“Una mujer que desea terminar con su embarazo lo hace por encima del Papa, de la ley, de la familia, del compañero o del consejo médico. La diferencia está en que lo haga de una manera segura o insegura. Mientras sea ilegal, lo va a hacer de una manera insegura y vamos a seguir viendo muertes”, dijo Pío Iván Gómez Sánchez, médico ginecólogo colombiano que trabaja en cooperación internacional con la Asociación internacional de Ginecología y la Latinoamericana de Ginecología. De paso por Buenos Aires expuso días atrás en el Congreso Nacional en el debate sobre el proyecto de despenalización del aborto. Consideró que Argentina “se merece dar el paso al mundo desarrollado garantizando el derecho al aborto. Los países con leyes liberales y no restrictivas, son los más desarrollados”.
Pío Iván Gómez Sánchez es ginecólogo con formación en epidemiología, y con una maestría en Salud Sexual y Salud Reproductiva. Expuso en la Jornada “Aborto: experiencias y herramientas para un abordaje académico-científico”, organizada a fines de abril por la Asociación Civil FUSA, que trabaja por la defensa de los derechos de adolescentes, jóvenes y mujeres. Allí aportó datos obtenidos por las entidades en las que participa. Es miembro de la Federación Internacional de Obstetricia y Ginecología (FIGO) y asesor de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF). Dijo que entre el 70 y el 80 por ciento de los embarazos no son planeados en América Latina y que el 95 por ciento de los abortos son inseguros en Sudamérica, convirtiendo a la región en uno de los lugares donde más se afectan los derechos sexuales de las mujeres.
–¿Cómo está viendo este debate por la legalización del aborto en Argentina?
–Yo lo veo muy bien desde afuera porque es de una madurez muy grande. Salvo algunas excepciones, ha sido un debate muy respetuoso, con buenos argumentos. No ha sido tan fundamentalista como sí lo ha sido en otros países. Y conociendo la región, siempre he visto a la Argentina como un referente por su pensamiento de avanzada, por sus leyes de la última década respecto de derechos sexuales y derechos reproductivos. Y como decía en el Congreso, Argentina, con su grado de desarrollo, se merece definitivamente tener en cuenta a las mujeres en algo tan complicado como es el embarazo no planeado, no deseado que lleva riesgo de vida y de salud. Muchas mueren en la búsqueda. La diferencia entre la vida y la muerte está en legalizar el aborto. Una mujer que desea terminar con su embarazo lo hace por encima del Papa, de la ley, de la familia, del compañero o del consejo médico. La diferencia está en que lo haga de una manera segura o insegura. Mientras sea ilegal, lo va a hacer de una manera insegura y vamos a seguir viendo muertes. No importa cuántas mueran: una sola mujer que muera, si es evitable, basta para que tomemos una posición.
–¿Qué pasó en Colombia desde que se aprobó la ley? ¿Bajaron los números de muertes maternas?
–En Colombia la primera causa de muerte es la hipertensión asociada al embarazo. Se siguen haciendo abortos pero han bajado la cantidad y también bajó la cantidad de muertes por abortos. Hay que ser claros y decir que sigue habiendo (abortos) clandestinos. ¿Por qué razón? Porque a pesar de ser legal, lamentablemente, el sistema de salud coloca barreras. Aunque esté prohibida la objeción de conciencia institucional, de alguna manera subrepticia la siguen haciendo. Entonces la mujer va por el aborto clandestino antes que por el servicio de salud, que pone barreras.
–¿Qué pasa con las adolescentes?
–En Colombia, (un embarazo) por debajo de 14 años se asume como abuso sexual. No importa que sea consentido: Si una mujer de 14 años tiene un embarazo y quiere interrumpirlo, lo puede hacer por la causal violación. Y en esto la Corte Institucional avanzó muchísimo porque no se requiere permiso de familiares, tutores o padres. Si una niña menor de 14 años quiere interrumpir y sus padres no están de acuerdo, no importa porque bajo la ley, ella tiene la razón. Siempre prima la decisión de la mujer.
–¿Puede ir sola?
–En Colombia, la Constitución le da prioridad a los derechos sexuales y reproductivos de la población joven y adolescente. Es decir, la anticoncepción debería dársele a cualquier mujer. Solamente para intervenciones quirúrgicas que requieran anestesia, se requiere un consentimiento de los padres. Sin embargo, si es una emergencia no se requiere. Si a una niña de diez años la atropella un automóvil, tú no tienes que atenderla estén o no estén los padres. En esto es algo similar: si una niña viene con un embarazo que pensamos que puede poner en riesgo su vida y su salud, estamos ante una emergencia. El problema es el mal entendimiento de la gente que dice “que vaya al médico con el papá”. ¿Pero si el violador es el papá? Pues ella no irá con él. La ley es muy clara pero el tema es su cumplimiento, su implementación. Si hay algún o alguna profesional de la salud que es creyente, católica, pues tiene que asumir que eso es para su vida y no para sus pacientes.
–Hay que capacitar…
–La mujer tiene derecho a no ser mamá. La mujer puede decidir ser mamá y de muchos hijos. Son sus decisiones. A los varones y mujeres que no queremos ser padres, nos estigmatizan como egoístas, malas personas. No pasa por ahí, es un tema de decisión personal, como es el tema de la orientación sexual, o vivir solo o en pareja. Yo veo con muy buenos ojos la reacción de la sociedad argentina ante este tema. En el peor de los escenarios, que es que no pase la ley, yo creo que la ganancia social que se ha tenido es muy importante. El empoderamiento de la población joven es realmente impresionante, emocionante ver cómo sale a exigir sus derechos: esa es la ganancia más importante de este proceso.
–¿Por qué cree que Argentina, que es de avanzada en muchas normas, todavía tiene esta deuda?
–Yo creo que somos seres humanos y nos equivocamos. Contaba en el Congreso mi experiencia de vida, de muy joven cuestionaba a las mujeres que abortaban, las veía como irresponsables. ¿Y qué me faltaba? Hablar con ellas. Cuando ya maduré académicamente, empecé a hablar con las mujeres y entendí que no abortan por falta de razón, sino que siempre abortan por una. Entonces cuando uno las oye, se da cuenta de su realidad. Y yo empecé a trabajar educación sexual creyendo que con eso iba a evitar los embarazos no deseados pero los métodos fallan, a las mujeres las siguen violando, hay enfermedades que afectan su embarazo y siempre va a haber necesidad de un aborto, entonces este es un paso que hay que dar. El tema es muy profundo: es hablar de que la mujer tuvo relaciones, es hablar de sexualidad. Y ese es un tema tabú en muchos de nuestros países todavía. Es asumir que la mujer disfruta de la sexualidad y eso para algunas religiones es problemático. Ese es el trasfondo del asunto.
–El problema es por qué la religión tiene tanta incidencia en asuntos del Estado.
–El tema religioso es complicado. Nosotros podemos tener pensamientos personales, creencias, pero no pueden afectar el derecho a la salud. Si mi decisión de vida fue hacerme la vasectomía para no tener hijos, a mí me funcionó pero no puedo estar convenciendo a todos los hombres del mundo que lo mejor es no tener hijos. O lo contrario, si mi decisión de vida fue tener tres (hijos) y vivo feliz con eso, no puedo estar convenciendo al resto de la humanidad que lo mejor es tener esa cantidad de hijos. Eso es absolutamente personal. A las mujeres no les pueden decir cuándo ser mamás, ni obligarlas a serlo.