Este año comenzó con el presidente Mauricio Macri anunciando la voluntad de abrir el debate en torno a la legalización del aborto. Las feministas anhelábamos ese momento, no lo esperábamos durante esta gestión. Parece que ellos no imaginaron la magnitud que alcanzaría el debate a nivel social, los pañuelazos a lo largo y ancho del país, etc. Debatir temas importantes para nuestro país, como el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, requiere honestidad intelectual, preparación teórica y buena voluntad para construir entre todxs la mejor ley posible. Las intervenciones de los antiderechos no son el resultado de torpeza ni ignorancia de quienes han tomado la palabra. En la era de la posverdad esas intervenciones falaces han sido estratégicas. El gobierno de las poblaciones se realiza -también- mediante la circulación de múltiples versiones, la(s) verdad(es) en plural. Se pretende que en el reino del disparate, las razones, motivos y argumentos a favor de la legalización del aborto queden desdibujados en la maraña de argumentos falaces. En lógica, una falacia es un argumento que parece válido, pero en realidad no lo es.?? Allí reside su eficacia simbólica, de nuestro lado queda desnudar el engaño.

 

El aborto como puerta de entrada a la eugenesia. 

Varias han sido las voces que han usado argumentos falsos en contra del aborto afirmando que su legalización daría vía libre al uso eugenésico. De esa manera continúan alimentando el prejuicio de que las personas gestantes que abortan son asesinas. La senadora por Tucumán Silvia Elías de Pérez postuló que el proyecto aprobado en diputadxs propiciaría el uso eugenésico del aborto, a la vez que sostuvo el síndrome de Down como “una enfermedad”. También el diputado de Uruguay Gerardo Amarilla, abogado, afirmó que “El aborto legal se ha llevado más vidas que el nazismo”. Asimismo se expresó Siro de Martini Doctor en Ciencias Jurídicas (UCA): “Una vieja y lamentable lucha a lo largo de la historia de la humanidad es la lucha de los poderosos contra los débiles: en una época los débiles fueron los negros, en otra los esclavos, en otra fueron los judíos y hoy son los no nacidos”. 

Estas afirmaciones tergiversan discursos emancipatorios para inscribirlos en sistemas de opresión. La eugenesia es la idea de que como sociedad se puede aplicar métodos para elegir a los seres humanos, y  fue una idea  base en el desarrollo de todas las ideologías fascistas en la historia de occidente. Por ello, vincular al aborto con la eugenesia y a las personas síndrome de Down lleva el debate a terrenos pantanosos. Es un ejercicio especulativo que da pasos en falso con una intencionalidad política. El proyecto de ley es claro y dice: “anomalías incompatibles con la vida”. A diferencia de lo que sugiere Elías de Pérez, el Síndrome de Down es un síndrome genético, no una enfermedad. Mientras que Inviabilidad extrauterina es que no puede vivir fuera del útero, no que tiene una discapacidad, hay una gran diferencia. La interrupción del embarazo es una decisión que toma la persona gestante, un ejercicio de soberanía sobre el propio cuerpo por los motivos que esa persona considere. El temor a que esa decisión sea detonada por un diagnóstico por discapacidad, deberíamos derribarlo desde una educación no capacitisita. No es la práctica del aborto en sí la que conlleva intrínsecamente el descarte de las personas con síndromes, enfermedades o discapacidades, sino esta sociedad que rechaza las corporalidades leídas como anormales. Demonizar la práctica abortiva no va a corroer el capacitismo en nuestra sociedad.


Ursula Basset, doctora en Ciencias Jurídicas (UCA).

El aborto como obstáculo para el fin de la cultura de la violación

Rodrigo Agrelo, abogado de Portal de Belén, afirmó que la mayoría de las mujeres llegan “muchas veces presionadas por su padre, su pareja o a veces hasta su violador, exigiéndole que aborte”.

La doctora en Ciencias Jurídicas de la UCA Ursula Basset sostuvo “pido por favor que reflexionemos muy bien para que nuestras leyes no sean cómplices de abusos que van a quedar solapados, escondidos, en niñas que van a seguir siendo abusadas y no van a zafar.” Y agregó “Si abortan, nadie se entera que están siendo abusadas”. 

