Grecia logró ayer dar por concluidos los acuerdos con la troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Tras nueve años de someterse a planes de austeridad para obtener un rescate financiero por parte de estas instituciones, que lo obligaron a mantenerse en el euro, el país heleno se ubica entre los más pobres del Viejo Continente. Una postal de lo que puede dejar en la Argentina los planes del Fondo Monetario.

Si bien las instituciones europeas elogiaron el fin del programa, cuyo último de tres acuerdos fue en 2015, los griegos vieron en ese lapso perder su poder adquisitivo desde niveles similares a los de España en 2007 a convertirse en los salarios más bajos de la región, lo que disparó un proceso de emigración de los más importantes de Europa. En particular, la salida de los jóvenes más preparados, absorbidos por países como Alemania.

Con los tres planes, Grecia recibió más de 286.000 millones de euros de la Unión Europea y el FMI. La mayor parte con destino a pagar deuda, que asciende actualmente al 180 por ciento de su Producto. Las salidas de prueba del gobierno dieron buenos resultados, pero analistas sostienen que se tardarán muchas décadas, varias generaciones seguramente, en pagar el stock de deuda.

Grecia logró cumplir con los planes de austeridad, pero el daño en el entramado productivo fue letal. La falta de recuperación del tejido empresarial se explica porque los pocos que tienen dinero para comenzar un negocio se ven disuadidos por la cantidad de impuestos que tienen que afrontar. Sin embargo, el gobierno griego no puede eliminarlos si quiere cumplir con su objetivo de superávit primario de 3,3 por ciento hasta 2022 y de 2 por ciento hasta 2060.