¿Pueden 30 millones de pesos resarcir una afrenta a la intimidad, una vejación que tuvo a Beatriz Salomón en la picota durante meses y hasta años? Una mujer que se enteró al aire de la “gran revelación periodística”: su marido había tenido sexo con una travesti. Y que fue tema de los programas de chimentos durante años. Los acusados por su calvario son varios. Uno de ellos, Jorge Rial. “Me llevó al estudio para humillarme al aire”, dijo en estos días, cuando se supo de su triunfo. Pero no se contentó con eso, según contó Salomón, y una vez que supo de la demanda, trabajó para dejarla sin trabajo. 

El dinero es una medida, la que puede brindar una sentencia judicial doce años después. Y sí puede compensar la pérdida de dinero, el haberse convertido prácticamente en un fantasma en un medio en el que la permanencia es un valor esencial. El resarcimiento le permitió además a la vedette y actriz, célebre desde que fue una “chica Olmedo”, despacharse a gusto. Según relató en Tribunales, se enteró en el estudio de televisión que habían filmado una cámara oculta de su entonces marido, Alberto Ferriols, con una travesti. A partir de aquel envío, todos los prejuicios y estigmas heterosexistas se pusieron a andar y ella, la “cornuda”, tomó conciencia de lo que se le venía en el remís que la llevó esa misma noche de vuelta a su casa. Entonces –y ahora–, uno de los debates pertinentes era si tenía algún valor periodístico la “investigación” de Punto.doc, conducido por Daniel Tognetti. 

Como el patriarcado siempre es mucho más implacable con las mujeres, la que sufrió una merma en la cantidad y la calidad de las propuestas de trabajo fue ella, y así vio “arruinada su carrera”, según denunció en los estrados. Por eso denunció por “daño moral y violación de la intimidad” a Eyeworks Cuatro Cabezas,  Mario Pergolini, Tognetti y Miriam Lewin, también periodista del ciclo. Su demanda alcanzó a Jorge Rial y Luis Ventura, al entender que la llevaron al estudio a sabiendas, para que viera algo cuyo tenor desconocía, y que la haría reaccionar. “Me llamó para humillarme al aire y al día siguiente felicitó a su equipo por el pico de rating”, arguyó. En su biografía, Rial asegura que no sabía de qué se trataba la nota sobre Ferriols, pero Salomón no lo cree. Y tampoco el  juez Horacio Aliberti, que el 30 de diciembre dictó el fallo a favor de la ex vedette. De paso, y eso esta columna lo celebra, a Salomón le viene bien para promocionar su espectáculo Extinguidas, estrenado en Mar del Plata. 

La propia Marcela Tauro, periodista de Intrusos, salió a “bancar” a la Salomón, que durante estos doce años estuvo sin trabajo, sin dinero y a la espera de la compensación, no sólo económica. La periodista cargó, sobre todo, contra Pergolini y contó que muchas veces Salomón fue a buscar al dueño de Vorterix, pero él siempre prefería salir por atrás, para no cruzarla. 

El tesón de Beatriz para resistir contra viento y marea superó momentos en los que “no tenía un mango”. Rial, según ella misma reveló, se encargó de cerrarle todas las puertas, mover sus contactos para que no le dieran trabajo. En todos esos años, la sostenía algo más que el dinero, y la conciencia de cuánto la habían perjudicado por algo que –por empezar-– no había hecho (¿qué era lo tan grave que se había hecho?) y no tenía ningún valor público. Porque el castigo a una mujer por algo íntimo que se descubre de su pareja –ex desde entonces– es otro de los vericuetos de este mundo machista donde las mujeres pagan por lo que hacen y no hacen, y también por sus maridos. Y ella, que fue reina de belleza en su provincia, San Juan, no se rebeló contra los mandatos patriarcales, quizás ni siquiera los haya revisado, pero que sí los sufrió en carne propia cuando se trataba de sacrificar una pieza en el altar de la familia, las buenas costumbres, y el periodismo que vive de la vida ajena.