Cuando Lisandro era chiquito no quería ser león. En realidad, no sabía lo que eso significaba, no le llamaba la atención. Se tiraba en el piso y jugaba a ser otras cosas. Sus papás habían integrado desde siempre una fauna que con el tiempo se convertiría en la manada más exitosa del deporte olímpico argentino. Es posible que a Hernán y a Sabrina les hubiera gustado que el stick sea el juguete preferido del mayor de su dinastía desde el inicio. Pero hubo un tiempo, remoto, en que no fue así. “Es verdad. Cuando era chiquito no me llamaba mucho la atención. Mi papá y mi mamá jugaban, pero no me interesaba, me gustaban otras cosas. Después arranqué y me terminé copando”, ruge el capitán de Los Leoncitos en la antesala del mayor desafío de su carrera: los Juegos Olímpicos de la Juventud.

Lisandro Zago empezó a practicar hockey sobre césped a los 6 años, pero fue recién a los 13, a partir de una herida que se hizo carne, cuando entendió que el dolor de esa espina significaba algo más. Fue como cuando Rafiki alzó a Simba al borde de la montaña ante la orgullosa mirada de Mufasa y Nala. “Quedé afuera del seleccionado Sub 14 de Buenos Aires y es algo que en su momento me ayudó. Era chico y me dolió. Lo sentí y entendí que esto me gustaba de verdad. Tenía un amigo que iba conmigo (N. de R.: Ignacio Ibarra, actual integrante del seleccionado nacional) y él quedó y yo no. Nada de envidia, pero a mí también me hubiera gustado seguir. Y eso me re quedó”.

-¿Cómo se conocieron tus papás?

-Los dos jugaron en Ducilo, mi club de toda la vida. Se conocieron en el club de chicos. Mi viejo, que es un poco más grande, dirigía en un momento a la Primera de mujeres y mi mamá jugaba en ese equipo. Creo que se pusieron de novios en los primeros años de ella en Primera.

-¿De qué manera siguen ligados al hockey?

-Mi papá es técnico de la primera del equipo femenino de San Albano y también es parte del cuerpo técnico de la selección femenina de hockey 5 que va a participar ahora en los Juegos de la Juventud. Mi mamá estuvo un tiempo trabajando con el hockey, pero ya no.

-Hasta hace un tiempo jugaban los cuatro integrantes de la familia, ¿no?

-Sí, todos. Ahora mi hermana, Magdalena, tiene 15 y juega en la Séptima de Ducilo. Pero hasta hace unos años mi viejo jugaba en Primera, mi mamá también y nosotros dos también, así que los fines de semana estábamos siempre en el club. Y cuando tocaba de visitante, todos para un lado y todos para el otro.

-¿Qué te dicen tus papás respecto a tu carrera como deportista?

-Siempre me transmiten tranquilidad cuando me pongo nervioso, me frustro o pasa algo, más que nada en lo anímico.  Son mis ídolos en este deporte y me ayudan mucho.

-Seguramente tenés mil historias con ellos y el deporte, ¿hay alguna que tengas muy presente?

-Sí. En Séptima mi papá era técnico de mi equipo y salimos campeones. Fue muy lindo y muy emotivo.

Además, fue el único año que lo tuve como entrenador.

Pero el vínculo familiar con el hockey no termina ahí porque el joven de 18 años tiene un padrino que algo entiende de este deporte: Matías Paredes, referente de Los Leones y uno de los jugadores que quedó en el bronce desde que en Río 2016 se colgó el oro olímpico.

-¿Cómo llegó Matías a ser tu padrino?

-Es muy amigo de mi viejo porque compartieron muchos años en el club. Así que mi papá lo eligió a él.

-¿Te ves jugando con él?

-Si se llega a quedar sí. Me va a tener que esperar (risas). No charlamos nada todavía. Ojalá, estaría buenísimo.

-Además de todos los referentes que tenés dentro de la familia, ¿qué situaciones impulsaron tu deseo de ser parte de la Selección?

