La ultraderecha en Europa está en ascenso. Las voces xenófobas y nacionalistas hablan cada vez más alto frente a la inmigración. Hay gobiernos que quieren blindar sus fronteras en el mar y otros que quieren hacer lo mismo con sus fronteras terrestres. Estas voces no sólo son un problema para la diplomacia de la Unión Europea: también causan problemas hacia adentro. En particular, las que llegan desde Polonia y desde Hungría. Ambos países son la mosca autocrática que ensucia el vaso de leche de la democracia liberal europea. Eso dice el sociólogo e historiador húngaro Bálint Magyar, quien estuvo en Buenos Aires , donde ofreció la conferencia  “La Polonia de Kaczynski, la Hungría de Orban y la Unión  Europea: Autocracias poscomunistas contra la democracia liberal” invitado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. “La Polonia de Kaczynski se está dirigiendo a una autocracia conservadora, pero no traspasaron todavía un punto de no retorno, todavía pueden volver a la práctica de una democracia liberal. Esto es de suma importancia no sólo para el destino de Polonia sino para el destino de Europa. Sin embargo, el sistema construido por Orban es lo que yo llamo un Estado mafioso postcomunista,” dijo a PáginaI12 el especialista en estados postcomunistas. 

–¿Cuáles serían las diferencias entre ambos gobiernos?

–La motivación fundamental de Kaczynski es concentrar el poder político e ideológico, entonces su régimen es impulsado ideológicamente. Pero el objetivo de Orban al concentrar el poder político es acumular una fortuna personal. El régimen de Orban no es un régimen ideológico, es un régimen de ideología aplicada. De una manera muy ecléctica usa posicionamientos políticos que bajo otra lógica resultarían incompatibles. Por ejemplo, por un lado hace una feroz campaña contra la inmigración y por la defensa de una Europa cristiana (contra los inmigrantes musulmanes) pero después se reúne con los países de Asia Central (cuyos líderes son musulmanes) y les dice que siente dicha en su compañía porque los húngaros habían venido de esa zona, mientras que en Europa estaba rodeado de desconocidos. No es un problema para él decir ambas cosas en el mismo día. Además, el régimen polaco intenta extender el poder del Estado para controlar los medios estatales, pero el mundo de las empresas privadas todavía está intacto, el poder político no interviene directamente ahí. En el caso de Hungría, se subordina la economía al Estado mafioso. Mientras que en Polonia encontrás la economía trabajando según las directivas del mercado, en Hungría no existe propiedad privada sin poder político y no existe poder político sin propiedad. Según investigaciones, 400 empresas fueron tomadas por la coerción estatal. La corrupción en el régimen de Orban no es una desviación sino un elemento constitutivo del régimen. Otra de las diferencias entre ambos es que el centro del poder político de Kaczynski es el partido gobernante Ley y Justicia (PIS, por sus siglas en polaco). Cualquiera que tenga poder político real es miembro de los cuerpos que lideran el partido, el nepotismo partidario es importante en el régimen polaco. En el caso de Hungría y el Estado mafioso, se saca el poder a las instituciones formales y se traspasa a instituciones informales, que funcionan como lo que llamo una familia política adoptiva. 

–¿Cómo sería eso?

–La elite gobernante tiene una estructura en la que no es gratis ni entrar ni salir, como en una mafia. Sos adoptado como un niño en una familia. Y todo lo que requiere esa familia es lealtad. 

–¿Por qué estos gobiernos serían una amenaza para Europa?

–En el caso de Hungría, bajo su consigna de querer defender a las naciones de europeas, está chantajeando a Europa para que siga financiando su Estado pero, al mismo tiempo, no se pide transparencia en el uso de las grandes sumas de dinero de los fondos europeos. De manera paradójica, Europa financia en gran medida el Estado mafioso en Hungría. 

–¿Conscientemente?

–No conscientemente, pero no identificando el carácter verdadero del sistema. Ha habido castigos, pero esos castigos exigen el pago retroactivo de esos fondos. Sin embargo, eso no castiga a los perpetradores del crimen sino a los contribuyentes húngaros. Es algo así como si alguien roba un banco, se sabe quién es el que lo hizo, pero el castigo significa que las personas que tenían dinero en el banco tienen que pagar de nuevo. 

–Hoy (por ayer) el Parlamento Europeo va a votar para sacarle a Hungría el derecho a voto en asuntos comunitarios (ver aparte).

–Es algo esencial. Pero es importante saber que empieza un proceso de investigación, donde en última instancia se va a suspender el derecho al voto. Si llega a eso sería importante, porque no podés permitir que estos autócratas puedan oponerse a cualquier represalia si alguno de estos países destruyen la democracia en su propio suelo. Pero, igualmente, esto no afecta la naturaleza de estos regímenes. 

–Recientemente, Orban se reunió con Salvini (ministro de Interior y vicepremier  italiano), otra de las voces de ultraderecha en Europa.

–Sí. Yo no sé si el Partido Popular Europeo (EPP, a cuya bancada pertenece el partido de Orban en el Europarlamento) va a aprender hoy (por ayer) una lección o no. La ambición de Orban es socavar el EPP para que acepte todas sus políticas. Si no lo consigue, se va a unir a alguno de estos otros partidos euroescépticos. Pero parece que va a esperar a las próximas elecciones del Parlamento Europeo para ver cuál es el partido más fuerte y ahí ser el héroe de estos partidos. Por eso es que empezó a construir una relación con Salvini en Italia. 

–Orban dijo hace unos meses que Hungría y Polonia iban a ser un bastión del Cristianismo en Europa del este. ¿Cómo se relaciona esto con el nacionalismo que pregonan?

–Esto tiene que ver con lo que dije antes, Orban tiene una ideología aplicada. Hace dos años había dicho que quería construir una democracia iliberal. Pero, como no tuvo eco en el EPP, cambió su discurso y dijo que quería construir una democracia cristiana. Esto es sólo para lanzar una campaña de miedo contra los potenciales migrantes. 

Entrevista: Bianca Di Santi.