Esta historia me lleva a la adolescencia, más específicamente a mis 16 años, una edad intensa, complicada y etapa a la que asocio la mayoría de mis cagadas (fueron muchas).

Siempre amé la música, sobre todo la música nacional, pero en ese momento y durante varios años tuve una especie de pasión por dos bandas de rock internacionales: Aerosmith y The Rolling Stones. Y cuando hablo de pasión lo digo en serio, lo recuerdo como algo tan exagerado que hasta tengo la sensación de haberlo sufrido. La música estaba en todas partes, en mi ropa, en mis carpetas de la escuela, en discos y casettes que sonaban diariamente y en algún que otro video que salía por la tele. En ese momento había que esperar que pasen el video y si tenías mucha suerte lo grababas, estábamos todavía muy lejos de YouTube. 

En medio de toda esa vorágine me enteré que los Stones venían a la Argentina como parte de la gira de presentación de uno de sus increíbles discos, Voodoo Lounge. Nunca había visto semejante banda y tampoco sabía cuándo tendría oportunidad de que vuelvan, pero siendo realista mis posibilidades de ir a ese concierto eran casi nulas, la situación en mi casa en ese entonces era bastante crítica en varios sentidos.

Me acuerdo que entre las publicidades de la gira se anunciaba una promoción de Coca Cola en la que podías ganar una entrada al concierto detrás de la tapita, quien lo cree... Yo quería que se vayan pronto, que dure lo menos posible esa agonía que sentía, todo en ese ánimo de dramatismo adolescente con el que seguía a la banda.

Un día una amiga me cuenta que su prima había destapado la Coca Cola mágica y ganado la entrada al recital. Parecía un chiste, algo que no podía ser real. Pero seguido me cuenta que no saíia que hacer con la tapita porque no la dejaban ir, chiste dos. Obviamente de inmediato me agencié la tapita y era cierto, decía “ganaste una entrada al recital de los Rolling Stones”. Fue muy fuerte. Tener eso en mis manos.

Poco después otra amiga me acompañó a la fábrica de Coca Cola, era lejos, creo que era Pompeya, y ahí hicimos el canje por la entrada. Todo parece mentira, pero el recital vino a mi, no podía negarlo, el problema ahora era lograr ir.

Llegó febrero y llegó el recital. Confeccioné un plan muy organizado para engañar a mi familia. Me acompañaron dos amigas hasta la puerta. Se oía de lejos que la música empezaba a sonar, yo rogaba que no me pidan el DNI ya que llevaba en el bolsillo uno prestado, el mío había quedado en casa. Aclaro que mi amiga y yo nos parecemos como se parecen el agua con el aceite. 

El recital fue como lo esperaba, totalmente increíble, no solo por lo musical sino como espectáculo, nunca había visto algo así. Tengo el recuerdo de la euforia de la gente, las luces, unos muñecos gigantescos que se inflaban arriba del escenario. Y ellos: tenían una energía de pibes de 20 años. La canción que mas me gustaba de ese disco que venían a presentar es “Love Is Strong”: el amor es fuerte, me gusta lo que dice y además adoraba el video. Recuerdo haberla bailado, sola, más que ninguna otra. 

Salí feliz, con unas piedritas en el bolsillo, de recuerdo, que luego distribuí a modo de agradecimiento entre amigas por haberme acompañado en toda esta aventura.

Obviamente al tiempo en mi casa se enteraron: nunca supe cómo. Pero sé que circulaba una versión de que se me había visto por una pantalla. 

Nunca más volví a verlos, si lo pienso me doy cuenta de que fue una locura que hice por la música. Pero esa locura me acompañó siempre, por algo la música es a lo que me dedico hoy, con la misma demencia, la misma pasión. Hoy los escucho poco, sigo considerándolos una de las mejores bandas de rock internacional. Pero cada vez que suena ese disco no puedo evitar revivir toda esta historia.


Bernarda Marambio nació en 1979 en Buenos Aires y es cantante de música folclórica argentina. La música llegó del lado de su abuelo paterno, Mario Marambio, músico y compositor argentino. Inició sus estudios de canto en el Conservatorio Nacional de música, luego en EMBA y finalmente en el Conservatorio Municipal Manuel de Falla en donde realizó la formación clásica y actualmente realiza la especialización en tango y folclore. Se formó luego con referentes de la música argentina: Silvia Iriondo, Florencia Bernales, Luna Monti y Marcela Passadore. Integró diversos proyectos musicales dentro del folclore argentino y latinoamericano. En el año 2017 editó su primer disco solista Silbando bajito, canciones de raíz folclórica argentina de autores contemporáneos, que está presentando en diversos conciertos.