El Gobierno oficializó ayer una nueva suba en el precio del biodiésel, combustible que se elabora fundamentalmente a partir del aceite de soja. El ajuste es de 17 por ciento y en lo que va del año el incremento llega al 105,5 por ciento para las grandes empresas integradas con una aceitera. Las petroleras están obligadas a cortar el gasoil con un 10 por ciento de biodiésel. Por lo tanto, Shell confirmó anoche que hoy aumentará los precios de ese combustible un 2,3 por ciento y al cierre de esta edición el resto de las empresas evaluaba  seguir sus pasos. Con este ajuste, el gasoil común de Shell trepa en el año un 54,1 por ciento y el premium un 57,6 por ciento.

En la industria del biodiésel hasta diciembre las grandes empresas integradas recibían 12.897 pesos por tonelada. Las firmas grandes no integradas tenían un precio fijado de 14.189 pesos, mientras que a las pymes les correspondía cobrar 15.353 pesos. En marzo, la Secretaría de Recursos Hidrocarburíferos actualizó los valores para el primer trimestre y unificó los precios fijando un valor para todas las empresas de 15.447 pesos en enero, de 16.524 pesos en febrero y de 17.362 pesos en marzo. Luego siguió subiendo todos los meses hasta llegar ahora a 26.509 pesos la tonelada. La suba acumulada en el año para las grandes empresas integradas, como Cargill, Molinos Río de la Plata, Renova, Cofco, T6 Industrial, Vicentín y Viluco, es de 105,5 por ciento; para las grandes firmas no integradas como Explora, Patagonia Bioenergía y Unitec Bio el incremento llega al 86,8 por ciento, mientras que para las medianas como Advanced Organic Materials, Aripar Cereales, Biobahia, Biobin, Diaser y Refinar Bio el ajuste acumulado es de 72.6 por ciento. En todos los casos, más que duplica la inflación del mismo período. 

En los considerandos de la resolución 3/2018, publicada ayer en el Boletín Oficial con la firma del secretario de Energía Javier Iguacel, se afirma “que las recientes alteraciones cambiarias, sumadas al impacto que tuvieron para los precios del aceite de soja –principal insumo para la elaboración de biodiésel– los cambios introducidos por el decreto 798 del 3 de septiembre de 2018 en los derechos de exportación del citado insumo, exigen la implementación de mecanismos transitorios tendientes a limitar el impacto de las modificaciones ocurridas en las variables macroeconómicas”. La suba del dólar tuvo un impacto en los costos empresarios, pero no está claro porque la aplicación de retenciones a las exportaciones también inciden en la suba. En el sector afirman que lo que hizo el gobierno es compensar al complejo oleaginoso por el menor ingreso que le provocarán las retenciones. 

El bioetanol, que se mezcla con las naftas, ayer no aumentó, pero también vino subiendo fuerte y en lo que va del año la suba acumulada es de 35,2 por ciento para el producido en base a caña de azúcar y de 41,2 por ciento para la variedad en base a maíz. Entre las productoras azucareras se encuentran Alconoa, Bioenergía La Corona, Bioenergía Santa Rosa, Bio Ledesma, Bio San Isidro, Biotrinidad y Compañía Bioenergética La Florida, mientras que del lado de las maiceras figuran Vicentín, Promaíz, Diaser, Bioetanol Río Cuarto y Aca Bio Cooperativa.

Las petroleras cuestionan por lo bajo la fuerte suba de los biocombustibles y la atribuyen, en el caso del biodiésel, al lobby de los sojeros y, en lo que refiere al bioetanol, al poder de presión de los gobernadores de provincias donde los productores de azúcar y maíz tiene una gran relevancia regional. Las petroleras se quejan de que los productores de biocombustibles obtienen su rentabilidad a costa del precio regulado por el Estado que están obligadas a pagar las refinadoras. Además, si eventualmente YPF, Shell o Axion quisieran importar el biocombustible no pueden hacerlo. 

Iguacel anticipó el viernes que evalúa tomar otra medida a favor de los productores de biocombustibles. El funcionario dijo que quiere que le vendan combustible directamente al campo, las industrias e incluso los usuarios para romper con la supuesta cartelización petrolera. En las empresas, sin embargo, creen que es solo una bravuconada del secretario porque las inversiones que deberían hacer los productores de bio para refinar y vender un combustible ciento por ciento verde son muy significativas y para ellos el verdadero negocio pasa por venderles a las refinadoras un cupo cada vez mayor a precio regulado por el Estado, como viene siendo hasta ahora.

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