Desde Brasilia

Un día después de presentar su candidatura a la presidencia Luiz Inácio Lula da Silva recibió ayer la bendición del papa Francisco y la visita de Adolfo Pérez Esquivel. El premio Nobel de la Paz argentino conversó con el líder del Partido de los Trabajadores (PT) en la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba. 

En el encuentro también estuvo el ex canciller Celso Amorim. El diplomático, que recientemente viajó al Vaticano, entregó al detenido un libro donde Jorge Bergoglio escribió “Para Luiz Inácio Lula da Silva con mi bendición”. Bajo un paraguas gris que los cubría a ambos, Pérez Esquivel y Amorim repasaron la charla de aproximadamente una hora en la celda del cuarto piso del reclusorio.

“Hemos conversado de muchos temas, en síntesis una de las grandes preocupaciones de Lula es que se reconozca su inocencia, que quede claro que él no cometió ningún delito, que esto es una acción política de los grandes medios como Globo que mienten permanentemente y que están generando una falsa imagen”, contó Pérez Esquivel.

En abril último el Nobel fue impedido de ingresar a la prisión por orden de una jueza de Curitiba, políticamente subordinada a Sergio Moro, el  magistrado que firmó la sentencia contra Lula. Esta semana el lobby judicial curitibano con Moro y el fiscal fiscal Deltan Dallagnol como cabecillas, lanzó otra ofensiva contra el prisionero a través de una serie de iniciativas orientadas a perjudicarlo en la campaña electoral. Una de ellas propuso impedirle reuniones con los dirigentes petistas con quienes ajusta la estrategia trazada hacia los comicios del 7 de octubre. Además se reiteró el rechazo a su puesta en libertad.

“Después de aquella visita en la que no me permitieron ingresar (...) hoy pude entrar, lo encontré bien a Lula, lo he visto con ánimo, esperando una solución para su libertad y lógicamente para su candidatura”, declaró Esquivel.

“Le preocupa la situación en su país y en América Latina dado que estamos en las mismas condiciones, con estas políticas neoliberales de ajustes, de privatizaciones, de pobreza, de hambre”.

El ex mandatario observa con alarma la “judicialización” que campea en la región. Y junto a ella la persecución que tiene como blanco a ex gobernantes “populares (..) como es el caso de Rafael Correa, en Ecuador y  el de Cristina en Argentina”, comentó el visitante argentino.

Allí se sumó Celso Amorim para mencionar la “indignación del presidente Lula debido a la sumisión” del gobierno de Michel Temer frente a  Estados Unidos.

Primero con la anuencia del Palacio del Planalto ante las exigencias de Washington planteadas durante “la visita del vicepresidente Mike Pence”, en junio. “Y ahora con la visita del secretario de Defensa James Mattis, que prácticamente vino a decirnos con quien no debemos relacionarnos”, añadió Amorim.

Mattis inició el lunes en Brasilia una gira sudamericana que incluye Argentina, a donde arribó el miércoles, Chile y Colombia.

El emisario de Donald Trump propuso una “alianza estratégica” entre Washington y Brasilia, en la que los sudamericanos deberían desempeñarse como los líderes de la política de aislamiento y agresión contra Venezuela.

Otra de las recomendaciones del general Mattis fue que Brasil se distancie de China y colabore para contener la influencia asiática en la región.

Amorim repasó sumariamente sus ocho años como canciller (2003-2010) de Lula y la perplejidad manifestada por el ex presidente ante la actual política externa que se comporta de manera “pasiva ante el asedio a nuestra soberanía”.