“Algo lindo pasa ahí arriba”. Así resume Julia Zenko, sentada en una de las butacas del Teatro Apolo, lo que sucede en el escenario en cada función de Mujeres Perfectas, la obra que la tiene como una de sus protagonistas. Maribel, su personaje, acaba de divorciarse y decide celebrarlo con una fiesta en su casa. Ese será el disparador de un reencuentro con algunas viejas amigas –y otras no tanto–, que con el correr de la noche se transformará en una catarsis colectiva.  

Natalia Cociuffo, Lucila Gandolfo, Candela Vetrano y Victoria Onetto completan este plantel de mujeres que deciden patear el tablero para ponerle fin a una vida de sumisiones, engaños y sueños postergados. Con dirección general de Manuel González Gil y dirección musical de Martín Bianchedi, la puesta propone un formato de teatro musical, con tono de comedia y sostenido por un grupo de actrices que sabe divertirse. “Tenía muchas ganas de hacer teatro nuevamente”, asegura Zenko, quien vuelve luego de su última actuación en Melodías de Diván, en 2015. “Estoy muy feliz. Hacer esto, en este momento de mi vida, es una terapia de alegría, porque era lo que necesitaba”, agrega la cantante, quien se anima a bailar en escena las coreografías propuestas por Rubén Cuello. “A mí siempre me gustó bailar, pero nunca me animé a hacerlo. Me divierto y tengo mucha ayuda de mis compañeras”, confiesa entre risas. 

Y si de revelaciones se trata, Onetto también realiza su aporte asumiendo el desafío de cantar por primera vez sobre un escenario. “En un primer momento, el elenco estaba compuesto por actrices, y no había cantantes grossas como hay ahora. Y cuando aparecieron Julia, Natalia y Lucila, les pregunté a los directores: ‘¿Están seguros que quieren que lo haga yo? Porque yo no canto...’. A mí nunca me habían llamado para hacer un musical, porque nunca había demostrado que podía cantar, entonces agradezco esta oportunidad que me están dando para demostrar que lo puedo hacer”, revela la actriz que interpreta a Luli, la amiga más reciente y enigmática de Maribel. 

El repertorio elegido –lleno de hits del rock argentino– no es azaroso. Es que las protagonistas de la historia desean un cambio radical y liberador y encuentran en el rock el mejor recurso musical para expresarlo. Entre clásicos como “Marcha de la bronca”, “Mientes”, “Las cosas tienen movimiento”, “Mi enfermedad”, “Sólo quiero rock and roll” y “No me dejan salir”, se destacan la versión de “Crimen”, de Gustavo Cerati, cantada por Julia Zenko y la interpretación de “Soy lo que soy” –todo un ícono musical de la liberación– que realiza Gandolfo, generosamente acompañada por los efusivos aplausos de la platea. “Las canciones están muy bien elegidas”, observa Zenko. “Como cantante me atrajo mucho la elección del repertorio, y me parecía un acierto cantar temas de rock, de autores como Cerati o Patricia Sosa, que nunca había cantado”. 

Las chicas la rockean, pero también sufren por amor y, así, la música se cuela en sus diálogos como una terapia para ayudar a olvidar. “Más allá del desengaño, esta historia habla del amor y de las pasiones. Generalmente, en todas las obras de teatro, y en los grandes clásicos, el amor es el hilo conductor de los grandes conflictos, y a estas cinco mujeres las guía este hilo conductor del amor hacia un hombre”, sostiene Onetto. “Pero lo interesante y lo poderoso de esta obra –agrega– es que la gente se siente identificada y sublima este mensaje de que hay un momento en la vida en donde las mujeres tenemos que romper con los estereotipos que la sociedad nos impone para poder realmente guiarnos por nuestras pasiones y nuestra vocación”. 

“Lo que tratamos de transmitir es la libertad de la elección, poder hacer lo que una tiene ganas de hacer, sin prejuicios, y permitirse la diversión”, acuerda Zenko. Y como la ficción no es indiferente a lo que sucede debajo del escenario, se impone, entre las canciones de rock y las risas habilitadas por el guión, una reflexión acerca de las condiciones que la sociedad propicia o posterga para que las mujeres puedan efectivamente elegir. “Quienes nos dedicamos al arte, tenemos un registro de romper con los estereotipos desde siempre –subraya Onetto–, pero puedo tener una visión crítica con respecto a la sociedad argentina que sigue siendo tremendamente machista. Si bien existe un movimiento feminista y femenino, y se ha avanzado un montón, todavía nos falta muchísimo. La violencia hacia las mujeres es gravísima, y eso tiene que ver con los mensajes subliminales que vivimos a diario en los medios de comunicación. Nos faltan muchos años para vivir en una sociedad más libre, pero parte de la responsabilidad de los artistas es poder hablar de estas cosas desde un lugar más de comedia, y no tan serio, para que el público pueda percibirlas de otra manera”.

Zenko acompaña las palabras de su compañera de elenco: “Yo no tengo nada que ver con mi personaje, Maribel, porque rompí con las estructuras hace más de cuarenta años, y me permito ser y hacer. Pero sí me da la impresión de que existen muchas mujeres que no pueden hacer esto. Por algo es que el público femenino suspira, se ríe y agradece tanto esta obra que es liberadora”. 

* Mujeres Perfectas se presenta en el Teatro Apolo (Corrientes 1372), con funciones los jueves y los viernes a las 21, los sábados a las 20.30 y a las 22.45 y los domingos a las 20.30.