Julián Gargiulo, el joven investigador Licenciado y Doctor en Ciencias Físicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) -institución en la que también se desempeñó como docente durante ocho años-, recibió la semana pasada el premio Giambiagi 2018 como reconocimiento a la mejor Tesis de Doctorado en Física Experimental 2016-2017.

En diálogo con Universidad, Gargiulo, además de dar detalles de su trabajo de investigación, no dejó pasar la oportunidad para brindar una recomendación a todos los estudiantes que actualmente transitan la facultad: “¡Que se diviertan!”, expresó sin dudarlo.

¿Cuál fue el trabajo por el cual te premió la Asociación de Física Argentina?

 Es el desarrollo de una impresora de nanopartículas, que permite crear patrones ordenados o circuitos de nanopartículas sobre una superficie como, por ejemplo, el mapa de Argentina de la foto. Para tener una idea de los tamaños, el mapa entero tiene unos 40 micrones (veinticinco veces más chico que un milímetro) y entraría dentro del núcleo de una sola neurona. Cada punto brillante es una partícula de oro de 60 nanómetros, más o menos como el virus de la gripe, unas cien mil veces más chica que un milímetro. Le llamamos impresión óptica porque funciona usando luz. Si te alumbro con una linterna la luz te empuja, pero la fuerza es tan débil que es imposible sentirla. Pero si enfocás un láser potente sobre una partícula muy pequeña, la fuerza es suficiente para moverla y manipularla. A esa técnica se la llama pinzas ópticas.

La impresora óptica es una solución innovadora a un desafío actual de la nanotecnología. Existen métodos químicos para producir una enorme variedad de nanopartículas con propiedades físicas, químicas y hasta biológicas interesantes, pero esos nanomateriales muchas veces están flotando o suspendidos en soluciones dentro de un frasco. Para poder aprovecharlos en micro y nano-dispositivos, necesitás un método que los lleve desde el líquido hasta una superficie. Ese es el desafío que encaramos usando pinzas ópticas, las llevamos con luz. Nuestra impresora logra imprimir cada partícula con una precisión altísima, con errores menores a los 50 nanómetros. 

El trabajo lo hice durante mi doctorado en CIBION y lo dirigió Fernando Stefani. Fue producto de un equipo de varias personas, incluyendo a Ianina Violi, Emiliano Cortés y Santiago Cerrota. En 2017 recibió el premio INNOVAR en la categoría Innovación en la Universidad y la semana pasada recibí el Premio Giambiagi 2018, un reconocimiento a la mejor Tesis de Doctorado en Física experimental defendida en el país en el bienio 2016-2017. Hoy trabajo en otro tema, pero el proyecto sigue con Mariano Barella, Cecilia Zaza y German Chiarelli.

¿Cuál es tu mirada respecto del rol de la ciencia enrelación a la comunidad? ¿Considerás que la ciencia tiene que poder aportar soluciones a las demandas sociales?

Hoy una de las grandes preocupaciones de la sociedad pasa por lo económico, por el déficit comercial y la falta de dólares. Eso se revierte con exportaciones de alto valor agregado, con ciencia e innovación como motor del desarrollo. Pero para eso se necesita una inversión ininterrumpida, de largo plazo y más alta que la actual. Recomiendo mucho un contundente informe de Fernando Stefani, que fue mi director de doctorado, sobre el rol actual de la ciencia en el crecimiento económico argentino. Ahí se muestra que los países que más crecen son los que más invirtieron en ciencia. No todos lo saben, pero el Senado dio media sanción en 2017 a un proyecto de ley que proponía el incremento sostenido del presupuesto científico, llevándolo desde un 0,8% del PBI en 2018 hasta el 3% en 2030. Necesitamos construir consenso para impulsar políticas de Estado que trasciendan los periodos presidenciales. Si no lo hacemos vamos a seguir siendo pobres.

Pero aparte de la economía, te puede preocupar la inseguridad, los femicidios, la educación, la salud o la desigualdad de género. Y necesitamos que el Estado haga algo. Y que ese algo sirva. Gente formada en el método científico es fundamental para diseñar políticas basadas en la evidencia. Veo por ejemplo que cada día gastamos más en policía, jueces, patrulleros y cárceles sin que baje el delito. ¿No vale la pena que alguien piense por qué? Que entre al CONICET alguien capaz de comparar cuantitativamente políticas, de investigar cómo se encara el mismo problema en distintos lugares del mundo. Creo que difícilmente encontremos soluciones a problemas complejos sin pensar. Podría seguir con mil ejemplos. En Argentina hay un femicidio cada 35 horas. ¿Quién hizo la estadística? ¿Cómo lo solucionamos? ¿Contratamos aún más policía? Tal vez alguien investigando se da cuenta que la violencia simbólica hacia la mujer empieza muy temprano, que desde las películas de Disney se baja un mensaje en el que no puede valerse por sí misma. Como decía Houssay “La ciencia no es cara, lo caro es la ignorancia”.

En este sentido, ¿cuál es el potencial de la nanotecnología y sus avances?

Desde el ex Ministerio de Ciencia y Tecnología se elaboró el Plan Argentina 2020. Ahí se identificaba a la nanotecnología como área estratégica, siendo la de mayor potencial para la innovación, el patentamiento y la disminución de la dependencia tecnológica. Se creó la Fundación Argentina de Nanotecnología para fomentar este objetivo. Para dar ejemplos concretos de aplicaciones, puedo mencionar el desarrollo de nanopartículas para transporte de medicamentos, el uso de nanoantenas para detección de enfermedades usando apenas una gota de sangre o de nanopartículas para la remediación de aguas con arsénico.

Cuando pensamos en la labor de un físico nos imaginamos a alguien que pasa muchas horas en un laboratorio. ¿Cómo es un día en tu vida cotidiana? 

Paso muchas horas en un laboratorio. Pero si sólo hiciera eso, estaría haciendo las cosas mal. Es muy importante el tiempo de analizar e interpretar datos, diseñar experimentos relevantes y, sobre todo, la discusión con el grupo. También estar muy al día sobre qué están haciendo los demás en otros lugares del mundo, leyendo sus trabajos o viajando a conferencias para enterarte antes de que lo publiquen. Lo más lindo es cuando identificás un grupo experto en algo que vos no sabés pero necesitás, y se puede armar una colaboración. Por ejemplo, en 2016 pasamos cuatro días haciendo cuentas con Lukáš Chvátal, un físico teórico de Brno (República Checa) que nos ayudó a entender nuestro experimento. Fue un gran momento.

¿Cuál es tu próximo objetivo en la carrera de investigador?

Después de doctorarme en 2017 obtuve financiación de la Unión Europea para desarrollar lo que llamamos nano-reactores. Es el uso de nanopartículas para capturar energía de la luz y utilizarla para acelerar reacciones químicas. El proyecto tiene aplicaciones, entre otras cosas, en la generación de energías renovables alternativas. Actualmente trabajo en el Imperial College en Londres y el año que viene nos mudamos al Nanoinstitute en Munich, a un edificio que se inaugura en enero y va a estar dedicado exclusivamente a la nanotecnología. Mi próximo objetivo es volver a investigar a la Argentina. Hoy en día es un objetivo dificilísimo.

¿Qué le dirías a modo de consejo o dato de interés a los jóvenes que ingresan o están cursando la carrera de física?

¡Que se diviertan! Hoy, que estoy tan especializado en un área extraño un poco las discusiones y preguntas de otras ramas de la ciencia.