Los poemas de Mario Benedetti (1920-2009) tienen un singular aire de familia y generan una especie de vibración íntima que sobrevive a las tragedias políticas y desdichas personales: “Sin prevenciones me doy vuelta y siguen/ aquellos dos a la izquierda del roble/ eternos y escondidos en la lluvia/ diciéndose quién sabe qué silencios.// No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes/ pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico/ aquí se quedan sólo los fantasmas.// Ustedes pueden irse./ Yo me quedo”. A la izquierda del roble (recordando a Mario Benedetti), uno de los poemas más bellos del escritor uruguayo, fue el título que eligió Mario “Pacho” O’Donnell para trazar un recorrido teatral y musical por la vida, las ideas y las canciones que los poemas de Benedetti inspiraron en Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Daniel Viglietti y Alberto Favero, entre otros. A los 76 años, O’Donnell debuta como actor y también como artista plástico (ver aparte), acompañado por la actriz María Fiorentino, el cantante Marcelo Balsells y el pianista y compositor Sergio Vainikoff. La obra, dirigida por Daniel Marcove, se presenta todos los sábados de agosto y septiembre a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corriente 1543).

La voz de Pacho está atravesada por la alegría y el asombro de la experiencia de poner el cuerpo en el escenario de la sala Tuñón. En ese ámbito tan teatral las imágenes de Benedetti proyectadas sobre una pantalla –fragmentos de una entrevista que el propio escritor, historiador y dramaturgo le realizó al poeta uruguayo para el programa Testimonios en 1996– dialogan con los poemas y las canciones. Hay textos que resulta indispensable aclarar que no fueron escritos ayer, como sucede con “Seré curioso”, que pertenece a Letras de emergencia (1969-1973): “Aquí en la calle/ suceden cosas/ que ni siquiera/ pueden decirse/ los estudiantes/ y los obreros/ ponen los puntos/ sobre las íes/ por eso digo/ señor ministro/ de qué se ríe/ de qué se ríe/ usté conoce/ mejor que nadie/ la ley amarga/ de estos países/ ustedes duros/ con nuestra gente/ por qué con otros/ son tan serviles”. Pacho subraya en la entrevista con PáginaI12 que tuvo “el honor de conocer a Benedetti, quien me honró con su amistad”.

–¿Qué representa la poesía de Benedetti?

–Benedetti representa los 60 y esa primera parte de los 70, cuando el cambio social parecía estar al alcance de la mano, ese momento de gran efervescencia cultural y artística que acompañó la esperanza y que después terminó en la tragedia. Como digo en la obra de teatro, algunos estaban con Frantz Fanon, con Herbert Marcuse o con Karl Marx; escuchábamos a Paco Ibáñez y recitábamos a Mario. Me parece que Benedetti representa al intelectual de los tiempos oscuros, quizá no sea casual que hagamos esta obra en estos momentos oscuros. Benedetti se comprometió con la resistencia desde su instrumento que era la expresión verbal. Fue un gran poeta; más allá de su compromiso político, muy pocos le cantaron al amor como él. Como se dice en un momento en el espectáculo, ¿quién no quiso amar o ser amado con un poema de Benedetti? Algunos siguen haciendo trampa, auto adjudicándose poemas de Benedetti. Pasaba lo mismo con Pablo Neruda. 

–¿Cómo fue concibiendo la obra que escribió?

–Me imaginé un encadenamiento de imágenes porque desde la visión de un espectáculo Benedetti es muy apropiado. Además ha sido motivo de muy buenas composiciones musicales, la misma cadencia de sus textos hizo que varios hayan compuesto bellas canciones. O sea que los poemas, las canciones, estaban ahí servidos. Lo conversé con Daniel Marcove y se entusiasmó mucho de entrada y eso fue clave para armar después un elenco tan talentoso.

–¿Por qué muchos de los poemas y las canciones del espectáculo suenan como escritas hoy?