Lo cierto es que en los casos de violación el aborto ya es legal desde 1921. Estos argumentos apelan a que para acceder a esos abortos es preciso denunciar el abuso sexual, por lo que la legalización del aborto sin causal hasta la semana 14 permitiría abortar en caso de violación sin necesidad de denunciar la violación. En este cruce, no es el aborto el eje, sino la violación. Resulta que no se utilizan los embarazos ni lxs niñxs como prueba de violación, sino que las violaciones deben ser denunciadas por constituir un delito en sí mismo, por lo que este argumento no tiene peso en la discusión en torno al aborto.


Miguel Schiavone, rector de la UCA.

El mandato de la maternidad y el riesgo de desacatar

El rector de la UCA, Miguel Schiavone, osó afirmar que abortar no permite “realizarse como mujer” y agregó que “el hombre deberá ser el proveedor generoso del hogar, el que cuide”.

De esta manera reforzó los roles de género que establecen al varón cis como proveedor económico y entendiendo a la mujer exclusivamente como sinónimo de madre, exaltando a la maternidad como la experiencia más importante en su vida a la vez que cumple un rol fundamental en la reproducción de la familia heterosexual. Es así como Miguel Schiavone reproduce los roles y estereotipos de género patriarcales que la ley de Educación Sexual Integral se propone cuestionar. Se trata de una afirmación que tira por la borda los esfuerzos por problematizar los estereotipos machistas y misóginos en el ámbito de la educación primaria, secundaria y superior; los cuales responden a una ley ya sancionada. Es preciso recordar que educación no es sinónimo de escuela, por lo que darle lugar a estos discursos en un debate público es, cuanto menos, un gesto de grave irresponsabilidad.


Martín Nicolás Medina (PRO).

El aborto legal es un negocio

Entre las razones de corte económico en contra de la legalización, apareció el fantasma de que se generen “tours abortivos de los países vecinos, donde no está legalizado el aborto”, en palabras del diputado Martín Nicolás Medina del PRO (Bs. As.). 

La experiencia de Uruguay desmiente el riesgo de “tours abortivos” por parte de personas extranjeras. Para abordar esa inquietud, optaron por regular el acceso a la práctica exigiendo un año de residencia en el país. El argumento de Medina se monta sobre la trillada estrategia de señalar a lxs extranjerxs y migrantes como fuente de conflicto, porque “usurpan” nuestro sistema de salud público. Y por eso resulta particularmente peligroso, ya que resuena en un odio histórico: el dirigido al extranjerx y lxs migrantes pobres, y en contextos neoliberales refuerzan posiciones neoconservadoras oponiéndose a un derecho básico como es el derecho a la salud.

Otro argumento en relación al surgimiento de negocios es que la ley impulsaría el “tráfico de cerebros e hígados de fetos” según la Diputada Ivana Bianchi de San Luis, y también por la senadora Elías de Pérez, quien sostiene que con la legalización del aborto “El negocio va a ser abrir grandes clínicas privadas y así va a empezar el tráfico de desechos de fetos”.

Quienes señalan al aborto legal como un negocio están usando la denuncia que las feministas hace años sostenemos: el aborto clandestino es un negocio. La posición a favor del derecho a decidir denuncia que la práctica existe y la clandestinidad lo único que hace es poner en riesgo a las personas que abortan mientras se habilita un negocio de efectores de salud que lucran con la ausencia del Estado como garante de este derecho.

Por otra parte, el médico Carlos Abel Sánchez Posleman sostuvo que “Es fundamental que dicha mujer conozca los riesgos y complicaciones que pueden ocasionar la práctica abortiva, ya sea en su capacidad reproductora o hasta en la vida de la mujer. En sí misma la práctica es nociva y posee complicaciones.” 

A contramano de lo que afirma este médico, la Organización Mundial de la Salud desde principios de los 90 dice que el fármaco más estudiado en el campo de la salud sexual y reproductiva ha sido el misoprostol y de hecho forma parte de los métodos abortivos recomendados en su “Manual de práctica clínica para un aborto seguro”. A su vez, psicólogxs que también expusieron en el Congreso han afirmado que nocivas son las consecuencias psíquicas para una persona que es obligada a gestar cuando en realidad no lo desea.