“Falta poco”, repiten desde el Palacio de Hacienda ante las reiteradas consultas sobre los avances en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. El acuerdo stand-by todavía no está listo pero, a más tardar, el anuncio se hará la semana próxima. El financiamiento que habilitará el organismo multilateral estará condicionado a la puesta en marcha de un programa de reducción del gasto y reformas estructurales. 

“El acuerdo con el FMI no va a afectar nuestra capacidad para ganar las elecciones en 2019, no hay intenciones de volver al país que dejamos atrás”, afirmó ayer el jefe de Gabinete, Marcos Peña, al minimizar el impacto político del ajuste durante un evento en Nueva York. El fin de semana, el presidente Mauricio Macri participará como invitado en una cumbre del G-7 en Canadá donde se encontrará con la titular del Fondo, Christine Lagarde.

“Creamos que estamos muy cerca de un acuerdo preventivo con el FMI que nos puede ofrecer un paraguas mientras existen tormentas en varios lugares del mundo”, consideró el funcionario en un encuentro organizado por el Consejo de las Américas que encabeza la lobbista Susan Segal. 

Argentina solicitó formalmente un crédito stand-by de acceso excepcional, una variante del préstamo más tradicional ofrecido por el FMI que permite superar el tope de financiamiento de 19.700 millones de dólares previsto para el país. La pretensión de la Casa Rosada es contar con más de 30.000 millones de dólares. 

A lo largo de la gira que realizó por Inglaterra y Estados Unidos, Peña recordó que buscan fuentes adicionales de financiamiento como la renovación y ampliación del crédito contingente (swap) con el Banco de la República Popular de China.

La contraparte del préstamo es un programa de ajuste fiscal y reformas que, según trascendió, rondará los 200.000 millones de pesos anuales. “No se confundan las reformas siguen adelante. Tenemos confianza de que vamos a avanzar en el acuerdo con el FMI y lograr crecer en 2019. Pero no solo crecimiento; el cambio todavía es el punto principal en Argentina”, expresó el funcionario al minimizar las consecuencias políticas asociadas al ajuste. 

“Tenemos que acelerar el camino hacia el balance fiscal y reforzar la independencia del Banco Central, así como la fortaleza de su política monetaria. Debemos adaptarnos a las distintas situaciones que enfrentamos después de la devaluación teniendo en cuenta la confianza de los inversores y no modificar las reglas de juego”, sostuvo Peña que habló en inglés durante todo el encuentro. 

Obra pública en infraestructura, subsidios y la seguridad social (jubilaciones, pensiones y asignaciones) son los componentes del gasto más expuestos al acuerdo condicionado con el Fondo. “Es nuestro programa, nuestras decisiones y nuestra responsabilidad. Es responsabilidad de nuestro país reducir la dependencia y las vulnerabilidades y comenzar a crecer”, consideró el funcionario, que recibió halagos de los inversores presentes en el encuentro. 

Al ser consultado sobre el riesgo asociado a las Lebac, Peña indicó que el Ministerio de Finanzas y el BCRA “están analizando alternativas para reducir la vulnerabilidad asociada al riesgo de renovación” frente al próximo vencimiento. “Es la primera vez en 30 años de que el Gobierno no está culpando al FMI ni diciendo que es el responsable de sus problemas”, expresó Peña, al remarcar que “Argentina es responsable de sus problemas y sus soluciones y damos la bienvenida a la ayuda del FMI, así como el apoyo que el mercado nos está dando para alcanzar los resultados que tenemos que lograr”.