Mientras una parte de la economía seguirá manejándose durante el fin de semana sin precios de referencia, a la espera de los anuncios que prometió hacer el próximo lunes el ministro de Hacienda, otros ya anticipan fuertes aumentos en las listas de precios que enviarán a sus clientes en los próximos días, que no podrán pasar de mediados de la semana entrante. En el rubro de combustibles, las cámaras de expendedores estaban atentas a la decisión que en las próximas horas asumirán las petroleras, en particular YPF, que tenían previsto en principio transferir a precios la mayor carga impositiva, con una incidencia que oscilará entre 1,4 y 2,5 por ciento en el precio en el surtidor. Esa suba se concretará a partir de hoy, pero por ahora se posterga un aumento mayor  para volcar parte de la incidencia del alza del dólar, hasta que la cotización se estabilice. El abono de la medicina prepaga también aumenta, pero desde octubre. 

El aumento de las cuotas de la medicina prepaga autorizada para octubre es del 8 por ciento. Es el cuarto aumento del mes, que desde junio se aplica bimestralmente, y acumula en lo que va del año casi un 30 por ciento. Se espera que en los próximos días haya una lluvia de reclamos de aumentos en distintos servicio regulados, acusando el desfasaje entre tarifas y costos a la luz del shock inflacionario que provocará la megadevaluación de los últimos días. 

Uno de los rubros que dejó de ser regulado, por decisión de las autoridades del actual gobierno, es el de combustibles. El compromiso de las petroleras era ir ajustando los valores en surtidor mensualmente, reflejando el precio del barril de crudo en el mercado internacional, transformado en pesos. El sector denunciaba previamente un retraso del 40 por ciento respecto de la paridad de importación, pero había aceptado recuperarlo pausadamente. Con el salto del dólar del último mes, este desfasaje se disparó. Como, además, este mes debería aplicarse un ajuste adicional por una suba ya pautada en la carga impositiva de los combustibles, ayer las petroleras –en particular, YPF– meditaba qué decisión tomar. Si hacían un traslado mayúsculo de la devaluación (pocos se atrevían a arriesgar un precio), podían llegar a provocar un caos, dada la incidencia de los combustibles en los costos de casi todos los sectores de la economía. Si el incremento era mínimo, no sólo afectaría la rentabilidad sino que obligaría a múltiples aumentos sucesivos para recuperar el terreno perdido. Hasta última hora de la tarde de ayer, prevalecía la idea de esperar unos días a que el dólar se estabilizara antes de aplicar el aumento. 

Son varios los rubros industriales en los que, durante la semana, se fueron paralizando las entregas de insumos y materias primas, ante la evidencia de que el valor del dólar había entrado en una dinámica impredecible. La dolarización de los precios de la economía, voluntariamente buscada, hizo caer al modelo en su propia trampa. En una economía abierta a la importación, el gobierno confió en que los precios internos se alinearan con los valores internacionales, con la ilusoria idea de que así se frenaría la inflación. No sólo no ocurrió en meses de relativa estabilidad del dólar sino que ahora, con la estampida, todos los bienes tienden a acomodarse al ritmo de la devaluación, contengan materias primas importadas o no, se trate de productos transables en el comercio internacional o no. 

 En el sector textil, algunas materias primas sólo se podían conseguir entre jueves y viernes “pagando en dólares en efectivo, contra entrega”. Se trata, según explicaron fuentes del sector, de rubros con oferta muy concentrada y en las que, en uso de su posición dominante, pueden imponer las condiciones de venta. Y soportar que muchos de sus clientes decidan no comprar o postergar su compra. En otros rubros del mismo sector, con una oferta más diversificada, la posición del cartel proveedor fue suspender las entregas “hasta que aclare”. Los fabricantes de productos finales (prendas de vestir) observan que, frente a estas dificultades, “quien tenía stock de materias primas, sigue trabajando, aunque no sabe a qué precios deberá reponerlas, ni tampoco sabe a qué precios vender”. 

Dirigentes del sector de pymes industriales señalan un panorama desolador. “Para muchos de los que estamos hoy en actividad, es una crisis sin precedentes; sabemos que vamos a trabajar a pérdida durante varios meses, porque no hay forma de trasladar al precio final los aumentos en nuestros costos”, puntualizó un dirigente del sector. “Los que tienen algún stock previo de materias primas podrán resistir un poco más, pero el que tenga que salir a buscarla ahora para producir difícilmente lo pueda hacer, porque en casi todos los rubros de bienes finales tenés mercados muy deprimidos”.