Uno de los “platos fuertes” del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura son los encuentros de jóvenes, niños y niñas con los autores que previamente leyeron. En esta edición, unos 6 mil chicos van a tener lecturas y diálogos con escritores y escritoras. Serán 35 encuentros con 21 autores los que ocurrirán en el marco del 23º Foro. Entre ellos, los encuentros multitudinarios de jóvenes con el mexicano Benito Taibo, que se estuvieron preparando previamente con el hashtag #SoyTaibolero. Tendrán lugar en centros culturales de dos localidades de la periferia de resistencia: Fontana y Barranqueras. O los que dará Ruth Kaufman en la escuela de gestión social “Héroes latinoamericanos”, ubicada en el asentamiento Mate Cosido, de la capital chaqueña. O el que tendrá la joven escritora, poeta, editora y gestora cultural ecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano en el Marrio Emereciano, con integrantes de organizaciones sociales, algunas del colectivo feminista.

También Rodolfo Castro, Laura Escudero, Julián López, Antonio Requeni, Mercedes Calvo, Claudia Piñeiro, Silvia Iparraguirre, Mario Delgado Aparaín, Yuri Soria Galvarro, Jorge Isaías, Diego Bianki, Carola Martínez, Graciela Bialet, Marcelo Figueras, Sergio Aguirre, Gerardo Cirianni, Francisco Tete Romero, y Hugo Soriani, de PáginaI12, visitarán escuelas y espacios culturales de localidades como Colonia Benítez, Puerto Tirol, Fontana, Margarita Belén, Barranqueras, Puerto Vilelas, y cruzarán a Corrientes.

“Sé que van a ser muy intensos cada uno de esos encuentros. Privilegiamos grupos de estudiantes de instituciones menos favorecidas, donde no hay manera que 30 o 60 chicos compren un libro. Es decir que el mercado no va a generar per se dichos encuentros, pero sin embargo hace falta”, cuenta Natalia Porta López, directora de la Fundación Mempo Giardinelli organizadora de la movida. “Nuestros chicos fueron conociendo muchos autores en todos estos años de foro y es una experiencia muy fuerte la de conocer al escritor que ha leído. Es la experiencia que en muchos casos les marca que es un camino posible, que a pesar de que no es una ‘salida laboral’ usual o que se espere de ellos, el contacto con la palabra genera cosas reales. Lo empiezan a precibir como algo que no es lejano y utópico”, valora. Todos esos chicos leyeron durante dos meses los textos de esos autores, con voluntarios formados como mediadores de lectura en la fundación.