La Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aprobó una controvertida modificación de su reglamento de concursos docentes, por el que sólo podrán postularse para acceder a la docencia egresados de carreras médicas. Aunque el consejo directivo de la facultad lo aprobó por amplia mayoría (15 votos contra 1), el centro de estudiantes, investigadores y profesores de la institución rechazan la reforma, aseguran que es “discriminatoria” y que atenta contra la calidad académica, al ir contra la interdisciplinariedad. El rectorado de la UBA advirtió que el Consejo Superior de la universidad será el encargado de definir si aprueba o no el reglamento. 

El artículo 8 del nuevo reglamento de Medicina es el que generó más rechazo: afirma que sólo podrán concursar para cargos de jefe de trabajos prácticos o ayudantes de primera y de segunda, los profesionales egresados de carreras que se dicten en la facultad, o “las excepciones que considere el consejo directivo”. Además de reducir el espectro de futuros docentes, el conflicto radica en que buena parte de los actuales docentes no cumplen con ese requisito. Hay muchos egresados de carreras como Biología o Química.

La resolución de Medicina afirma que el nuevo reglamento entró en vigencia el mismo jueves 11 de octubre en que fue aprobado. Pero el rector de la UBA, Alberto Barbieri, aclaró esta semana que deberá ser debatido por el Consejo Superior de la universidad para tener validez (o no), lo que se estima que puede suceder a fin de mes.

En diálogo con PáginaI12, uno de los autores del proyecto, el consejero por los profesores Edgardo Knopoff, sostuvo que la modificación acota el universo de quienes pueden concursar para ser docentes a los graduados de carreras que dicta la facultad (Medicina, Kinesiología, Fonoaudiología, Obstetricia, Nutrición, Enfermería y Producción de bioimágenes), hayan cursado en la UBA o en otra universidad, pública o privada. Además, sostuvo que quedarán excluidos de cumplir con la norma los docentes actualmente regulares, y que las cátedras podrán solicitar excepciones si lo consideran necesario –aunque los criterios de excepción aún no están definidos. 

Según dijo Knopoff, el proyecto es parte de una reforma más amplia que se quiere implementar en los planes de estudio. “Buscamos cambiar la formación médica en su conjunto. Creemos que hay algo que no está andando bien o que, al menos, es mejorable. Queremos rehumanizar a la medicina”, reflexionó el docente. De acuerdo con la mirada que dio origen al proyecto, la falta de médicos –y otros profesionales de la salud– al frente de las clases, deteriora la calidad de la enseñanza. “Encontramos una materia, Química Biológica, en la que no hay un sólo médico. Es una materia importantísima, pero si no les explicamos a los pibes que la química sirve para poder entender qué es la diabetes, la verdad que sirve de poco. Hay otras asignaturas en las que el 95 por ciento de los ayudantes tampoco son médicos ni de otras carreras de la facultad”, dijo Knopoff.

Si bien hasta ahora los profesionales de la salud podían presentarse a concurso para ocupar cargos docentes como cualquier otro graduado, Knopoff indicó que esa modalidad generaba una competencia “desleal” para los médicos, debido a las diferencias en las trayectorias profesionales de cada disciplina, sobre todo en cuanto a la duración de las carreras y la posibilidad de realizar estudios de posgrado o publicar papers (la carrera de grado en Medicina suele ser más larga, sobre todo por la necesidad de realizar a su término una residencia o una concurrencia).

Voces en contra

Docentes, estudiantes e investigadores que rechazan el proyecto le entregaron al rector Barbieri un petitorio con más de mil firmas para solicitar su desestimación. El escrito asegura que la resolución “viola el carácter abierto que deben tener los concursos” y destaca que, si una normativa similar se aprobase en otras facultades de la UBA, “las mismas tenderían a convertirse en unidades crecientemente cerradas, preludio inevitable de un progresivo deterioro académico”.

El consejero superior de la UBA Jorge Geffner, profesor de Medicina, aseguró que el reglamento es “irracional y discriminatorio”, ya que no juzga al docente por su capacidad, antecedentes o formación. También explicó que la exclusión de los docentes regulares no es suficiente: “Soluciona el problema de unos pocos –agregó–. Una alta proporción de docentes auxiliares rentados en Medicina están como interinos (contratados), generalmente por atrasos en la sustanciación de los concursos pendientes. Estamos hablando de centenares de docentes que van a ver afectada su estabilidad laboral”.

Otro actor movilizado contra la medida es el de los docentes que realizan tareas de investigación en la facultad. “La mayoría no son médicos. Si les impiden ser docentes, no van a poder concursar para desarrollar actividades de investigación”, afirmó el dirigente del gremio AGD en la facultad, Diego Villagra. “Estamos haciendo consultas legales y evaluamos la posibilidad de presentar un recurso de amparo, ya que el nuevo reglamento es claramente discriminatorio”, agregó el dirigente. 

Pero las críticas a la reforma exceden lo laboral. También se cuestiona la perspectiva académica que propone. “Va totalmente en contra de lo que fue la reforma de 1918: en vez de generar grupos interdisciplinarios, hace que toda una camada de médicos sea formada solo por médicos, cuando hay materias en las que aporta muchísimo que el docente sea de otra disciplina”, destacó Villagra. 

Estudiantes de la facultad realizarán hoy por la tarde un festival para expresar su rechazo al proyecto y exigir la regularización de los docentes ad honorem de la institución. La presidenta del centro de estudiantes, Agustina Larsen, aseguró que en los primeros años de la carrera de Medicina casi el 70 por ciento de la planta docente proviene de otras disciplinas, lo que celebró como positivo. “Vemos un nuevo ataque a la docencia universitaria y una posible política de despidos encubiertos –afirmó–. Vamos a seguir apostando a la unidad entre docentes, estudiantes e investigadores.”

Informe: Inés Fornassero.