Hace muchos años ya, recién comenzaba a tener mis primeros trabajos en el cine documental y alguien me pidió que respondiera para una publicación extranjera a la pregunta “¿Por qué filma Usted? Una pregunta que en ese momento se puso de moda y muchas otras publicaciones la fueron replicando luego. Hoy lo sé gracias a internet que me permite googlear la pregunta sin encontrar mi respuesta. Sólo salió en una publicación canadiense en papel, cuando aún nadie pensaba en la Net.

Recuerdo eso si que para responderla vino a mi memoria una película que me marcó y que me llevó a pensar que si alguna vez yo me decidía a incursionar en el cine quería sin duda tener el talento para hacer algo así (en esa época nada más lejos de mi realidad). La película en cuestión fue El Desencanto (1976), de Jaime Chávarri. La vi en plena dictadura, en el cine Lorca de la calle Corrientes. Todavía me veo hoy saliendo esa tarde de otoño, conmovida y sin comprender demasiado qué era lo que acababa de ver. Recuerdo que pensé que los censores no la habían entendido y por eso la permitieron. Eran épocas de gran censura y la película hablaba muy mal de la familia y del poeta Leopoldo Panero. 

Salí impactada por el modo en que el director metía al público poco a poco en el interior de una familia, símbolo del franquismo, en franca decadencia y donde cada uno de sus miembros (la madre y sus hijos) muerto el padre, se asomaban y nos permitían apreciar su lenta descomposición. 

Esa película podía interpretarse también como el comienzo del sinceramiento de un país que necesitaba decirse a sí mismo toda la podredumbre que ese período de dictadura y autoritarismo le había asestado a la sociedad y a la cultura. Cuántas similitudes con nuestro país de aquel entonces y quizás de hoy, aunque todavía no podamos verlo.

El Desencanto fue la certeza que teniendo que con una cámara en mano, se podía ahondar en los sentimientos más profundos de las personas y de su realidad. 

Fue la certeza que se podía examinar de cerca a través del cine una experiencia íntima y privada para hablar de lo público. La certeza que lo personal es político.

Fue la incipiente certeza que ése era el cine que me conmovía y que de intentarlo algún día, debía ser en esa dirección.

No se si lo logro, pero me guía la convicción de saber que es posible.

Y es tan fuerte esta convicción que decidí ponerle el nombre de esta película a mi propia productora: El Desencanto films.


Carmen Guarini es cineasta y antropóloga. Doctora por la Universidad de París X, Francia, en Cine Antropológico. Hizo seminarios de especialización con Fernando Birri, Jorge Prelorán y Jean-Louis Comolli. Invitada a foros de discusión y cursos internacionales. Investigadora Conicet, docente en la UBA y profesora de la Maestría en Cine Documental de la Universidad del Cine-FUC y de la Eictv-Cuba. En 1986 funda junto a Marcelo Céspedes CINE OJO, productora pionera en Argentina en cine documental. Funda y codirige desde 2001 el Festival y Forum DocBuenosAires. En 2008 crea la productora El Desencanto Films. Realizó, entre otras, las películas: Hospital Borda, un llamado a la razón (1986); La noche eterna (1990); La voz de los pañuelos (1992), Jaime de Nevares, último viaje(1995); Tinta Roja (1998); HIJOS, el alma en dos (2002); El diablo entre las flores (2005); Meykinof (2005), Gorri (2010), Calles de la memoria (2013), Walsh entre todos (2015), Ata tu arado a una estrella (2017), que se puede ver por estos días en el cine Cosmos, Corrientes 2046.