No fue una audiencia fácil. Llegó el turno del abogado defensor de Gabriel David Marino, que presentó su alegato de tres horas y media de extensión. Undécima audiencia por el travesticidio de Diana Sacayán. ¿Los engranajes de la Justicia comenzarán a saltar frente a la injusticia nodal del travesticidio? Nodo donde se anudan exclusiones, rechazos, vidas que no logran alcanzar los 40 años, la violencia letal contra toda persona que no se ajuste al molde cisgénero (varón-mujer definido por la genitalidad). Fue una audiencia nada fácil porque el abogado defensor Lucas Tassara, en la segunda parte de su alegato, desafió las fronteras de lo que hasta hoy los movimientos lgbtiq y feminista consideraban -con justicia- territorio ganado al odio y a los estereotipos machistas. Tassara se constituyó, durante esta audiencia, en el engranaje de la Justicia anclado a los argumentos más arcaicos y patriarcales. Al punto que cuestionó la razonabilidad del modelo de Protocolo Latinoamericano de Investigación de muertes violentas de mujeres por razones de género. También planteó que Marino y otro hombre -que no se sabe quién es, Marino no lo identifica- salieron del departamento de Diana Sacayán antes de que la atacaran. No es cuestionable que Tassara defienda a espada y cañón el principio de defensa en juicio del acusado. Todo lo contrario. Lo reprochable es que para hacerlo intente retroceder el Derecho y los hechos (por ejemplo la correcta aplicación del Protocolo para casos de femicidios) al tiempo en que la violencia femicida contaba con piedra libre absoluta. Tanto como hoy -y hasta este juicio histórico- cuenta con piedra libre absoluta la violencia travesticida.

La segunda parte del alegato del defensor Tassara incluyó un detalle minucioso de crímenes de odio horrendos -tan horrendos como el de Diana Sacayán-. Introdujo detalles morbosos como “el autor desmembró la vulva de la víctima y la introdujo en su boca”, para ejemplificar cómo debería ser un verdadero crimen de odio: en el centro, una víctima con vulva (aunque pretendió equilibrar con el caso de un joven gay al que le tallaron esvásticas en el cuerpo). Al mismo tiempo le subió la vara a la crueldad con que los travesticidas tendrían que perpetrar sus crímenes en territorio argentino, imitando los métodos de algunos casos como el de Agnes Torres (México), el de una mujer bisexual (Brasil), el de Daniel Zamudio (Chile) o el de Carolina Aló (Argentina). (Aunque en lugar de nombrar a la víctima, Carolina Aló, mencionó únicamente el apellido de su victimario, Tablado). Si los crímenes de odio no contienen estos “condimentos” (fue una palabra que usó el abogado defensor en su alegato) no alcanzan el estándar suficiente de odio al género de la víctima.

Soy no va a detallar las heridas y padecimientos que tuvo que soportar Diana Sacayán antes de morir atada y amordazada, y como consecuencia de golpes y apuñalamientos. De cómo murió Diana Sacayán se habló mucho a lo largo de estas audiencias en la sala del sexto piso del Palacio de Tribunales. Se vieron muchas fotografías en la pantalla de un plasma. Los alegatos completos pueden escucharse en Youtube, como Juicio oral por el homicidio de Diana Sacayán, subidos por el Centro de Información Judicial. 

La intención del defensor Tassara fue mostrar que el travesticidio de Diana Sacayán fue un crimen más, uno de tantos crímenes cometidos por apuñalamiento y que este tribunal (se dirigió a estos jueces) está acostumbrado a juzgar, y no un crimen por odio a la identidad de género de la víctima. Y que no lo cometió Gabriel David Marino.

El lunes 18, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº4 de la Capital Federal (integrado por los jueces Adolfo Calvete y Julio C. Báez y la jueza Ivana Bloch), dictará sentencia.