Según un informe presentado en 2016 por el INTI, el grado de toxicidad es diferente de acuerdo a cada tipo de pila. Los ácidos, álcalis, sales y metales pesados como el mercurio, cadmio, níquel, litio, cinc, manganeso y plomo hacen que resulten riesgosas para la salud y el ambiente, en general, frente a una inadecuada gestión. Según sus componentes, las pilas y baterías presentan un riesgo ambiental potencial desde su fabricación, uso y tratamiento como residuo. El mayor riesgo a generar un impacto ambiental negativo se produce cuando las pilas o baterías son desechadas. Entre los elementos tóxicos que las componen, el mercurio presenta altos niveles de peligrosidad para los seres vivos, que ven afectada la salud al inhalar o ingerir este elemento. Un alto nivel en la sangre y una alta exposición puede dañar el cerebro, los riñones y al feto durante la gestación. Según el mismo informe, no existe suficiente información que determine la carcinogenicidad del mercurio en humanos, mientras que el metilmercurio y cloruro de mercurio sí se consideran carcinogénicos.