–Eso pasa siempre con el buen arte. El poema “Seré curioso”, en el que se pregunta, señor ministro, de qué se ríe, yo mismo aclaro que no fue escrito ayer. La lucha de clases, esa eterna disputa entre el poder y las grandes mayorías, es una constante. La interpretación y expresión que hace Benedetti de eso es muy latinoamericana. Yo creo que es una constante de los uruguayos, desde el gran José Gervasio Artigas, que fue un gran estadista más allá de las fronteras de Uruguay. Escritores como Eduardo Galeano y Juan Carlos Onetti han sido muy latinoamericanos. Benedetti ha sido muy latinoamericano en su comprensión del mundo porque tenía una visión muy desarraigada de lo europeísta que tiene que ver con lo nuestro.

–¿A qué atribuye que esta perspectiva latinoamericanista se dé más en los uruguayos que en los argentinos? ¿Tiene que ver con que Uruguay es un país pequeño y más periférico, ubicado entre Brasil y Argentina, dos monstruos en más de un sentido?

–Yo creo que las cosas son multicausales. Artigas marca muy profundamente el espíritu uruguayo, porque no fue un prócer de la independencia, él nunca quiso que la Banda Oriental se independizara de las Provincias Unidas. Uruguay no le adjudica el valor de la independencia, sino que hablan de él como aquel que marcó la identidad uruguaya, o sea que fijó qué es ser uruguayo. Uruguay es como un representante en chico de la situación latinoamericana.

–¿Cómo fue articulando los fragmentos de la entrevista que le hizo a Benedetti con los poemas y las canciones?

–De entrada surgió así, las cosas me aparecen muy aluvionalmente, muy impulsivamente, tanto para el teatro, la literatura como en los textos históricos. Después viene todo el proceso de modelaje, de corrección. En un principio pensé en incluir el famoso “Un Padrenuestro Latinoamericano”, pero es muy largo, era muy difícil darle teatralidad. Inclusive el poema que da nombre al espectáculo, “A la izquierda del roble” es también muy largo y tomamos la parte final. La entrevista para el programa Testimonios tiene toda una historia porque Benedetti era muy asmático, yo también, así que lo comprendía; el asma, con la edad, se va aplacando. Esa entrevista se la hice en el estudio del Picadero, un estudio de televisión que tenía una entrada muy empinada. Cuando llegó, estaba para llamar a una ambulancia porque le agarró una crisis asmática y hubo que esperar bastante a que se repusiera. Tomó su medicación y después pudimos hacer la entrevista. Benedetti llevaba su inteligencia como si no tuviera otra alternativa, la llevaba con pudor, nunca hacía alarde de eso. Tenía una conversación muy serena, escuchaba mucho; era un gusto estar con él.

–¿Se conocieron en la redacción de Crisis?

–Si, Crisis fue una revista muy emblemática de los tiempos previos de la dictadura. Me acuerdo que en una oportunidad estábamos Mario (Benedetti), Eduardo (Galeano) y yo. Suena el teléfono y atiende Eduardo. Escucha a su interlocutor y con esa serenidad que lo caracterizaba dice: “las amenazas de 14 a 16”. Siempre me acuerdo de esa escena. Después nos volvimos a ver con Mario en nuestros respectivos exilios en España. El estaba en Palma de Mallorca, pero viajaba mucho a Madrid, donde estaba yo. No te digo que nos encontramos muchas veces, pero había reuniones de exiliados que eran para combinar las acciones que podíamos hacer para que se supiera lo que estaba pasando en Argentina.

 Aunque suena su teléfono celular con insistencia, prefiere no atender y continuar tirando del hilo de la memoria. Pacho recuerda que este diario publicó una colección de doce volúmenes que incluyeron veinte libros de poemas del escritor uruguayo y cuatro novelas. “En estos momentos oscuros, tan llenos de bolsas, de Lebacs y de un discurso invadido por términos tan obscenos, ocuparnos de la poesía es saludable. Al menos para mí”, confiesa el autor de la novela Las patrias lejanas y libros de historia y ensayo como Juana Azurduy, la tenienta coronela y El Che.

–¿Qué papel tienen la poesía y el teatro en tiempos oscuros?

