Estaba Chucho Valdés tomándose un café en un bar de Buenos Aires cuando, de repente, un mal movimiento volcó la taza. El enorme pianista cubano terminó con el líquido negro desparramado en su camisa y luego pasó lo que pasó: “Fui a un shopping a comprarme otra y escuché un tema que me encantó. Pregunté quién era y me dijeron ‘Patricia Sosa’”. Valdés se refiere a “Por él”, uno de los tantos temas de amor cantados por la ex La Torre, incluido en el disco No me dejes de amar, publicado en el 2002. La primera reacción del multipremiado músico fue la de preguntar de quién era esa voz tan linda y potente y, una vez enterado, sobrevino la segunda: comprar sus discos. La tercera fue intentar conectarla. Y la cuarta, ya logrado el fin, quedar en hacer un disco juntos. “Nos pusimos en función de intercambiar canciones por un par de años y acá estamos”, dice. El “acá estamos” de Valdés significa que literalmente están juntos en algún lugar de La Habana –desde dónde se comunica con PáginaI12–, con un disco publicado (Once) y una serie de shows por venir, que incluye la presentación de hoy en el Gran Rex  (Corrientes 857).

Once, número al que el músico nacido en Quivicán setenta y ocho años atrás le atribuye cualidades mágicas, es el último publicado de un trayecto disquero que se inició en 1986 con el revelador Lucumí, tras un intenso periplo que lo había paseado por infinidad de experiencias. Entre ellas, tríos de jazz, orquestas, el fundacional grupo Irakere o la orquesta cubana de música moderna, mojones que lo fueron posicionando entre los mejores pianistas del mundo, incluso antes de grabar Lucumí. “Me han reconocido por lo que hice a través de muchos premios y estoy agradecido. Les doy mucha importancia a ellos porque, para mí al menos, un premio es un reconocimiento al trabajo y al sacrificio diario”, sintetiza Valdés, a quien parece que el tiempo le dura más que al resto de los mortales. No solo sigue siendo una máquina de tocar, grabar, componer y arreglar, sino también un benemérito docente que continúa impartiendo conocimientos en el Instituto Superior de Arte de La Habana. “Les diría a los argentinos que se vayan preparando, porque algo muy diferente a lo que hace Patricia por su lado y a lo que hago yo por el mío va a ocurrir en el recital del dúo. Estoy hablando de un altísimo nivel de calidad y corazón. Y esperamos que pase lo mismo que en Cuba, que fue un exitazo”, prevé.

¿Qué pasó en Cuba? Que ambos mostraron Once ante un Teatro Alicia Alonso repleto. “La experiencia fue increíble”, refrenda el pianista. “Tanto a Patricia como a la banda, el público nos recibió con mucho respeto, admiración y cariño. El teatro estaba lleno, las entradas se vendieron en unas horas y fue una noche muy especial, porque el grupo de mis músicos y los de Patricia se compenetraron muy bien. Todo fluyó increíblemente. Con ella funciona una química muy linda, fruto de una voz que me gustó de entrada. Incluso, los arreglos que he hecho para este disco han sido pensados para su tesitura vocal y para su excelente afinación, a fin de que se sienta cómoda a la hora de cantar”, sostiene Valdés, acerca de un dúo que le recuerda al que armó con la cantora española Concha Buika en el alba de esta. Momento aquel que, además, significó su retorno al Carnegie Hall de Nueva York, tras treinta y cuatro años de ausencia, nada menos que para interpretar temas de Chavela Vargas. “Patricia escuchó aquel disco y lo tuvo como referencia a la hora de grabar Once”, agrega.

–Desde el Grammy Latino por Misa negra, grabado con Irakere en 1979, hasta hoy, obtuvo diecinueve nominaciones y ocho premios. Más allá de lo que dijo sobre ellos, hay una conexión directa con Miami en ese punto. ¿Cómo vive este puente entre aquella ciudad y su querida Habana?

–Yo no creo en diferencias. Para mí, Miami y La Habana son la misma cosa. Unos de un lado, otros de otro, pero con el mismo corazón y las mismas raíces. Respecto de Cuba, es fantástico lo que está pasando con la música. Cada día se descubren nuevos talentos con una formación académica fuera de serie. Y en América latina hay grandes talentos, pero es cierto que necesitamos la oportunidad de poder descubrirlos y ayudarlos en su desarrollo.

Valdés y Sosa presentarán su disco en la Argentina bajo el nombre de “Concierto para dos”. Es el estreno en Buenos Aires del trabajo grabado en el estudio que el pianista posee en otra de sus ciudades predilectas, Málaga, junto a Georvis Pico Milian en batería y percusión; Gustavo Giuliano en guitarra baja y contrabajo; Marta Mediavilla en coros y una poderosa sección de vientos conformada por Ervin Stutz (trompeta líder, flugelhorn y trombón), Alejo Von Der Pahlen (saxo tenor y barítono); Carlos Arín (saxo alto y trompeta): Fabián Veglio (trombón); y Dany Vilá en violonchelo. “Si tuviera que optar por dos temas del disco, me quedaría con ‘Concierto para dos’, de Paz Martinez, porque hay un vínculo muy grande entre el solista y el acompañante. Y con ‘Allí’, de Héctor Flores Osuna, porque tiene un estilo más tropical donde Patricia encontró fácilmente la onda y lo hizo de una forma muy personal sin dejar de ser ella”, elige el pianista, entre un manojo de canciones que incluye dos temas suyos en coautoría con Pablo Milanés (“Distancia” y “Días de otoño”) y tres de la dupla Patricia Sosa-Dany Vilá: “Ningún amor es perfecto”, “Vela encendida” y “Marcada a fuego”.

“Cuando Patricia llegó a Málaga, yo había trabajado en los arreglos, y lo primero que hicimos fue ensayarlos con piano solamente para confirmar que todo estuviese bien, porque algunos temas eran versiones que Patricia había grabado en un estilo distinto al que terminé haciendo yo. No solo los llevé a un estilo cubano, sino que también le añadí elementos flamencos. Por suerte, ella rápidamente se adapto y todo salió increíble”, cuenta Chucho acerca de la cocina de un trabajo que la cantante consideró como una “experiencia sagrada”. “Yo la llamaría igual, porque hay una serie de factores que han hecho posible nuestro encuentro y creo que ahí está la mano del gran titiritero, como también dice ella”. La experiencia en dúos, claro, no es ajena al universo Valdés. El más notable fue el que armó con su padre Bebo (legendario director de la orquesta Sabor a Cuba) entre 2009 y 2010) con el disco Juntos para siempre. Pero también pisa fuerte el que armó con Milanés y desembocó en el disco Más allá de todo; con Omara Portuondo, que lo tuvo buena parte de 2012 girando por Italia, Suiza, Austria, España, Japón, Costa Rica y Panamá; y el ya mencionado con Buika. “También trabajé en dúo con Natalie Cole y con Silvio Rodríguez”, agrega. “Y lo que tiene de lindo y rico este formato es que todas las experiencias son diferentes, porque cada cantante tiene sus cualidades, y uno debe captarlas desde su trabajo para que salga lindo”, completa.