Una de las invitadas destacadas de segundo congreso “Territorios para pensar las infancias” será la música y pedagoga Pepa Vivanco. Ella tendrá a su cargo un conversatorio que pregunta: “Nuestros chicos, los gurises, ¿en qué lugares están recibiendo alimentos musicales sanos para vivir mejor?”.  Y luego un taller de título provocativo: “El juego y las mentiras. Didácticas en el aprendizaje de la música”.

–¿Por qué cree que es importante reunirse alrededor de los “territorios pensar las infancias”?

–Es excelente integrar territorios de reflexión: solemos desmenuzar preciosamente, cada uno mirando su ombligo, digamos, cuestiones técnicas de cada una de nuestras áreas. Y perdemos a veces la visión de asuntos globales que nos atraviesan a todos. Cuando los reconocemos, encontramos mejores y desprejuiciadas soluciones a los problemas. Y las alegrías de los logros al ser relatados, nombrados, son como un abrazo... como un ataque de “podremos con todo”.

–A partir del título de su conversatorio, ¿qué idea de “alimentos musicales sanos” piensa a desplegar?

–Los chicos, las personas, necesitan alimentos musicales sanos. El modelo televisivo de seducción a veces se nos pega en las aulas y parecemos un showman atrayendo con jueguitos y objetos de consumo para que los estudiantes nos admiren. Nos olvidamos que en toda la historia de la humanidad el arte es transformador, y dar herramientas para que la personita reconozca lo que siente y lo exprese, para que sea escuchada, sea digna, perciba su identidad, es la cosa que más feliz hace a cualquier ser humano. A veces los espacios institucionales son muy frustrantes. Pero observo y realizo experiencias en otros “territorios” que son... muy nutritivas, ya que hablamos de alimentos. Desde lugares antiguos de sicuriadas y murgas, hasta experiencias nuevas de dirección con señas, meditación con cuencos de cuarzo, escuelas de comunidades, las orquestas infanto juveniles que ahora con esta política desvastadora están quedando sin espaldo económico... Son muchos los territorios que pueden ofrecer esos “alimentos” nutritivos y ricos. 

–Y en relación a “El juego y las mentiras” en el aprendizaje de la música... ¿Cuál sería la parte de las mentiras?

–Tomaremos el tema de las mentiras didácticas. Es el andamiaje de creencias y prejuicios con los que sostenemos la imposibilidad de producir belleza, integración grupal y libertad. Una persona aterrada por las malas notas no eleva su nivel para cantar: cada vez desafina más. Una persona libre que puede cuestionar a su docente no es un rebelde maleducado, puede aprender mucho más rápido distintos procedimientos que integra de otras experiencias. La creencia de que el canto académico europeo o de las escuelas de Estados Unidos es el único que no te arruina la voz, es un disparate: el canto de una bagualera de noventa años que sostiene un carnaval de una semana, es potente. No sólo es otra técnica, sino que dice otras cosas, muy trascendentes y sencillas, que quizás en estos tiempos nos ayudarían a vivir mejor.