Con la reforma en la fórmula de actualización de las jubilaciones el gobierno se amputó el factor más gravitante en la celebrada reducción de los niveles de pobreza. Entre los terceros trimestres de 2016 y 2017 el indicador registró una mejora al pasar de 30,3 a 25,7 por ciento. Las estimaciones del Centro de Estudios de Trabajo y Desarrollo (Cetyd) arrojan que el 45 por ciento de la reducción neta de hogares pobres obedeció al aumento de los ingresos derivados del sistema previsional. 

A lo largo del año pasado la mejora en los haberes se explicó por la vigencia de la vieja fórmula de movilidad y, en menor medida, la implementación de la denominada reparación histórica. La existencia de esas dos políticas habilitó un incremento promedio en los haberes que superó el alza verificada en el valor de la canasta básica de la pobreza. 

“La reducción de la pobreza que tuvo lugar entre 2016 y 2017 constituye un acontecimiento positivo. Sin embargo, esta tendencia difícilmente pueda sostenerse en el tiempo”, advierten los investigadores Diego Schlesser y Matías Maito, al señalar que “el factor que realizó la contribución principal, la evolución del ingreso proveniente de las jubilaciones y pensiones, lo hizo impulsado por dos motivos cuyos efectos ya están prácticamente anulados: la reparación histórica, que ya impactó sobre la mayor parte de su población objetivo; y el antiguo índice de movilidad jubilatoria, que fue reemplazado a partir de la reforma previsional aprobada a fines del año pasado por una fórmula que modera el aumento de los haberes y dificulta su incremento en términos reales”. 

La alternativa para sostener un proceso de reducción en los niveles de pobreza es la creación de empleo y la mejora de los ingresos laborales. El documento del Cetyd que encabeza el legislador porteño y ex ministro de Trabajo, Carlos Tomada, precisa que esos factores coayudaron en la evolución favorable en el índice de pobreza durante el tercer trimestre del año pasado. Sin embargo, los techos salariales impulsados desde la cartera laboral, los mayores aumentos de precios tras la devaluación y el ajuste sobre el gasto público que llevará adelante el gobierno atentan contra esos factores. 

Con ese diagnóstico, Schlesser y Maito advierten que las mejoras “difícilmente se sostengan en el tiempo ya que la significativa suba experimentada por los haberes previsionales estuvo impulsada por dos elementos cuyo efecto se ha extinguido o, al menos, se debilitará notablemente de aquí en más”.