, una foto o una cinta de capitán. A todos les llega alguien como él. Porque en la juventud somos todos rebeldes, aunque como decía Juan, hay un marketing que se ha generado en torno a él y lo consumen. Pero cuando lo empiecen a leer al Che, no creo que puedan escapar. Al menos a mí me pasa eso. A otros no les llegará, pero lo bueno de todo esto es que lo conozcan.

–Juan Martín, ¿qué le devuelve el ambiente del fútbol cuando se expresa a partir de la imagen del Che?

Guevara: –No creo que sea una devolución. Es un ida y vuelta. El objetivo mío en esta etapa, de acá y hasta que pueda, es poner semillas, y no lo que yo digo o pienso. Calcule que hay 4.300 páginas escritas por él, de las que 1.300 son diarios, y más allá de algunas que se conocen como las del diario del Che en Bolivia, uno ve mucho. Ahí no hay filtros. Y además hay como 3 mil páginas de artículos, discursos –algunos largos–, cosas muy profundas. Entonces esto es como un ida y vuelta. A mí me pasa todo el tiempo. Cuando se da trato de generar que la gente me pregunte. Aunque a veces también hay gente que tira mala onda.

Goux: –Yo cuento que cuando alguien me dice cosas duras, siempre le pregunto lo mismo: ¿vos morirías por un ideal? Muy pocos podrían afirmar que sí. Entonces vos tenés que respetar al Che. Porque hay cada vez menos personas como él.

Guevara: –Voy a contar algo que me pasó durante la dictadura. Estaba detenido en el calabozo de Sierra Chica en el 76. Se abrió la puerta y entraron a la celda el penitenciario y un militar vestido de fajina que era oficial. Me fijé si tenía la pistola en la cartuchera y me di cuenta que no. Entonces me dije: conmigo la cosa no es. El milico le ordenó al guardia-cárcel que se vaya y me pidió a mí: ‘sentate’. Yo estaba calladito la boca. Me quería sacar cosas, pensaba. Le respondía sí, no, sí y lo único que pensaba era en que se fuera. Pero cuando vio que no le daba bolilla, me hizo un largo relato. Me miró y me dijo: ¡qué lástima que tu hermano se fue para la zurda! (se ríe). Lo admiraba, lo admiraba. En Milán, Italia me pasó este año algo parecido. Había terminado una charla y la gente no se iba. Vinieron dos carabineros para hacerlos echar del recinto porque después venía otra actividad y cuando lograron hacer salir a todos, uno de los dos me preguntó: ¿Me puedo sacar una foto con usted? 

Goux: –Es que hay una admiración hacia el Che que va más allá del color político. Cualquier persona que tenga dos dedos de frente entiende que él era un claro ejemplo de dignidad, convicción, entereza. 

–Estamos en una época donde la policía quiso sacar banderas de la cancha de Banfield por la aparición con vida de Santiago Maldonado o de Evita en el estadio de Sarmiento de Junín. ¿Le dijeron en algún partido que llevar al Che en la cinta de capitán era una manifestación política como se escuchó en aquellos casos?

Goux: –No, pero me habían dicho que eso podía pasar, porque se lo considera un símbolo de la política. Pero a mí no me importa porque el Che es mi ídolo y a alguien que me cuestione le podría decir lo que pienso. Por caso, Erviti tenía una foto de San Martín, y yo la cinta de capitán con el Che. En las canchas generalmente me gritan cosas para bien y a la gente le gusta.  

–Defensores de Belgrano, su club, es una institución donde se adoptaron claras definiciones políticas en derechos humanos. Por ejemplo, colocarle el nombre de un desaparecido, Marquitos Zucker, a la tribuna local. O cuando hay algún reclamo social lo visibilizan los propios jugadores. ¿Se lleva bien con ese entorno que lo rodea?

