El acuerdo informado en Nueva York por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y la jefa del comando de intervención de la política económica macrista, Christine Lagarde, tiene que ser aprobado por el directorio del organismo, instancia que se estima sucederá a fin de octubre. Aprobación que no enfrentaría complicaciones a menos que alguno de los miembros del board del Fondo advirtiera el inmenso riesgo que el préstamo de 57.100 millones de dólares implica para sus propias finanzas. Con el giro del tramo ya efectuado de 15 mil millones de dólares, Argentina pasó a ocupar el primer lugar de los países con asistencia financiera desembolsada de la cartera crediticia del FMI, al concentrar el 19,2 por ciento del total, seguido por Grecia con el 15,4 por ciento y Ucrania con el 13,4 por ciento, a fines de agosto pasado. Si se sumara todo el saldo de la nueva línea de crédito, unos 42.100 millones de dólares, y sin ampliación del stock de préstamos desembolsado del organismo a otros países, Argentina pasaría a representar el 47,6 por ciento del total del financiamiento otorgado por el Fondo. Especialistas en administración de diversificación del riesgo crediticio consideran que no es conveniente concentrar casi la mitad de la cartera de préstamos en un solo deudor. Si éste no puede pagar, el acreedor quiebra, salvo que en ese proceso consiga garantía reales valiosas, que en el caso argentino podría ser el rico yacimiento de Vaca Muerta.