Lejos de París, la céntrica plaza Ban Jelacic, en Zagreb, era escenario de otra gran celebración popular. Según la prensa local, más de medio millón de personas acudieron a recibir a la selección subcampeona del mundo, que logró la mayor hazaña del fútbol de Croacia. En la celebración se lanzaron fuegos artificiales, se consumió mucho alcohol y muchos aficionados se arrojaron a fuentes o al mar con las camisetas de sus jugadores favoritos.

Tras la fiesta, la presidenta Kolinda Grabar-Kitarovic condecoró en el palacio presidencial a la delegación por sus méritos deportivos. 

Desde la noche del domingo hasta la madrugada se festejó ruidosamente en todas las ciudades de Croacia el subcampeonato mundial de la selección capitaneada por Luka Modric, a pesar de la derrota 4-2 ante Francia en la final. “Estén orgullosos: son nuestros campeones”; “Perdieron el partido pero conquistaron el mundo”; “Los Ardientes son nuestro orgullo”; “La plata llega a Croacia, pero para nosotros son de oro”; y “Son nuestros héroes para siempre”, fueron algunos de los titulares de la prensa local.

Para facilitar la llegada de los ciudadanos a la celebración, los trenes redujeron al 50 por ciento el precio de los billetes, mientras que en Zagreb gran parte de los estacionamientos fueron gratis sólo por ayer.

La multitud inundó las calles de tal forma que el autobús con los jugadores a bordo tuvo que circular durante horas con máxima lentitud, algo que no cansó a los futbolistas, que saludaban con entusiasmo a los hinchas. Cinco cisternas llevaron agua a la emblemática plaza y se registraron más de 500 intervenciones médicas con gente desmayada por el cansancio, el sol y la deshidratación. “Hemos realizado nuestro sueño”, dijo Modric, elegido como mejor jugador del Mundial, tras lo cual entonó junto con el público una típica canción de la joven república de 4,5 millones de habitantes, que con el subcampeonato mundial consiguió el mayor éxito deportivo de su historia.