–Yo creo que te permite estar en contacto con tu propio deseo en un sistema como el nuestro, cuya característica fundamental es la subordinación del deseo, la colonización del inconsciente. Esta sociedad funciona en base al consumo, esta sociedad necesita de un consumo vertiginoso, que va mucho más allá de las necesidades propias. La idea es que consumas cosas que no deseás y que no necesitás. El precio de eso es enajenarte de tu propio deseo. Una condición esencial de este sistema es no reconocer tu propio deseo. De allí son las enfermedades típicas, que son el panic attack y la depresión, que tienen que ver con un yo muy debilitado. La poesía y el teatro no tienen que ver con el deseo lucrativo. Cuando el exterior, cuando la realidad es muy opresiva, la forma de defenderse es conectándose con aquello que te hace sentir bien. Por eso hay un arte y una cultura que son típicos de los tiempos oscuros. Benedetti es un ejemplo de que en tiempos oscuros se puede hacer muy buena poesía, sin enajenarse de la situación. Él sentía que en esos tiempos oscuros la poesía era un espacio de resistencia que no podía distraerse con la abstracción.

–En un momento de “A la izquierda del roble” recuerda una serie de adjetivos con los que se descalificó la poesía de Benedetti. El más sorprendente quizá sea “aburrevacas”, ¿no?

–Sí, me fijé y existe como adjetivo en el diccionario. No hay animal más aburrido que una vaca. Hay que ser muy malo para aburrir a una vaca. Benedetti tuvo muchos denostadores. Mario Vargas Llosa siempre fue muy despectivo hacia Benedetti. Como hombre de derechas que es Vargas Llosa entiende el valor y la importancia que puede tener una cultura de izquierda. O sea que no solo la desprecia, sino que le teme. Y ahí aparece la necesidad de condenarla, de marginarla, de replicarla. Yo fui el primer ministro de Cultura de la democracia, que entonces era secretaría, y algo que me impuse es que si bien habíamos dudado del valor de la cultura la dictadura había dejado en claro que era muy importante, mucho más importante de lo que imaginábamos por la forma en que la persiguió y la puso como un enemigo a atacar. La dictadura nos convenció de que la cultura y el arte eran muy importantes y para mí fue un tema clave hacer que la gente saliera de las catacumbas con espectáculos en los barrios.

–¿Qué es lo que hace que la cultura se perciba como peligrosa?

–La cultura esclarece, ayuda a entender. Si hay algo que el amo no quiere es que el esclavo entienda. El discurso social en este momento parece estar hecho para engañar, para no entender, porque si vamos los dos y prendemos ahora la tele y nos ponemos a escuchar hablar de Lebac, Letes, Fondo Monetario, tasas… Pero te pasan cosas muy malas, te llegan facturas enormes y corrés el riesgo de que te despidan y no entendés por qué. Si querés entender lo que te dicen o lo que te cuentan, no entendés nada, lo cual hace que el sufrimiento sea mayor, porque si pasás un momento difícil porque ha habido una catástrofe por una inundación o una situación de guerra es razonable. Pero en la circunstancia actual no podés entender por qué y yo creo que no es casual. Raúl Scalabrini Ortiz decía: “cuando usted escucha un economista y no entiende lo que dice, pídale que se lo vuelva a explicar. Si usted sigue sin entender es que lo están engañando”. La enorme mayoría de la gente, entre las cuales me incluyo, no entiende lo que dicen. Para mí la Lebac es un misterio; no entiendo qué es una Lebac. Ni tampoco entiendo qué es eso de la tasa Libor. No entiendo nada de eso. La cultura, el verdadero arte, apela a tu conciencia. Los poemas de Benedetti te cuentan cómo son las cosas, te las explica.

–¿Por qué hay un segmento especial de la obra en el que aparece Benedetti con Daniel Viglietti?

–Viglietti fue su gran amigo. La forma de sobrevivir de los dos fue  hacer un espectáculo que se llamaba A dos voces. Curiosamente se hicieron muy famosos por ese espectáculo. En los años sesenta, todos cantábamos la canción de Viglietti “A desalambrar”. Viglietti estaba muy entusiasmado con el homenaje a Benedetti, quiso participar y después se murió. Me parecía que había que incluirlo porque fue una parte importante de la vida de Mario.

–¿Es la primera vez que participa como intérprete en una obra de teatro?

–Sí, a mis 76 años debuto como actor y como artista plástico y en realidad me burlo de mí mismo porque no soy actor ni artista plástico. Estar arriba del escenario es una experiencia interesante y el público está reaccionando muy bien. Yo soy un audaz con muchas ganas de vivir (risas).