“No son denuncias. Son historias de vida de mujeres que han sobrevivido a violencias tremendas”, anticipa Zuleika Esnal a Rosario/12 sobre su libro Estoy acá. Mujeres sobrevivientes, que fue publicado este año por Grupo Editorial Sur y se presenta el viernes en Rosario, a las 19.30, en el Complejo Cultural Atlas, Mitre 645.

Está dedicado “A las que denunciaron. A las que no. A las que pudieron salir. A las que no. A las que me escriben pidiendo que escriba. A las que me escriben pidiendo que no, que solo quieren probar qué se siente que alguien más sepa su infierno. A las `no pongas mi ciudad, por si me encuentra´. A las `mi vieja sabía y no hizo nada´. A las de huesos rotos. A las que ya no están para contar su historia. A las que están acá pero no pueden contarla. A las que escriben paredes. A las que no. A las que salen a la calle. A las que no. A las ´me va a sacar el nene si denuncio´. A las ´callate y aguantá´. A las ´no aguanto más´. A las ´te escribo ahora que duerme´. A las ´te dejo que volvió´. A las ´me mata si se entera´. A las ´no sé a quién recurrir´. A las ´te escribo porque yo no tengo a nadie´”. Y en la lista florece una pancarta: “ME TIENEN A MÍ, NOS TIENEN A TODAS”.

La prosa de Zuleika tiene un ritmo de tambor. Hace repercutir estas historias. Los tambores “nacieron para el grito, desde la esclavitud”. La autora se hace eco del relato de una chica de 20 años a quien no le creyeron que había sido violada con un arma en la cabeza simplemente porque no tenía marcas ni huyó del violador mientras él asaltaba una estación de servicio a mano armada. “Los mismos que enmudecieron paralizados de terror, ponen en duda la actitud de una criatura de veinte años violentada durante horas sin poder moverse”, argumenta. “Y la gente sigue hablando. El día a día es feroz”. Como actriz que defiende sin juzgar, Esnal aboga por Adela, con su vestido de bodas ensangrentado y los hijos que le gritan; por Carolina y por Mariana, abusadas por un padre perverso ante una madre igualmente perversa; por María, “que creyó y sigue creyendo que el tipo que le estalló el ojo de un golpe es lo mejor que le pasó en la vida”.

La historia de Estoy acá empezó hace dos años y medio, el 30 de mayo de 2016, cuando su autora subió a Facebook “Bancatelá” el contundente texto que abre el libro, escrito a partir de una noticia que había leído. “Violaron entre 30 ‘hombres’ a una piba de la edad de mi sobrina. Dice que se baña todo el tiempo, todo el día. Que siente culpa aunque no sabe bien de qué. Y que sueña que le sale basura de los ojos y la boca. Dice que no entiende. Lo primero que preguntó la policía fue si alguna vez había estado en una orgía. 16 años tiene. Lo segundo, que por qué estaba donde estaba”.

“Tenía mensajes de mujeres de toda Latinoamérica contando sus historias y las empecé a escribir”, recuerda. “No, ¿cómo van a ser ficciones? Son historias de vida de mujeres que han sobrevivido a violencias tremendas”, dice con una voz de fuego, una voz que se siente al mismo tiempo como un cálido abrigo sanando el dolor y una llamarada de furia contra los opresores. Esa voz siempre responde “estoy acá”, frase que da título al libro y al hashtag #estoyaca. Actriz y dramaturga, Zuleika Esnal a partir de esas historias le puso letra y cuerpo con sus colegas a la obra de teatro Piel de cordero. “El año pasado la trajimos a Rosario. Nos fue muy bien”, comenta.

“¿Sabés qué, Urtubey? De las casi 8000 mujeres con las que llevo hablando en estos dos años por lo menos la mitad sufrieron abusos de esos que para vos no son violencia. Que te calles la boca y te dejes hacer para que terminen pronto y por lo menos no te caguen a trompadas no significa que no te estén violando”, le contesta al senador Urtubey desde su página en Facebook “NO ME CALMO NADA”. La voz de Zuleika Esnal no se calla ni se calma; la voz de fuego y tambor se multiplica, se expande por una América Latina que en pleno siglo XXI sigue dudando de si una mujer tiene derecho a ser dueña de su cuerpo.