El río Matanza-Riachuelo es un curso de agua de 64 kilómetros que nace en la provincia de Buenos Aires, constituye el límite sur de la Ciudad de Buenos Aires y desemboca en el Río de la Plata. Fue el escenario de las grandes transformaciones demográficas y económicas que signaron la historia de la Argentina. Se convirtió en un importante centro de producción, con mataderos, saladeros y curtiembres dedicados a procesar los principales productos del campo argentino, la carne y el cuero del ganado vacuno. Fue en 1822 que comenzaron a tomarse medidas para contener sus efectos y un decreto llevó a los saladeros lejos de la ciudad que tiempo después serían reemplazados por plantas frigoríficas. Con el tiempo distintas disposiciones municipales intentaron darle una solución al problema pero los dueños de las empresas ignoraron estas medidas y ese fue uno de los conflictos que hasta el día de hoy no se han podido solucionar. 

Con la expansión de la carne argentina en el siglo XX, el Riachuelo se convirtió en la solución de las empresas para disponer de sus residuos, la provisión de agua para sus procesos y un medio económico para el embarque y desembarque de sus productos. Fue así como el puerto de La Boca del Riachuelo se desarrolló con una economía basada en la navegación comercial, donde también hubo talleres y fábricas que con el tiempo se asentaron en las orillas. 

La llegada de los inmigrantes empujó el crecimiento de las industrias y produjeron la zona de mayor densidad poblacional de la Argentina. La actividad portuaria se abasteció de los talleres metalúrgicos y en las décadas posteriores se sumaron astilleros, plantas metalmecánicas, polos de curtiembres y centros de producción de electrodomésticos entre otros. 

Todos los desechos de estas industrias continuaron afectando el río y el problema se agudizó con el crecimiento de la población y la falta de infraestructura. 

El peor momento de la cuenca llegó en los 70’ cuando las políticas económicas produjeron un proceso de desindustrialización que llevó al cierre de muchas fábricas y talleres. A partir de ese momento la capa de basura flotante, los buques oxidados, el agua carente de oxígeno, construyeron la fotografía del abandono. Sustancias tóxicas, basura  y escombros fueron vertidos en el río por muchos empresarios y habitantes de los alrededores. 

Con más de 200 años de problemas ambientales sin resolver, con la ausencia del Estado y cuya recuperación parece una causa perdida, es considerado uno de los ríos más contaminados del mundo.

Obras de saneamiento, prohibir la incineración a la vera del río y erradicar el mercado de Liniers en la Ciudad, detener la contaminación ambiental industrial, eliminar los basurales, contar con un plan previsible y posible para la relocalización de las familias en riesgo, prolongar los planes de salud y educación ambiental, impulsar obras que eviten las inundaciones.

Contar con objetivos concretos y que se sostengan en el tiempo para lograr una recuperación plena que incluya aspectos ambientales, sociales, culturales, económicos, turísticos, productivos y de esparcimiento, parecen fragmentos de una gran e inmensa fantasía.