La Pipetuá tiene nuevo espectáculo: ahora son La Pipetuá lunática, y hacia allí van: directo al espacio exterior. En ese trayecto entre la tierra y el cielo, en un viaje bien delimitado a fuerza de imaginación, transcurre esta propuesta del grupo que ahora tiene un integrante menos, y se adapta a esa circunstancia. Menos clown, menos recursos circenses y acrobáticos, y más despliegue musical y tecnológico en la puesta, es la nueva fórmula en la que, sin embargo, sigue presente un espíritu  lúdico que es marca fuerte del grupo.

La Pipetuá no necesita palabras para contar una historia. Tampoco necesita que esa historia se “explique” en su totalidad: le basta con plantear situaciones con diferentes recursos, siempre marcados por el humor y el disparate. Ese humor ya no surge tanto del juego del clown y de la acrobacia –aunque todos los integrantes lo ponen en juego–; se vuelca más al impacto visual y sonoro, y la puesta no ahorra recursos tecnológicos y audiovisuales en este sentido, que se suman al uso de “objetos y excentricidades” que son otra marca de La Pipetuá. 

Y allí van Marito, Vittorio y Wilbur, los tres viajeros con escafandras hechas con bidones, en un viaje de ida y vuelta, al final del cual nada, y todo, habrá cambiado. Todo puede transcurrir en un alucinado espacio sideral, o en el patio de los viajeros; con una sofisticada torre de control de por medio, o con llamado desde un antiguo teléfono; en una secreta misión intergaláctica, o en un viaje de vacaciones en el que al final también –ay– se empieza a extrañar un poco la casa propia. ¿Y qué otra cosa hacen, acaso, tres amigos cuando se juntan a jugar?

Todo se vuelve delirante, o directamente fumón, cuando aparece el conejo que vive en la luna: ese cuya sombra supuestamente se ve desde la tierra en las noches despejadas de luna llena. La voz en off de Pedro Saborido completa el link directo a Peter Capusotto y sus videos, dedicado a los papis y las mamis, en un espectáculo que logra el difícil arte de ser verdaderamente “para toda la familia”. O para ir solo o sola, a viajar un rato a la luna. 

Los espectáculos anteriores, Opereta prima, Sin escalas, A la obra! y 13 años, La edad del pavo (este último, un recorrido que unía escenas de todos los anteriores) llevaron al grupo a viajar por el mundo, con presentaciones en todos los continentes. Lunática lo lleva ahora hasta la luna, y también a los espectadores. En la luna, y en este nuevo formato de trío, se mueven Sebastián Amor, Maximiliano Miranda y Fernando Sellés, los integrantes de La Pipetuá (este último, al mando de los samplers y la música en vivo). Junto a ellos se luce el trabajo de dirección de Daniel Casablanca y de coreografía de Teresa Duggan, los audiovisuales, la realización tecnológica, los títeres de sombras. Y el conejo que vive en la luna, que es un flash.