Paula Suárez y Leda Torres forman el dúo Suárez-Torres, que toca tangos en piano a cuatro manos pensados para orquestas, pero que ellas mismas arreglan para su instrumento. En Buenos Aires se presentan en milongas, teatros y en livings de casas privadas. Este año, con el primer disco Tango en piano a cuatro manos estuvieron nominadas a los Premios Gardel bajo el rubro Revelación. Paula, unos años antes, junto a un trío de folklores, se llevó dos Premios Gardel. Se conocieron en la universidad, hace 5 años, cuando cursaban para obtener el título de licenciadas, y desde ese día no se separaron más. Salieron de gira por Europa y siguen sumando proyectos y éxitos a su carrera sin descuidar la relación amorosa que las une.

Leda Torres es la más baja y menuda, oriunda de Mar del Plata. Tiene 31. Fue a un secundario de arte donde tenía que elegir entre danzas, artes visuales o música; se quedó con esta última. Cuando terminó se vino a vivir a Buenos Aires para estudiar tango en la Escuela Municipal Popular de Avellaneda. 

Leda Torres: Tenía el sueño adolescente de venir a Buenos Aires, me lo imaginaba grandioso; pero me encontré con un montón de cosas. Tenía que aprender mucho, porque Mar del Plata es una ciudad grande pero también un pueblo. Al principio fue duro… Tenía mucho para aprender.

¿Por ejemplo?

L. T.: Sobre la diversidad y la igualdad de género. Uno viene con cosas incorporadas, que hasta que no te las preguntás no tenés ni idea de que están mal. Por ejemplo, cuestiones machistas. Dicen: Es mujer, pero toca como hombre. ¿Qué es tocar como mujer? Te lo preguntan y uno lo tenía incorporado… 

Decían que Chopin tocaba como una mujer porque era suave…

L. T.: Todos tenemos que luchar contra eso. Lucio Demare es uno de los grandes pianistas que hizo escuela. Es el autor, junto a Homero Manzi, de “Malena”, pero no es un pianista muy reconocido; y supongo que tiene que ver por eso… 

Paula Suárez tiene 42 años y a los seis pidió que le compraran un piano. Su papá es ingeniero y toca el violín; tenía un quinteto de folklore con el que iba al Festival de Cosquín. Aprendió a tocar sola, llevada por la curiosidad de repetir las melodías que escuchaba. A los 10 tuvo su primer profesor.

Paula Suárez: Mi papá recolectaba partituras viejas, esas sepias, y yo las empezaba a leer. ¿Cómo? No sé. A los 15 me compró el piano.

 

Sebastián Freire

MUCHO MÁS QUE DOS 

No les gusta mucho ir a bailar tango, prefieren tocarlo. “Fuimos a la Milonga Queer, pero cerró en mayo. Una pena”, me cuenta Leda. Hace poco tocaron como invitadas de Susy Shock y grabaron para su último disco que está por salir. Las dos son fans de Cortázar y Charly García. El objeto preferido, para las dos, es el piano; y dicen tener una relación de amor y cuidado con los instrumentos que sobrepasa cualquier cosa. Leda colecciona discos y a Paula le encantan los ingredientes de cocina, los colores y sus olores. Trajeron un montón de especias de Alemania, curry raros pero hipnóticos. Sueñan con tener una cocina grande. Les encanta comer asado, pastas, risoto. Tienen casi los mismos gustos, pero Paula odia el queso azul. El papá de Leda es ilustrador y siempre les regala dibujos que ellas pegan en la heladera. También les hizo un muñeco tridimensional de Pugliese y hace poco otro de Piazzolla. Antes de salir a tocar les gusta estar tranquilas en el camarín. Reciben gente pero hablan poco. Prefieren estar concentradas para logar la conexión que tienen en la vida arriba del escenario y que disfruten todes. Me cuentan que a veces les da un poco de hambre antes de salir a escena. La mayoría de las cosas que les gusta hacer tienen a la música alrededor: tocar o ir a escuchar conciertos. 

