Hubo un tiempo en que el personaje mediático de la “loca mala” (y no estoy hablando solo de gays, ¡Alá no lo permita!) era interesante. En la ficción, la loca mala con sus maldades infinitas llevadas al paroxismo se vengaba del prejuicio, la discriminación y el insulto social y los amores no correspondidos. Frente a una sociedad que solía mostrar a las locas como “débiles”, los condenaba a la soledad y los relegaba a roles sumisos había una especie de justicia divina en esos Rambos afeminados y empoderados.

En los medios masivos de comunicación la pionera del personaje de la “loca mala” fue Truman Capote. Antológicas fueron sus rivalidades con Gore Vidal, sus crueles maledicencias contra  Jacqueline Susann a quien llamó “camionera”, sus chismes nunca del todo esclarecidos sobre relaciones amorosas con Errol Flynn, sus ingeniosas diatribas contra Jack Kerouac (“solo mecanografía”), su corte de admiradores, Andy Warhol y todo el que se le pusiera enfrente. Pero, claro, era Truman Capote. 

Teniendo esta tradición por detrás se esperaría que sus sucesores tuvieran algo de ingenio (ya no pido talento) u honor. Me refiero específicamente al papel que juega Angel de Brito como jurado de Showmatch (tan parecido al papel que hace Marcelo Polino que no entiendo como éste no lo acusa de plagio), como chimentero desde su programa Los ángeles de la mañana o desde las redes sociales. 

El domingo pasado desde su cuenta de Twitter, De Brito una vez más tomó el camino fácil de difundir un video y unas fotos humillantes de Zulma Lobato en situación de calle caminando con valijas y trastos en la vía pública en Mar del Plata y donde es interpelada por la policía. Curiosamente desde su cuenta De Brito señala que Zulma es “socorrida” por la policía, cuestión no constatable en el video en donde se ve a Zulma sentada mientras la policía agita las manos, conversa con ella y donde más bien parece que la reprende. En todo caso, la proclamada “asistencia” (tal como difunde la noticia Ciudad Magazine) o la “socorrida” queda en el plano de la suposición. Pero De Brito parece que quiere dejar en claro que las malas relaciones (las humillaciones, la golpiza y la represión) entre la policía y las travestis son cuestión del pasado.

Esperemos que esté chequeado.

La cruel exposición de Zulma por parte de De Brito fue recogida en más de una veintena de medios nacionales con tratamiento diverso. El circuito es cobarde: las redes sociales parecen funcionar a manera de laboratorio de ensayo de una noticia y su repercusión. Se sabe que Zulma en desgracia mide rating. Sin embargo a partir de los comentarios de conmiseración, insulto (“viejo loco” es la injuria más recurrente contra Zulma), indignación o compasión se decide el tono de la noticia: si es un informe “serio” o hay que exponer a la travesti para que de ella se burle todo el país. 

No es la primera vez que De Brito tiene actitudes o dichos que manifiestan una relación hostil o por lo menos conflictiva con la comunidad LGTBIQ. No es la primera vez que embiste contra Zulma Lobato, hace unos años se burlaba de lo “trolo” que es Franco Torchia y el año pasado difundió un supuesto romance entre un amigo íntimo de él -abiertamente gay en las redes sociales- y Andrea Taboada, una de sus panelistas, entre otras exquisiteces. Mientras tanto insiste en el respeto por su propia vida privada. Si hablábamos de Capote, era para recordarle que más allá de sus crueldades -algunas injustificables en su papel de “loca mala”- hay unas cuantas cuestiones que lo redimen. Capote supo ponerse en primer plano cuando salió del closet -en épocas en que nadie lo hacía- al grito de “¡Soy un alcohólico, soy un drogadicto, soy homosexual, soy un genio!”. Y el clímax de su obra fue, claro, la inconclusa Plegarias atendidas, donde la emprendía no contra las personas en situación de calle sino contra la hipocresía de los “ricos y famosos” que le habían dado acogida y contribuido a elevarlo al pedestal de la fama.

Al mismo tiempo que insiste en difundir la indigencia de Zulma Lobato y en vapulearla, De Brito contrata como una de sus panelistas a Flor de la V haciéndose eco de los estereotipos con que los medios masivos de comunicación retratan a las travestis y que fuera denunciada por la lúcida Lohana Berkins: “Tenés que ser divina, impoluta, casarte de blanco o la bufona de la Corte donde todos se te ríen, te ridiculizan”. Tampoco parece casual que esta noticia aparezca a los pocos días que la propia Zulma Lobato comentara –en otro medio, no en las redes sociales o Los ángeles… de De Brito– como un signo de los tiempos que corren lo imposible que es pagar el alquiler y las cuentas de los servicios y que “nunca vio tanta miseria como en el gobierno de Macri”. Frente a la travesti empoderada, ¿qué mejor estrategia que contraponerle la travesti loca e indigente no por culpa del Estado sino víctima de sus propias locuras? Ni loca ni víctima. Zulma es muchas cosas, inclasificables e indefinibles muchas de ellas, pero ante todo es una superviviente.