Goux: –Es más fácil en un club con valores. Una institución que tiene valores para mí vale más que otras. Una persona que tiene valores también. Porque en una sociedad como la actual en que todo es tan unipersonal, individualista, hay que luchar contra eso. 

De repente, Juan Martín interrumpe al capitán de Defensores para hacerle una pregunta que lo deja pensando: ¿Cómo te imaginarías al fútbol sin el capitalismo? ¿Con la cantidad de millones que lo rodean, a un fútbol hecho de nuevo, con otros valores?

Goux: –En el Ascenso, que es donde yo juego, sería más fácil imaginárselo porque es abismal la diferencia de ingresos con la Primera División. Hay sueldos de 7 mil, 10 mil, 16 mil. Yo juego al fútbol porque tengo pasión, me encanta. Pero como futbolista tenés que trabajar las 24 horas. Los últimos cinco años tuve que concentrar seis meses. No iba a dormir a mi casa con mi mujer y mis hijos. Al fútbol le tengo que dedicar mucho tiempo. Hoy para jugar se necesita ir al gimnasio, tomar vitaminas, descansar, concentrar y cada vez más. Hay un compañero que vende zapatos y yo le decía: vos tenés que estar bien, tenés que estar bien si no te va a resultar difícil jugar. El fútbol se ha profesionalizado mucho. Y ya no hay marcha atrás. 

Guevara: –Yo no lo voy a ver. Pero hago este razonamiento. La Edad Media duró unos mil años. Se cayó y vino el capitalismo. Ahora espero que no dure tanto porque hasta el 2700 sería demasiado (se ríe). En algún momento tendrá que venir algo superador porque esto no da para más. Este mundo no está bien. Pero sí lo que funciona bien es el mercadeo, donde todo tiene un precio y uno mismo se encuentra metido en eso.

Goux: –Sí, el sistema por algún lado te entra. No te entra a vos por ahí, pero sí a tus hijos con la “Play”, a tus nietos, por algún lado se te mete el sistema. Son cabezas pensando las 24 horas.

Guevara: –En algún momento se dará un punto de quiebre. Y no va a ser algo previamente anotado, organizado. Ése basta va a llegar. 

Goux: –Quizás no llegó, porque no hay ideas.

Guevara: –Es probable, porque no alcanza con cinco iluminados. Aunque si alguna vez sucedió, como en Cuba, podría suceder de nuevo. No de la misma manera, pero en algún momento van a tener que aparecer líderes. Porque en el fútbol hay líderes. Si a vos te escuchan es porque sos líder. Yo no lo veo a Messi arengando, por ejemplo. 

–Luciano, ¿se hablan de estos temas en un plantel de fútbol? ¿Palabras como capitalismo, desigualdad, falta de liderazgos, son temas de conversación?  

Goux: –Es difícil porque estamos en un ambiente donde los chicos más jóvenes quieren cambiar enseguida de club, pero para eso también están los ejemplos como la mutual que armamos en el club para los pibes que no tenían para desayunar o venían de lejos. Más que nada hay que dar el ejemplo, decir: vamos por acá y hacerlo. Marcar valores. Creo que se educa con el ejemplo.

Guevara: –A mí me gusta el fútbol pero hoy le tengo un poco de asco por lo que veo. Está totalmente comercializado. Hay actitudes que no entiendo. Como eso que pasa entre los jugadores de pedir todo el tiempo la tarjeta amarilla para el rival. Yo creo que si saliera campeón la Argentina en el Mundial estamos fritos. Imagínense la utilización que se va a hacer de eso desde el poder. 

Goux: –Yo no quería que mis hijos jugaran al fútbol. Porque sé todo lo que iban a tener que sufrir. Yo no lo llevaba al mayor, pero la madre lo empezó a llevar a handbol en el club Sedalo y salió bueno. Mi hijo juega en la selección nacional y está concentrado mucho tiempo en el Cenard porque tiene 17 años y quiere estar con los amigos. Se llama Elián y le pusimos así por el balserito cubano.

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