“Las bibliotecas también son infusiones para beber mundos alternos y que el viento nos amontone”, invitan desde La Chicharra, biblioteca popular de La Plata, un espacio que propone una pedagogía atravesada por la devoción del universo libresco. Una confluencia artes-libros que genera acciones y despierta interrogantes. El 24 de marzo de 2006 montaron una primera muestra de libros-documentos que estuvieron censurados en la Argentina de los años 60 y 70: “Una colección de libros para niñes y jóvenes que fue creciendo e itinerando, cruzando temporalidades y abriendo preguntas. Así, se generaron más cruces e intercambios entre libros, jóvenes y adultes en el territorio próximo y no tan próximo, como nuestro vínculo con la escuela vecina, la Nº 58, que contiene sectores populares. Estamos en diálogo permanente con escuelas, investigadores y lectores curiosos”, cuenta Verónica Barbera, compañera en La Chicharra de Graciela Vanzan, Natalia Chudoba, Gabriela Pesclevi, Manuel Negrín y Pablo Batalla con quienes transita esta aventura de trabajar “formas clásicas o inauditas con el soporte libro para conformar un espacio de sala de lectura, muestras, seminarios y talleres”.

–¿Qué condimentos caracterizan este proyecto?

–Lenguajes múltiples, híbridos, performances, artes visuales, música, literatura, el libro en relación con el cuerpo, el deseo como motor, la apertura hacia el juego, alojar los libros infantiles y juveniles prohibidos durante las últimas dictaduras, itinerar, exhibir libros en negocios del barrio, ambular con libros de manera especial, apostar a lo colectivo, a la construcción con les otres. Siempre.

Todas las actividades que proponen producen una alquimia particular. “El estímulo parte de intereses propios o de quienes tenemos cerca. Por puro gusto y capricho”, enfatizan. En el espacio que denominan Unidad Básica de Lectura, realizan un día a la semana el abordaje de un libro o de la obra completa de autorxs singulares, como Rodolfo Walsh y Clarice Lispector. También organizan encuentros con invitadxs especiales como la escritora Graciela Montes, el ilustrador Horacio Elena, o la poeta Diana Bellessi. El seminario sobre la obra de María Elena Walsh, tanto su poética como su ensayística y narrativa, se transformó luego en una muestra que se exhibió en la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata, y que alojaba su mirada crítica, sus lecturas, primeras ediciones, juguetes, fotografías. “Pusimos fuerte énfasis en el resto de las mujeres allí citadas, y compartimos un repertorio de charlas ordenadas por su trayectoria y biografía”. 

El público que los visita es variopinto. “En principio, les lectores inmediates, luego, vecines y curioses que al pasar por la puerta del galpón, leen el cartel de la biblioteca o pispean por las ventanas y golpean la puerta para ver de qué se trata”. Y de lo que se trata finalmente es de descubrir, de abrir puertas y ventanas hacia otras preguntas. El lugar donde habitan es un viejo galpón del ferrocarril provincial donde llegaban las encomiendas del campo. Ese espacio fue recuperado por el Grupo La Grieta, con vecinxs y amigxs y así creció y mutó a partir del trabajo de muchxs.

Para sus propuestas utilizan un lenguaje inclusivo, por eso subrayan: “La lengua se vuelve la práctica que desarrollamos, los lazos que creamos y habilitamos o no habilitamos. Es móvil y puente, acuerdo y enigma. Todo pasa por la lengua, y desde ese punto de vista el territorio de lo micro, del detalle, del cuidado que podemos ejercer entre nosotrxs también es fundamental. La exclusión no se da sólo en las condiciones materiales de vida sino en el orden de los cuerpos y sus imaginarios”.

Biblioteca Popular “La Chicharra”, 18 esquina 71, La Plata.