Un 20 de junio como hoy, pero de 1957, se inauguró el Monumento Histórico Nacional a la Bandera. Este templo secular que lleva más de 60 años siendo un ícono del paisaje urbano de Rosario fue emplazado en una superficie de diez mil metros cuadrados en el lugar del primer izamiento de la bandera nacional creada e izada por Manuel Belgrano.

Los arquitectos Angel Guido y Alejandro Bustillo, junto con los escultores José Fioravanti y Alfredo Bigatti, ganaron en 1940 un concurso con una majestuosa alegoría titulada "Invicta". El proyecto simboliza la Nave de la Patria, carabela ideal que avanza surcando los océanos en pos de la quimera americana. La proa lleva en su frente la rosa de los vientos; con el Sol incaico, ambos guían este periplo.

Siguiendo las ideas del arquitecto Guido, inspiradas a su vez en los conceptos de Ricardo Rojas, los escultores desplegaron en gran formato una iconografía que buscó proyectar en el espacio público un ideal estético de síntesis entre lo europeo y lo indígena: lo criollo como expresión de una belleza nueva, una genuina belleza americana.

En la cima de la proa se yergue una figura femenina alegórica de bronce titulada "la Patria abanderada", que enarbola una bandera en una tacuara (una lanza de caña). A babor y estribor van estatuas masculinas colosales que personifican la geografía sudamericana. La Pampa y los Andes, dos recios desnudos en bronce llevando cada uno un caballo de las bridas, plantean un contrapunto entre el hombre de llanura y el de montaña, entre lo ágil y lo firme. El océano Atlántico y el río Paraná están plasmados en un contrapunto similar por dos gigantes yacentes con peces, en mármol travertino. El Paraná es un joven de rasgos criollos, obra del escultor Fioravanti, y cuyo vivaz boceto en yeso integra la exposición temporal "Artistas monumentales" en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río).

La torre lleva en su centro la cruz cristiana y en cada punto cardinal se yergue un vigía que custodia una región de la Argentina. El Sur corresponde a la Patagonia, el Norte al Noroeste, el Este al Litoral y el Oeste a Cuyo. Los rostros aindiados de cada uno evocan los rasgos de los pueblos originarios de cada zona. Ni siquiera levantando la vista es posible apreciar con precisión desde la calle los detalles étnicos evidentes en los bocetos de yeso de la muestra.

En la parte de la torre que da al Patio cívico, una hornacina guarnece la monumental figura de "La Patria de la fraternidad y el amor", gran bronce central que según un boceto previo de Fioravanti iba a ser una "América indígena" de larga trenza. Escudo en mano, y descubierto el pecho, esta figura femenina abre sus brazos a las provincias que despliegan sus emblemas a diestra y siniestra.

Rematando la torre, una urna de piedra contiene una bandera de guerra de valor histórico. En su interior, la Cripta de Belgrano guarda los restos del prócer. Si en la torre se distribuían los valores geográficos y telúricos, los arquitectos pensaron el Patio cívico como expresión de los valores históricos, escenificando la progresiva marcha de los acontecimientos hasta llegar al triunfo de la causa de la libertad y la organización nacional. Otra escalinata más empinada, la "escalinata de los héroes", conduce en forma ascendente al Propileo, o estructura con columnas. Este alberga un altar secular donde se venera la victoria a través del fuego sagrado de una urna votiva en honor al soldado desconocido. La escalinata luego desciende hacia la ciudad.

A fines del siglo pasado se abrió además el Pasaje Juramento. Esto fue posible gracias a un proyecto en dos etapas por los arquitectos Alejandro Beltramone, Marcelo Ponzellini y Mariano Costa. El Pasaje permite apreciar el Monumento desde la Plaza 25 de Mayo a la vez que dio un emplazamiento definitivo a las bellísimas esculturas de Lola Mora que nunca llegaron a ornamentar el Monumento pensado por ella para la fecha del Centenario, que jamás se construyó.

Una serie de cuatro bajorrelieves consagrados a la ganadería, la agricultura, la industria y el comercio resume los valores económicos de la Patria. Otros relieves ponen en imagen diversos momentos de la historia de la bandera nacional como bandera civil y de guerra.

El escultor Eduardo Barnes creó los relieves para la Galería de Honor de las Banderas de América. El mármol travertino de los Andes para los revestimientos fue provisto por Emilio Cappella. Supervisó la ejecución el arquitecto Jorge Tavernier, asesor técnico de la Comisión nacional pro‑Monumento a la Bandera. Manuel Chamorro, ayudante de Guido, llevó un registro fotográfico de la obra de construcción, cuyo subcontratista fue la Empresa Rosarina de Cemento Armado (ERCA).