Alan Turing fue un matemático y criptógrafo británico. Hizo muchos aportes desde la lógica y la matemática que sentaron las bases de tecnologías que usamos y estudiamos hoy en día: la inteligencia artificial, la criptografía y la computación en general. Se dice que fue el padre de la computación.
Además, Turing era homosexual, lo que en esa época era un delito. Por esta razón fue condenado en el año 1952. Entre las opciones que le permitieron “optar”, “eligió” la castración química por sobre la cárcel. Dos años después, murió envenenado por comer una manzana impregnada con cianuro en su laboratorio. La versión oficial es que se suicidó, pero no se confirmó esta hipótesis certeramente.
Durante su vida, Turing atacó muchos problemas interesantes, y logró avances que perduran hasta el día de hoy. Es conocido por inventar la máquina de Turing: una forma de describir una computadora desde la matemática, incluso aún antes de que existieran las computadoras de escritorio que conocemos. Este invento matemático permitió demostrar que existen problemas que ninguna computadora puede resolver. Además, formó parte del equipo que descifró el código de la máquina Enigma, que los nazis utilizaban para enviar mensajes en la Segunda Guerra Mundial. Para esto creó una máquina, la “bomba criptográfica”, que estaba programada para encontrar las reglas con las que se codificaban estos mensajes.
Una de las preguntas más interesantes que Turing intentó atacar es si se pueden crear máquinas inteligentes, que puedan “pensar” como una persona, y propuso el test de Turing para responderla. En este test, un árbitro se comunica con dos entidades: una de ellas es una computadora y la otra una persona, pero el árbitro no sabe cuál es cuál. El árbitro les envía preguntas tratando de diferenciarlas, y si al final no puede decidir cuál es una persona y cuál no, entonces la máquina pasa el test de Turing y se dice inteligente. Hasta el día de hoy las máquinas no pasan el test, pero se lograron avances sorprendentes, y se sigue escribiendo sobre robótica y sus implicancias éticas, y sobre los límites de la inteligencia artificial, imaginando desde la literatura y el cine futuros en los que los robots reemplazan o conviven, o hasta dominan a las personas.
Nunca consideró que tenía que disculparse por ser homosexual, así que aceptó los cargos y fue condenado. A pesar de todos sus aportes, la sociedad lo condenó cuando esto salió a la luz, y fue objeto de discriminación y segregación en su trabajo, además de que el tratamiento hormonal con estrógenos al que se tuvo que someter le produjo consecuencias físicas. Durante los últimos años de su vida escribió un falso silogismo matemático en este sentido: “Turing cree que las máquinas piensan. Turing yace con hombres. Luego las máquinas no piensan.”
El 24 de diciembre de 2013, a 60 años de su muerte, recibió un indulto por su condena, por parte de la Reina Isabel II, luego de que se le fuera negado repetidas veces. Al día de hoy, se sigue invisibilizando la diversidad dentro de la comunidad científica, al punto tal que cuando se imagina un científico, se piensa en un hombre heterosexual. Más aún, en las Ciencias de la Computación, una de las disciplinas más masculinizadas, tenemos que recordar que muchas piedras fundamentales fueron colocadas por mujeres y disidencias. Se recorrió mucho camino desde entonces pero todavía falta, y por eso vale la pena tener siempre presente que Alan Turing fue el padre de la computación.
Carolina Lang: estudiante de Lic. En Cs. de la Computación. Docente de la FCEN e investigadora en Data Mining. Parte del equipo ganador del Torneo Argentino de Programación sede Buenos Aires y 2do puesto a nivel nacional.