L. T.: Estamos en un momento donde es importante acompañarnos, entre colegas, comprarnos los discos, escucharnos… Además, existís gracias al otro.

P. S.: Sí, disfrutar del otro. Ya no tenemos esa cosa de decir, ¿por qué no compuse esa canción? Si está buena, hay que disfrutarla. Alguien la hizo para que vos la estés escuchando. Hay que dejar las frustraciones, las angustias, los miedos y escuchar música; eso te da voluntad para llevar adelante las cosas.    

¿Cómo se compatibiliza trabajar juntas y convivir en la casa?

L. T.: Sentarnos a compartir un instrumento es complejo porque se te desarman un montón de cosas: técnicas, posturas, el espacio físico. Cuando uno estudia solo es una cosa. Sentarse y compartir un instrumento es otra…

P. S.: La cuestión es ceder. Ceder mucho… Pero la ventaja de trabajar con la persona que querés es que las cosas fluyen. La desventaja son los tiempos. Decimos que vamos a ensayar y lo postergamos. 

L. T.: Pasamos bastante tiempo juntas y nos llevamos bárbaro.

¿Cómo se creó el dúo?

L. T.: Hace 3 años me contacta quién fue mi profesor de piano en Mar del Plata para invitarme a tocar en el Festival Piazzolla. A mí no me gusta tocar piano solo. Le propuse a Paula hacerlo a cuatro manos y seleccionamos los temas de Astor. 

P. S.: Después agrandamos el repertorio. Pensamos en hacer el disco. El video. Armar recitales. Giras. Dijimos, hagámoslo con todo.

¿Cómo trabajan?

L. T.: Nos sentamos a escuchar los discos de orquesta de: Pugliese, Troilo, Di Sarli, Piazzolla, Salgán, todos muy diferentes. Eso después lo llevamos al piano para cuatro manos.

P. S.: Es muy gratificante. Es algo que pueden hacer muchos músicos. Son horas y horas de escuchar qué toca el violín y lo anotás. Qué toca el bandoneón, y lo anotás. A veces hay un pasaje que dura, literalmente, un segundo, y podés estar muchísimo hasta reconocer qué es lo que hace ese instrumento. Las grabaciones son viejas, están desafinadas; por suerte hay algunos programas que te ayudan. 

El proyecto incluye compartir el material. En la web Suárez-Torres están las partituras…

P. S.: Hay dos partituras pero los colegas saben que nos pueden pedir otras, que se las pasamos. 

L. T.: Lo compartimos porque no hay mucho. Cuesta compartir material y en la música popular no es común hacerlo. 

P. S.: Hacemos unas impresiones ilustradas, fileteadas- retro, que ofrecemos en los recitales, pero el que no tiene guita le mandamos el PDF. La idea de compartir es luchar por un paradigma obsoleto y egoísta, que dice ¿por qué te lo voy a dar? 

Dicen que buscan expresar el mayor grado de emoción en un solo instrumento…

P. S.: Una canción pasa por distintos momentos. Disfrutamos mucho de tocar juntas. Lo que buscamos es que la gente reconozca eso y sienta por transitividad lo mismo que nosotras, pero no sabemos si eso se logra. Pero si sienten empatía, algo de lo que nos está pasando, van a recibir.

L. T.: Tratamos de sacarle la solemnidad al concierto, de trazar un vínculo con el público muy cercano. 

¿Apuntan a algún público?

P. S.: Al que le gusta el tango y al que no, a crearle el interés. A todes.

NO SOY UN EXTRAÑO

¿Cómo se conocieron?

L. T.: Gracias a la educación pública. Nos encontramos en la Universidad de San Martín donde hace 5 años se abrió la diplomatura en música argentina, la dirige Juan Falú. 

P. S.: Terminamos la carrera y somos la primera camada en obtener el título de licenciadas. Nos conocimos en la clase de instrumentos, éramos 4 y el profe. Lo que sigue es un poquito íntimo. Vamos a cumplir 5 años.

¿El ambiente tanguero cómo las trata?