-Con el tiempo vas viendo a los más grandes y el juego me empezó a gustar cada vez más. Me gusta entrenar, es un deporte que te da la chance de ir afuera y ver los logros que tuvieron Los Leones son cosas que te llaman la atención.

-Decías que te gusta entrenar. Javier Braña, tu entrenador en la Selección, comentó que sos uno de los mejores de tu categoría marcando uno contra uno. ¿Qué virtudes tenés?

-Todo defensa lo mío. Ir abajo y defender, quitar. En hockey 11 juego de “5” y de defensor. Y el hockey 5 es más dinámico, hay más ida y vuelta y hay un poco de todo. 

-¿Es difícil la adaptación del hockey 11 al de 5?

-Cuesta porque es diferente. Tenés que saber cumplir los dos roles: defender y atacar. El juego tiene mucho ida y vuelta. En un segundo tenés la bocha y al siguiente te están tirando a tu propio arco. Costó aprender por la dinámica que tiene. En varios países se está implementando cada vez más. Acá se le puede dar mucho uso y empezar a practicarlo más comúnmente.

-Cuando empezó la preselección, hubo un primer torneo nacional en el que todos llegaron sin tener mucha idea. ¿Cómo fue eso?

-Sí, fue un torneo en el CeNARD medio raro porque nadie sabía de qué se trataba. Nos pusieron entre las tablas y a jugar. Fue raro, pero divertido. Dijimos “ahora somos cuatro, ¿cómo es esto?”. Después le fuimos agarrando la mano (risas).

-Hay reglas que lo vuelven más dinámico también, como la del pasivo.

-Sí, porque para favorecer el ataque no está permitido que los defensores se pasen la bocha simultáneamente más de cuatro veces porque se cobra pasivo y perdés la posesión. Eso está bueno porque te obliga a atacar todo el tiempo.

-¿Qué otra diferencia marcás como importante?

-El tema de las infracciones dentro de las 11 yardas. Te dan un penal australiano, que en hockey 5 se llama “Challenge”. En vez de cobrar córner corto o penal desde punto fijo, se cobra un penal australiano arrancando desde las 11 yardas y con los defensores del otro equipo arrancando desde las otras 11 para defender al tirador. No es para todas las faltas, sino para las infracciones intencionales o graves.

-¿Cómo estás viviendo toda esta previa de Buenos Aires 2018?

-Un poco nervioso, pero tratando de mantener la calma y esperando ansioso también. Ahora la recta final es agotadora. Estuvimos bastante tiempo en Mar del Plata entrenando y estamos todos con muchas ganas de que empiece.

-¿Quiénes son los candidatos y para qué está Argentina?

-Los candidatos son Malasia, India y Australia, que para mí es el mejor. Por nuestra parte, nos preparamos un montón. Podemos lograr el objetivo. Hace mucho que estamos entrenando para esto y los que estamos en el equipo sabemos que somos capaces de cumplirlo.

-Con Los Leoncitos fueron campeones en el Panamericano Juvenil de este año, ¿qué enseñanza les dejó ese logro?

-Nos hizo darnos cuenta de cómo van a ser estos torneo, que van a ser difíciles. Que se nos haya complicado contra México por ejemplo nos demostró lo difícil que podría llegar a ser un Juego Olímpico. 

-Te llevo un poco hacia el después de los Juegos que vienen, ¿cómo querés que sigan las cosas a nivel selección?

-Después de estos Juegos nos queda el Mundial Junior y bueno, el objetivo mayor es formar parte de Los Leones. Ya tuve la suerte de estar en una concentración con los mayores, pero el sueño es poder estar en ese equipo.

-Entre tanto viaje y preparación, ¿cómo hiciste con los estudios?

-Este año lo tuve bastante complicado con el tema del colegio. No terminé la secundaria todavía y estoy en el último año. Cuando finalicen los Juegos intentaré resolver el tema del estudio. Después me gustaría encarar la carrera de Ingeniería. En casa me exigen, pero saben que con lo de los viajes se complicó un poco. Están tranquilos porque saben que cuando se acabe todo esto lo voy a hacer. 

 

Prensa Federación Panamericana de hockey y Prensa CAH