Lo cósmico, lo estelar, lo circular. También las infinitas vueltas y capas de sentido que ofrece la música, con sus ritmos e instrumentos, y la palabra poética. De todo eso se nutre Firmamento, el nuevo, precioso y preciosista trabajo del Dúo Karma, que esta vez, además de ser un disco, es un libro. Y que tiene una característica que los adultos deberán saber descubrir: este dúo está calificado dentro de las propuestas “para chicos” pero, siguiendo la mejor tradición trovadoresca de su Cuba natal, es también no solo apto, sino recomendado, “para grandes” (con o sin niñes a mano para tener como excusa). Mañana y el próximo domingo, a las 16, lo presentan en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037).

Xóchitl Galán y Fito Hernández (los Karma) grabaron este disco entre La Habana y Buenos Aires, siguiendo un delicado y afanoso plan de trabajo que incluyó la participación de una cantidad de músicos cubanos y argentinos. Entre ellos, uno especial por varios motivos: Silvio Rodríguez, que puso su voz en “Firmamento”, el tema que da nombre al trabajo. Y si el delicado trabajo de arreglos de los temas de Firmamento es responsabilidad de Hernández, las ilustraciones del libro son obra de Galán, y siguen el mismo espíritu: están trabajadas al detalle, son luminosas, circulares, sorprendentes, poéticas. En las presentaciones en vivo, esos dibujos (hechos a mano sobre tableta digital, con muchas y diferentes texturas y trazos superpuestos) se verán en proyecciones escénicas y mapping, en un trabajo del Grupo Pie. 

“¡Abre la ventana!”, invita el tema que abre el disco. “Que no hay pantalla más verdadera”, dice. Y allí afuera hay un mundo cósmico, galáctico, hay estrellas y planetas y constelaciones… “Todo un universo encima, suspendido, listo para ser descubierto”, define Galán, y cuando lo dice con su tono caribeño, suena nuevamente sorprendida. Es algo que ambos integrantes del grupo relacionan también con un recuerdo de infancia. “Cuando era muy pequeña, había un momento especial por las noches. El de salir al balcón de mi casa en La Habana, y que mi papá me nombrara las constelaciones. Encontrar allí una Osa Mayor, una Osa Menor, descubrir ese universo cósmico, me acompañó y me hizo crecer más feliz”, asegura. 

También para Hernández el firmamento aparece en un recuerdo de pequeño, en su caso especialmente a través de un libro. “Era un libro bastante grande y ancho, o al menos así lo recuerdo. Era como de ciencia, y tenía un gran trabajo de arte, grandes dibujos del cielo, los astros, los planetas… Me encantaba ese libro y a cada rato lo hojeaba. Me recuerdo pequeño, tirado en el piso, con el libro abierto, viendo las galaxias, las constelaciones, las supernovas”, vuelve atrás. “Pero, además, mi sueño como buen niño era ser astronauta. En cuba había un astronauta célebre, Arnaldo Tamayo, que fue un suceso tremendo. Yo tenía todas las libretas y libros forrados con las imágenes de Tamayo, y era un sueño mío conocer el universo”, sonríe ahora el músico. 

Además de todo lo que ocurre sobre fondos negros estrellados (lunas llenas de gatos, gatos llenos de lunas, barcos y peces nadando entre pájaros y árboles), en el libro también se encuentra un “glosario de términos para despejar la noche”. En lo musical también se desarrollan ritmos e instrumentos que trazan un universo que va del Caribe a Oriente, de Africa a Latinoamérica. Pero sobre toda esa complejidad hay una simpleza y una carga poética que hace a Firmamento un trabajo para todas las edades, desplegado en varias capas de sentido.  

–¿Cómo trabajaron los arreglos y la concepción musical del disco?

Xóchitl Galán:–Como manejamos la música en general, pero esta vez tal vez especialmente, quisimos pensar también en un público adulto, ampliar un poco más el abanico. Realmente no quisiéramos ponerle une etiqueta específica, nos encantaría poder presentarlo de verdad para todos los públicos y todas las orejas: los niños solos, con su entorno adulto, y también los adultos solos. Para que cada quien lo disfrute y lo desmenuce de acuerdo con su experiencia y su lugar.

Fito Hernández: –Lo musical fue un gustazo tremendo que me di, porque pensé en los músicos que teníamos a mano en Cuba, unos musicazos que admiramos y queremos. Y así nos lanzamos a hacer el arreglo de un tema como “Chachachá con tereré”, por ejemplo, con un sonido de los años cincuenta, con los vientos y con mucho swing, y con un solo de trompeta espectacular de Thommy Lowry. Y otro tema como “Firmamento”, con el multi instrumentista Franqui Corbea, que dedicó muchos años de su vida a instrumentos de la India, de Irán y de Irak y del Caribe, y así suena udú, darbuka, santur y tabla india junto a bongó o tumbadora. De ahí podemos pasar a un tema como “Arbolito del otoño”, que solo tiene palmas, percusión corporal y vocal. O a “El sombrero de lunares”, con ese bajo acústico de Gastón Joya, y la voz de Xochítl que suena lejana, como en una atmósfera de otra galaxia, y como de una cosa dentro de la otra y dentro de la otra, como en espiral… Es un disco que tiene muchas atmósferas, y eso me encanta. 

