La máxima autoridad del Poder Judicial, es decir, el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, salió ayer a dar su aprobación al juez Claudio Bonadio en la causa de la fotocopías de los cuadernos Gloria. No lo hizo a través de un fallo, sino que lo recibió en su despacho e hizo trascender que en un encuentro distendido de una hora y cuarto le dio todo su apoyo. Los métodos aplicados por Bonadio en este expediente, como haberse quedado con la investigación sin mandarla a sorteo o provocar detenciones para conseguir “arrepentidos”, son cuestionados en el mundo jurídico y gozan de desa- probación incluso dentro de un amplio sector de Comodoro Py, donde hay quienes temen que el actual camino deslegitime la posibilidad de esclarecer delitos en la obra pública, concesiones viales y campañas electorales. El mensaje de Lorenzetti es político y tiene destinatarios múltiples en los tres poderes, cuando hay decisiones clave pendientes: la continuidad del propio Bonadio en la causa, sus procedimientos y la situación de CFK. Su aval al juez, a la vez, expresa la decisión de una parte del establishment que, como en Brasil o Ecuador, apuesta a impedir como sea el regreso de lo que ellos llaman “gobiernos populistas”.

“El trabajo que está haciendo Bonadio le hace bien al Poder Judicial. Está trabajando muy seriamente. Por eso desde la Presidencia de la Corte se quería dejar claro el apoyo total a su trabajo”, dijeron los voceros supremos habituales a Infobae. 

El resto de los jueces de la Corte se enteró de la reunión con Bonadio y del respaldo explícito a su actuación en la causa que sacude a la política y al mundo empresario a través de los medios. Hubo algo de disgusto, porque avalan los conceptos de “lucha anticorrupción y contra el narcotráfico” como lemas, pero no los gestos de personalismo. En los grupos de whatsapp del cuarto piso del Palacio de Justicia creían estar frente al lanzamiento de campaña de Lorenzetti para un quinto mandato como presidente cortesano, una idea resistida por el Gobierno.

Los allegados a Lorenzetti también hicieron saber que el supremo y Bonadio tienen una relación de larga data y que arreglaron verse por mensajes, que el encuentro no fue protocolar y que el juez de Comodoro Py pidió espacio y refuerzo de personal para llevar adelante la investigación de los cuadernos. El vínculo histórico es conocido en tribunales, así como la idea de Lorenzetti de cultivar una fuerte relación con los jueces federales porteños (que manejan las grandes causas de corrupción, narcotráfico y derechos humanos). A Bonadio con frecuencia le prodiga elogios y lo ha mostrado como juez ejemplar por la celeridad con que tramitó la causa por el accidente de Once. Uno de los rasgos más singulares de este juez, que cuenta con este soporte supremo, es haber promovido procesamientos y juicios en particular contra la ex presidenta Cristina Kirchner por políticas de gobierno, como el caso del dólar futuro y el Memorándum con Irán. Lorenzetti terminó a cara de perro con CFK y en los últimos años de su gobierno la Corte tuvo record de fallos adversos al Poder Ejecutivo en la historia suprema. Pero por sobre todas las cosas el presidente del alto tribunal tiene una idea, con la que Bonadio se muestra en sintonía, y que ha intentado inculcar a los jueces inferiores y es que quiere consolidar un Poder Judicial “al que todos los sectores le tengan miedo”. Esa idea le seduce más, cuentan a su alrededor, que la de aspirar a Presidente de la Nación, como en algunos momentos de su  fuerte protagonismo se especuló. A la vez, en momentos de debilidad institucional, siempre emerge su figura.

En la causa de los cuadernos, las objeciones centrales de la defensa deex funcionarios han sido: que el juez no mandó a sorteo el caso de los cuadernos de Oscar Centeno y declaró sin mayores explicaciones la conexidad con una causa sobre sobreprecios en la compra de gas licuado donde estaban implicados Roberto Baratta y el ex ministro Julio De Vido (maniobra que ha sido denunciada ante la Cámara como fórum shopping); supo desde abril la existencia de los cuadernos y no mandó a buscar los originales; aprovechó el caso para hacer detenciones en masa e implementar un método inquisitivo; aplica una puerta giratoria para quienes ofrecen datos como imputados arrepentidos (la confesión se convierte en la llave a la libertad); los arrestos se hicieron en base a los escritos en las fotocopias de los cuadernos y la prueba se supone que se busca con posterioridad. Algunas críticas jurídicas señalan que la Constitución prohíbe esas declaraciones bajo coerción, lo mismo que el uso de escritos privados, como podrían ser los cuadernos.

Lorenzetti les está hablando al resto de los jueces, a los senadores que deben resolver sobre los allanamientos y el eventual desafuero, y también a los empresarios implicados. Ayer la Cámara Federal rechazó la recusación contra Bonadio que había planteado la defensa de Oscar Parrilli. La resolución la firmó sólo Leopoldo Bruglia, porque una reforma del año pasado impulsada por el Gobierno habilita decisiones unipersonales en tribunales colegiados. Esto puede dar eficiencia en el trabajo cotidiano, pero adquiere otro cariz en causas de alto voltaje político, porque toda la carga cae sobre un único juez sin lugar a deliberaciones. En este expediente aún están pendientes planteos similares pero presentados con otros argumentos, como los de CFK.  Quizá en esos recursos sí intervengan otros jueces.