Pese al apoyo explícito del establishment financiero, al Gobierno no logró bajar el costo de la emisión de deuda en dólares respecto de quince días atrás. Tras el desembolso del primer auxilio del Fondo Monetario y la recategorización del país como “mercado emergente”, el Ministerio de Hacienda y Finanzas anunció ayer que se colocaron 761 millones de dólares en Letras del Tesoro con vencimientos a octubre y febrero próximos y tasas de interés de hasta 4,45 por ciento anual. La tasa obtenida fue 35 puntos básicos por encima del resultado de la colocación de principios de mes (4,20 por ciento anual y vencimiento a enero), cuando todavía la Argentina no había recibido el “espaldarazo financiero”. Lejos de una mayor confianza en que el Gobierno cumplirá con los compromisos de deuda, la colocación evidenció una mayor demanda de estos papeles para la dolarización de carteras, dado que estos papeles pudieron ser adquiridos en pesos o en dólares. El riesgo país tampoco acompañó las “buenas ondas” financieras y la medición que realiza el JP Morgan avanzó 2,4 por ciento a 560 puntos básicos.

Cuando se apagó la euforia de los anuncios, la opción de dolarizarse en el corto plazo como acto reflejo ante la desconfianza del rumbo económico volvió a ser la elección de los inversores. No es la primera ampliación de Letras en dólares (LETE) del año. De hecho, fue la décima de un programa de 22 licitaciones durante 2018, a través de las cuales el gobierno pretende compensar con deuda en el mercado local la caída del financiamiento externo. Sin embargo, la subasta de ayer tuvo componentes que deberían haberla hecho distinta.  

La semana pasada la Argentina recibió los primeros 15.000 millones de dólares del Fondo que, de manera directa e indirecta, irán a defender el tipo de cambio. La mitad tuvo como destino apuntalar las reservas y el resto, con destino a achicar el déficit presupuestario, se liquida de a 100 millones todos los días para aumentar la oferta de dólares. Además, hace una semana la empresa MSCI resolvió reincorporar a la Argentina a la categoría de emergente, lo que beneficia a empresas locales que cotizan en los mercados internacionales. 

Pese a que se trata de dos noticias que no mejoran las perspectivas económicas del país –la primera implica más ajuste y recesión y la segunda favorece sólo a un puñado de empresas que operan en Nueva York–, funcionarios del Ejecutivo anticiparon una rebaja en el costo del crédito financiero y un mayor volumen de inversiones. Pero la colocación fue más costosa que lo que había sido a principios de mes. 

Según informó Hacienda, adjudicó el equivalente a 299 millones de dólares en Letras del Tesoro a 105 días (con vencimiento el 12 de octubre) y 462 millones a 238 días (22 de febrero). Por cada lámina de 1000 dólares los inversores le pagaron 989,50 para la letra más corta y 971,81 para el vencimiento más extenso, lo que derivó en tasas de 3,69 y 4,45 por ciento. El miércoles 13 el ex Ministerio de Finanzas, a cargo entonces de Luis Caputo (ahora presidente del Banco Central) adjudicó 450 millones de dólares a 4,20 por ciento y vencimiento el 11 de enero próximo. Esta letra se pudo comprar en pesos o dólares “al tipo de cambio correspondiente a la Comunicación A 3500 del lunes 25 de junio”, el cual se ubicó en 27,11 pesos, lo que permite adquirir dólares a cotización para bancos y obtener una tasa de interés en moneda dura.