María Lavalle Lemos era una beba cuando estuvo secuestrada junto a sus padres Gustavo y Mónica, embarazada de ocho meses, en la Brigada de San Justo. Conoció a su hermana casi una década después, cuando recuperó su identidad y fue restituida a su verdadera familia. Durante aquellos años, María José, que nació en el Pozo de Banfield, estuvo apropiada por una policía que prestaba servicios en aquella dependencia policial. Las hermanas fueron, ayer, las primeras testigos del juicio por los delitos de lesa humanidad que tuvieron lugar en ese centro clandestino que integró el llamado circuito Camps en la provincia de Buenos Aires. La primera jornada de testimonios concluyó con los de los sobrevivientes Alberto Manfredi y Nancy Rizzo. 

Mónica Lemos y Gustavo Lavalle eran militantes de Montoneros aunque María, la mayor de sus hijas, aseguró ayer ante el TOF 1 de La Plata que para el tiempo en que fueron secuestrados ya estaban “desenganchados” de esa organización. Para el 21 de julio de 1977, cuando fueron secuestrados, vivían en José C. Paz, donde intentaron una militancia barrial.  

María tenía un año y tres meses cuando fue llevada al centro clandestino de detención donde estuvo junto a sus padres por lo menos una semana antes de ser entregada a sus abuelos. “Empecé a vivir con mis abuelos, pero fueron tiempos muy difíciles. Tenía miedos muy concretos, a los uniformados, a las gorras. Otros síntomas fueron convulsiones, con el tiempo también se fueron yendo estos episodios”, contó durante su testimonio. También relató que “siempre” supo que “tenía padres desaparecidos, que tenía una hermana desaparecida”. Mónica, la mamá de ambas, estaba embarazada de ocho meses cuando fue secuestrada. Su abuela Haydée Vallino de Lemos la buscó desde el primer día. 

María José, que nació en el Pozo de Banfield, fue apropiada por Teresa González, una sargento de la bonaerense que prestaba servicios en la Brigada de San Justo, y su esposo, Nelson Rubén, y recuperó su identidad en 1987, también declaró ante los jueces de La Plata. “Pienso, éramos dos niñas y cómo nos atravesó, más allá de tener los padres desaparecidos, y nos afectó directamente la represión”, reflexionó. Recordó, además, que durante la inspección ocular de la Brigada de San Justo que se hizo en la etapa de instrucción de la causa pudo reconocer el lugar. “Fue muy duro saber que en el mismo lugar que yo iba de chica, mis papás y mi hermana habían estado detenidos”, concluyó. 

Al cierre de sus testimonios, las hermanas Lavalle Lemos solicitaron a los jueces que arreglen el error que hubo en la conformación del juicio oral y que dejó afuera del debate el secuestro de María. No obstante, por permiso del tribunal, ni sus testimonios ni los de los sobrevivientes Manfredi y Rizzo fueron oídos por la mayoría de los acusados, quienes quedaron librados de la obligación de participar pasivamente del juicio vía teleconferencia. El debate continuará el próximo miércoles en la sede de los tribunales federales de La Plata.