Luego de una prodigiosa movilización popular y de dos debates legislativos, se produjo la votación del Senado, no dando lugar a la ley por el aborto legal, seguro y gratuito.

Además de lamentables discursos que la ciudadanía tuvo que escuchar desde el inicio de la puesta en debate de la ley, se fue configurando cada vez más claramente un síntoma consistente e inamovible.

Poco a poco se fue instalando en la llamada opinión pública, desde los sectores contrarios al proyecto de ley, la afirmación contundente de que estaban “contra” el aborto. De ahí, por ejemplo, la consigna de “salvar las dos vidas” y un gran muñeco-feto que encabezaba las movilizaciones.

Por lo tanto, se desplazaba la cuestión del derecho al aborto legal, hacia un deseo de abortar. Y los que pugnaban por la ley, fueron construidos como deseosos del aborto. 

¿Qué ocurrió? ¿Por qué esa suposición de goce oscuro? Ese fue el síntoma. 

Es claro que aquellos que construyen el goce oscuro en el otro son sus mismos portadores, que proyectan esa pasión. Ese goce oscuro y su carácter proyectivo puede aglutinar una masa, aun sin un líder.

¿Acaso con esto quiero decir que toda la multitud que estuvo contra la ley padece de un exceso de goce oscuro inherente a su condición personal? De ninguna manera.

Se trata de un fenómeno de masa, donde se produjo el acompañamiento importante de la jerarquía de la Iglesia Católica, los líderes evangelistas y de grupos neonazis, no siendo estos tres, desde ningún punto de vista, equivalentes. Debemos recordar aquí la cultura por el sacrificio, inherente a estas expresiones religiosas, y por otra parte el endiosamiento de la pasión del mal de los neonazis.

Una expresión colectiva alrededor de una pasión oscura, incluso proyectada a otros, puede tener transitoriamente un poder unitivo eficaz.

Pero es claro que todos aquellos que estaban y están a favor de la ley no se posicionaban colectivamente desde una pasión oscura. Al contrario, buscan inscribir como ley un derecho humano. El derecho humano de no morir ante tal difícil decisión pone un resguardo legal a lo doloroso que puede implicar la decisión de un aborto. La defensa por la ley se inscribe en el sintagma “Ni una menos”. Es la inscripción legal, eficaz, de basta de tantas muertes de mujeres a lo largo de la historia a causa del aborto.

Paradójicamente, aquellos y aquellas a quienes se les otorgaba una pasión cruel, son en realidad los que buscan que no sigan muriendo mujeres humildes. Porque las que mueren son mujeres explotadas socialmente. 

Es muy importante separar a la jerarquía de la Iglesia Católica, a los referentes evangelistas y a los grupos neonazis del colectivo que apoyó el no a la ley. También hay que tener muy clara la gran diferencia entre estos tres sectores: con los dos primeros tenemos grandes diferencias a poner en debate; con el tercero, no tenemos nada para hablar ni qué discutir.

La grieta es siempre contra los desposeídos y en beneficio de los pasionarios de lo oscuro, bajo cualquiera de sus modalidades.

No se debe colaborar en afianzar al colectivo que rechazó la ley en lazos con los pasionarios. Todo lo contrario, hay que aislar a esos sectores.

Osvaldo L. Delgado: Titular de la Cátedra Psicoanálisis Freud de la Facultad de Psicología (UBA).