P. S.: No tienen mala onda.

L. T.: O, por lo menos no nos dicen nada en la cara. Tienen cosas muy naturalizadas y le falta crecer un montón. Todavía tenemos diferencias. Yo creo que anduve con suerte, por no sentirme discriminada; porque el ambiente de tango es difícil. Está mejorando, sin dudas, pero es difícil. 

¿Por qué?

P. S.: Para la mujer es muy difícil.  Porque ella tiene dos roles: cantante o bailarina. Hay orquestas donde no ves mujeres. Bandoneonistas no hay…

L. T.: Igual, todo eso está cambiando. Hay muchas más mujeres en acción, por todo lo que se está luchando. Es todo un aprendizaje. Hay generaciones que hoy día siguen haciendo chistes que no tienen sentido alguno. Lo del afeminado. O el piano que es como una mujer: se le puede pegar y no te responde. Terrible. 

¿Les dicen algo?

P. S.: No les festejamos los chistes, es un paso. Y quedan en offside; estamos hablando de gente de 80 años.

L. T.: Yo entiendo que estamos reeducándonos, todos o todes. Yo cometí muchos errores conmigo. En algún momento me habré ocultado, pero bueno, es una lucha que se está llevando a cabo y todavía falta un montón. Recorrés 15 kilómetros fuera de la Capital y ya no es lo mismo que acá. Afuera es más duro, todo está más atrasado.

P. S.: Mucho más religioso.

L. T.: Cuando fue lo del Matrimonio Igualitario me di cuenta que se oponen por mandato, no porque se estén preguntando algo. No es que, si no votás la Ley del Matrimonio Igualitario, va a dejar de haber gays. Lo mismo pasa con el aborto. 

¿Qué las atrajo del tango?

P. S.: Siempre fui una ñoña de la música. Nunca me gustó el rock, solo Charly, lo amo. Estaba estudiando piano con un profesor tanguero. Entonces, tocaba la música que me gustaba.

L. T.: Yo escuchaba mucho rock nacional, mucho Charly. Un día encontré un casete de mi papá, de Piazzolla, y ahí dije ¿qué es esto? Y después empecé a escuchar todo lo de él. En Mar del Plata había un grupo que se llamaba Hombres de tango, eran otras épocas, el pianista fue mi profesor de piano, re tanguero; y yo empecé a querer serlo. 

ANTES DE GIRA

Tocaron en el teatro más grande, del pueblo más chico, Tarbes, en Francia. Es un Festival de Tango que lleva 20 años y es muy codiciado por los argentinos.

P. S.: Generalmente los festivales están dedicados al bailarín, que es el berretín de los extranjeros, viajan de Rusia, de Grecia, de todas partes. 

L. T.: Las giras son autogestionadas donde se supone que recuperamos y ganamos con los cachet. Pero este es un año difícil porque para viajar hay que pensar todo en dólares, y el dólar para nosotros es lo más inestable. 

P. S.: En Europa hay una cultura de instrumentos, hay pianos donde se te ocurra, en las estaciones de trenes, en casi todas las casas.

L. T.: Pocas veces tenés la oportunidad de tocar en esos pianos tan increíbles.

Tocaron en los Alpes…

P. S.: Sí, en una casa, de gente pudiente, que nos llevaron contratadas para una tarde donde el dueño ofrecía vinos argentinos. 

Tocan justo en el momento que se hace el Festival de Tango de Buenos Aires...

P. S.: Sí, pero en el Facaff que contrarresta al festival oficial, con una puesta altísima. En un mes tocan tres grupos por día y hay más de 60; y todo autogestivo. Los mismos músicos que tocamos participamos como voluntarios trabajando en otra fecha. 

L. T.: Esta noche abrimos nosotras. Después viene Quinteto Criollo González Calo y cierra la orquesta típica La Martino. Pero estamos firmes. Ahí, las dos, tocando…

P. S.: Juntas. 

Viernes 10 de agosto a las 21 en el CAFF, Sánchez de Bustamante 764.