Nelly “Pila” Minyersky es una de las pioneras de la Campaña. Es abogada y docente, actividad que dejó después de la Noche de los Bastones Largos, que la última dictadura militar le prohibió y que volvió a ejercer en democracia. Fue la primera mujer en presidir la Asociación de Abogados de Buenos Aires y lloró cuando escuchó el resultado de la votación.  

—¿Cómo vivió esa jornada en el Congreso?

—Yo estuve desde las tres de la tarde. Participé en dos talleres. En uno nos dedicamos a explicar el dictamen para que la gente pudiera preguntarnos sus dudas y saber bien qué se estaba votando. Había una multitud. El debate lo seguí muy ansiosa, entre esas masas juveniles. ¡Había tanta gente! Esa presencia era tan masiva que te daba mucha fuerza. A las once de la noche me fui caminando para mi casa. En un momento veo que se acerca una masa de gente que iba para el Congreso. Unos chicos me reconocen, me saludan y me contaron que eran de Neuquén, que recién habían llegado. Fue muy emotivo.

A las seis de la mañana me despierto y vi que los mensajes eran desoladores. No pude seguir durmiendo. ¡Casi no iba al Congreso! En un momento dije “¿qué hago acá?”. Me bañé, me cambié y salí. Callao estaba hecha una masa humana, daba mucha fuerza. La votación la escuché afuera con mis compañeras. Tuvimos dos grandes sustos. Uno fue cuando se planteó que se contaron mal los votos y el otro fueron las modificaciones. Con algunas estoy de acuerdo porque no cambian la esencia del proyecto. Después de la votación había chicas llorando, muy conmovidas. Fue algo que vehiculizó lo mejor de nosotras, porque si no, no se explica el millón de personas que salieron a la calle.

–¿Y a usted qué le pasó?

–Fue una emoción muy grande. No paran de llegarme mensajes. Ayer me mandó mail una colega con la que no hablaba hace años y me recordó que en el discurso que di cuando me declararon ciudadana ilustre dije que esta ley era una deuda. Había chicas que me pedían fotos para mostrarle a la madre, a la abuela. Mis nietos, mis hijos y todo el mundo toma esta bandera.

–¿Qué expectativas tiene para el Senado?

–Yo pensé que íbamos a tener que ir a hablar a las provincias para que no tengan miedo. Pero después dijeron que se va a tratar en julio, que hubo un acuerdo entre los jefes de bloque. Dijeron que esta vez iban a llamar a expositores distintos de los que participamos del plenario en Diputados. Yo espero que los senadores miren las exposiciones que ya hicimos. Leí que Cristina Fernández de Kirchner iba a apoyar. Algunos dicen que es una cortina de humo, pero no lo veo así. Es un avance en la conciencia social y es un error pensar que por que lo habilite este Gobierno no vayamos a dar el debate. Estamos muy esperanzadas. Que se trate rápido es el resultado de la lucha de las mujeres.

–¿Qué destaca del trabajo que hicieron?

–La Campaña es transversal y territorial. El proyecto es fruto de reuniones en cada zona. En Córdoba se juntaron a debatir sobre esta problemática y cómo debería tratarse. Las redactoras tomamos eso como insumo a la hora de escribir el proyecto. Es muy democrático.

–¿Qué aprendizaje se lleva de esto?

–Que hay que tener paciencia y seguir escuchando, especialmente a los jóvenes, que estuvieron presentes y fueron a la plaza. Por otro lado, logramos la visibilización, sacar el aborto de la estigmatización del Código Penal, sacamos la sexualidad del misterio y de lo prohibido. Esto tuvo la capacidad de atraer a los adolescentes, que ven el aborto como un derecho humano que va a mejorar la sociedad.

–Si se llega a aprobar en el Senado, ¿qué viene después?

–Vamos a tener que luchar para que se implemente, pero es importante el efecto inmediato que tendría porque despenaliza el aborto hasta las catorce semanas. Y después habrá que pelear por la aplicación, que la objeción de conciencia no sea un obstáculo y que los adolescentes puedan ser atendidos. Cada uno va a seguir luchando por otros Derechos Humanos porque cada uno es una conquista y un valor para la democracia.

Entrevista: Ludmila Ferrer.