Iban 34 minutos del segundo tiempo. Lejos, en Berlín, durante el Mundial de Alemania 2006, el destino plantó una ucronía. La Selección jugaba un gran partido por cuartos de final y estaba eliminando a los locales. Les ganaba 1-0 a los alemanes, cómoda, sin sobresaltos, con gol de pelota parada y teniendo en cancha un equipazo: Román Riquelme, un Tevez bravo, un Masche veinteañero, el goleador Crespo, los bad-boys Ayala y Heinze…

Al DT le quedaba un solo cambio. Miró el banco de suplentes y vio al pibe de oro: el juvenil Messi estaba afiladísimo, hambriento, listo para entrar, liquidarlo de contra, desfilar derecho a la final y levantar la Copa del Mundo a los 19 años y en Alemania. Era la oportunidad perfecta de demostrar todo sumándose a un equipo sólido, ya armado. Era sacarse la mochila desde el principio: ser campeón del mundo a los 19 años seguramente facilita las cosas.

¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? La comparación con Maradona nunca hubiese resultado tan odiosa. A la fiesta de Messi en el Estadio Azteca de Berlín le seguiría una larga carrera en la Selección, con vitrina llena y corazón contento. Una Copa asegurada y muchos mundiales por venir: el 2010, el 2014, el 2018, tal vez el 2022, quién dice el 2026. Todos sin la necesidad de demostrar que podía ser campeón con Argentina. Algún mundialcito más, de todos esos, seguro también lo ganaba. Sin mufas, sin presiones, cool.

Iban 34 minutos del segundo tiempo. Pero no: el DT no lo puso. Miró el banco de suplentes, vio al pibe de oro y… siguió mirando. Hasta que se decidió y quemó el último cambio con el ingreso de otro jugador. Lionel se quedó sentado, presenciando la definición desde afuera, la ñata contra el aire. Esa tarde, la del 30 de junio de 2006, cambió la historia de Messi. Y, tal vez, la historia de la Selección en los mundiales.

Si a los 19 años Messi hubiese sido campeón del mundo, su carrera en la Selección habría tenido todo pago y sin cuentas pendientes casi desde el comienzo. Y de paso, al noquear a Alemania en Berlín, habría anulado la maldición albiceleste ante los alemanes. Messi habría defendido el título con la panza llena en Sudáfrica 2010, entre veteranos como Palermo y pibes de su quinta como Pipita, Fideo y Kun. Messi habría llegado como megaestrella planetaria a ser profeta en Brasil 2014. Habría comandado un equipo de multicampeones ya curtidos para Rusia 2018. Tal vez se habría parado como lanzador en Qatar 2022 y como doble cinco, para despedirse como leyenda en el Mundial 2026, a los 38 años.

Iban 34 minutos del segundo tiempo. No entró Messi sino Julio Cruz. A los 35 empató Alemania y perdimos por penales. Era Messi o Cruz. Fue cruz.