–Esa circularidad también parece un concepto del disco. ¿Fue buscada?

F. H.: –Está en nosotros. Y es también algo que viene de infancia. Cuando éramos niños muchos de los cuentos de la literatura rusa que llegaban a Cuba tenía eso de una cosa adentro de otra, y otra. Nos fascina y hasta nos trajimos de Cuba un libro que Xóchitl tenía en su casa, una selección de cuento rusos que es un sueño. Tenemos eso en común y un día, caminando por La Habana, en estas idas y vueltas entre ciudades, salió “El sombrero de lunares”,  justo en ese lugar donde vivimos esa literatura que nos influenció. 

X. G.: –No solo los arreglos de Fito tienen esa circularidad, también los dibujos, casi todos están signados con lo espiradado. Y está el recorrido circular de los planetas, el salir de un punto de partida y volver al mismo lugar, pero enriquecido. Eso es también el desarrollo, la evolución… 

–¿Cómo surgió la participación de Silvio Rodríguez?

X. G.: –Este libro disco ha sido un cumplidor de muchos deseos y sueños que teníamos. Cuando compusimos la canción “Firmamento”, mucho antes de soñar el disco, ya pensábamos qué hermoso sería la presencia y la voz de Silvio en nuestro tema. Porque él es el background de nuestra infancia, crecimos escuchando Silvio. Fito con su hermana ya lo conocía personalmente, y cuando nos hicimos músicos, trovadores, Silvio pasó a ser una cosa mucho más elevada todavía. Es un referente necesario, imprescindible, por algo hasta hoy seguimos volviendo a los temas que Silvio hizo hace tantísimos años. Lo volvemos a escuchar y le encontramos cosas nuevas, cada vez. 

 F. H.: –En su obra también hay muchas referencias a la temática de la astronomía. Y, de hecho, Silvio es un amante ferviente de la astronomía. Entonces, además del encuentro entre dos generaciones, por el amor a la poesía y a la canción, estamos unidos por esto que nos gustaba de niños y que nos sigue gustando de grandes:  mirar al cielo, fascinarnos, hacernos preguntas. Silvio fue super generoso, lo invitamos y enseguida nos dijo que sí. Nosotros estábamos acá ya por comenzar a mezclar, y él lo grabó en La Habana. Fue una cosa de lo más vintage, porque nos envió las pistas en un CD. ¡No había fuerza suficiente para mandar on line desde Cuba! 

X. G.: –Y fue un momento maravilloso escuchar al fin todo lo que él había inventado. El emisario fue en verdad la emisaria, o mejor dicho, el ángel guardián, María Santucho. No podía ser de otra manera, todo vino con unas bendiciones tremendas porque María, además de ser una amiga que queremos muchísimo, es un poco la culpable de que andemos por Argentina. La primera vez que vinimos, en 2003, fue por una gira que organizaron desde el Centro Cultural Pablo de la Corriente Brau, que ella coordina. Luego Silvio nos invitó a dos de sus conciertos por los barrios, la gira interminable que lleva haciendo en Cuba. Y en 2012, ya en Argentina, nos invitó a abrir sus conciertos en el Luna Park. Años después, fue María la que trajo y custodió esa maravilla suya. ¡Otro círculo en nuestras vidas!

–Dicen que hicieron este disco también para adultos, pero su público es fundamentalmente infantil. ¿Cómo lo piensan presentar?

X. G.: –Nosotros venimos de la tradición trovadoresca, donde no es extraño para nada que un trovador que se dirige a un público adulto tenga un puñado de canciones que pueden ser para niños. Entonces quizás haya niños escuchando entre el público, y ellos cantan para las familias. Eso es normal en Cuba, entonces para nosotros no es una rareza que convivan ambos repertorios. Ultimamente cada vez nos parece menos útil la etiqueta “para niños”. No tiene sentido excluir al adulto que acompaña al niño, que en definitiva es el que va a decidir la música que ese niño va a escuchar, en la casa o en la escuela. Si él no se siente seducido, no se siente motivado por esa música, es medio artificial lo que sucede. En cambio es muy válido cuando el adulto la pasa bien con la música que comparte con el niño, cuando establece un vínculo, algo en común, desde el goce, o desde la emoción. 

–¿Y qué quieren lograr con esta música?

F. H.: –Me gustaría que Firmamento sirviera para inspirar otros trabajos, y también para inspirar a los niños: a dibujar, a contar, a preguntar y a hacerse preguntas.  Pensar que tal vez el universo que los rodea es mucho más amplio de lo que encuentran a simple vista, más inmediato. Y si esto sirviera también para ayudar a ampliar el universo de los adultos, para expandir sus miradas también... ¡Qué bueno sería!