Chocolate Remix cierra este 2018 festejando cinco añosde escenarios. Todo empezó como un chiste. Y es esa una posibilidad para pensar lo que vino después : un corrimiento de sentido que avanza sobre lógica heteronormativa para ponernos en una cama inmensa donde el continuum lésbico también es broma o perreo amatorio. Chocolate Remix cumple cinco años derramando sensualidad y descaro para formar algo así como el reggaetón lésbico. Una apropiación más en la serie de terrenos que hemos conquistado: nos pusimos a perrear, a decir que nosotras también teníamos derecho a mover el culo y a franelear sin tapujos bajo las luces de un escenario. A finales de 2017 Romina Berardo fue declarada  por la BBC como una de las personalidades más influyentes. Este 2018 lo cierra con el festejo de los cinco años de Chocolate Remix. Y claro, en este tiempo no se mantuvo exenta de polémicas, y la apropiación artística de una forma musical y estética produjo debates intensos. 

“Mi año entero es intenso, mi vida últimamente es intensa. Ahora viajamos a México. Esto empezó un día y no paró más, no estaba en mis planes. Chocolate Remix empezó como un tema nada más. Esa era la obra y nada más.” 

La obra ya era un tema en sí mismo.

–Sí, si querés podes pensarlo desde la lógica de la perfo, algo que aparece: esta es la obra, este es el chiste. Y se alargó el chiste. 

Se alargó cinco años...

–Estaba la idea de una banda, pero la idea fue hacer un tema de reggaetón de tortas, ese era el chiste, la torta que ocupa el lugar del chongo, pero que a la vez es una chabona, era como subvertir el orden de las cuestiones. por otro lado hablar súper guarro. Si bien a mi me gustaba  el reggaetón, lo elegí para esa primera canción porque tenía un lenguaje súper guarro y me venía joya para hablar de lo quería hablar que es del sexo entre mujeres con otra onda de lo que venía escuchando hasta al momento. Porque de 5 años hasta acá hubo un gran empoderamiento de las tortas. Pasaron un montón de cosas. Arrancamos en el 2013, me acuerdo las primeras veces que íbamos a tocar, la gente se quedaba como mirando, no bailaba, se quedaba un poco descolocada.

¿Por qué pensás que pasaba eso? ¿ Por el reggaetón o porque vos ocupabas el lugar del varón?

–Varias cuestiones, por un lado había una cosa por la cual todavía en el mundo del feminismo y del lesbianismo se miraba con recelo ciertas maneras de sensualidad en las mujeres, por ejemplo, en ese momento se empezaba a develar con más fuerza la cosificación de la mujer y se miraba con recelo a las bailarinas con poca ropa, jugando entre ellas. Había algo que chocaba, después hubo un empoderamiento de esas formas y todas dijeron ¡aguante!. Al principio costó mucho y había inhibiciones. Tocábamos en espacios feministas o más académicos con gente con otra onda de manejarse con su cuerpo y sus relaciones y era novedoso. Aún no se podía pensar esa forma de moverse o lookearse que no fuera desde un lugar patriarcal. 

Apropiarse de una forma...

–En el fondo esa forma de pensar era un poco misógina. Había como una cuestión de apropiarse de un montón de cosas del mundo de los varones y que estaba muy bien, pero a su vez todo hacia lo que históricamente ha sido asociado a lo femenino o a las mujeres había un rechazo fuerte. Se embanderaba mucho el you can do it  pero las femme han quedado relegadas como la minita, como la que no se dio cuenta, pobrecita. Mucho tomamos de eso, de las pibas que bailaban conmigo, les encantaba ser súper femme, bailar en mini short y al principio eso chocó.

¿Vos también cambiaste en estos 5 años? 

–Vas aprendiendo un montón de cosas, lo que más me interesa es recoger información y esto empezó como un chiste pero el chiste ya me queda chico y me gusta seguir otros caminos, hacer otras cosas. Esto surgió como una sola obra y como funcionó no es que voy a pasarme toda la vida haciendo lo mismo, me gusta ir jugando con otras cosas. Como esto de empoderar a las femmes, ya lo hicimos y ahora me mueven otras cosas. Casi ninguna banda tocaba con bailarinas, solo algunas de cumbias y una vez unas chicas feministas me vinieron a preguntar a mi porque tenía “unos culos flotando alrededor”. Bueno, yo no veo culos flotando, son mis compañeras que están dando el show conmigo y “¿por qué no les preguntas a ellas?”. Me gusta jugar con la lectura que puede hacer el otro, poner en jaque ciertas situaciones donde primero es como ¡ah! ¿qué estás haciendo? y después revisan sus prejuicios: me preguntas a mi como si fuera el chongo y ellas tienen su voz. Siempre tratando de meter el dedo en la llaga porque pienso que el rol del artista no es ir a decir verdades sino presentar ciertas situaciones, ciertas ficciones que pongan a girar engranajes de la cabeza del resto del mundo. La idea es presentar ficciones o situaciones  y  me parece más rico que decir las cosas son así.

A veces se pierde ese sentido de la ficción, ¿no?

–Si bien entendemos que lo personal es político, hacer arte solo de lo personal me queda chico. No todo lo personal me interesa como material, hay cosas que sí y cosas que no, sería como cuestionarle a Sara Hebe que haya hecho la canción Asado de faso, porque ella no está ahí. Es curioso, la gente se confunde. Piensan que yo vivo como Daddy Yankee, con oros y mi auto en la puerta, o sea me gusta jugar con eso también, porque me gusta jugar con la noción de la verdad. Y son presentaciones que ponen en movimiento en otra cosa, no importa tanto “lo que quiero decir” sino lo que genera. 

¿Por eso también el juego con lo que genera tu nombre?

–Eso lo da el contexto, es decir, primero remite a lo torta antes que a otra cosa. Jamás se me hubiera ocurrido otro significado al que entiendo, puede remitir. Salió de un chiste con una chocotorta. Fue un chiste en la universidad, yo estudié arte multimedia, y en un foro con mis compañeros tenía una foto de perfil que había una chica con una torta de chocolate que decía “because chocolate can’t get you pregnant” (porque el chocolate no puede embarazarte) y quedó, en las facultad me empezaron a decir Chocolate. Y luego firmé como Chocolate, y el remix  viene porque había una banda uruguaya que hacía unos hit del verano y bueno, no podía llamarme igual, entonces apareció el remix. 

¿Siempre te gustó el reggaetón?

–Sí, iba a escuchar y a bailar. Obviamente las letras no me representaban, pero me gustaba. 

Viste que a muches les resulta extraño que las feministas o las tortas escuchen reggaetón...

–En verdad en ese momento yo no era feminista, me adentro al feminismo más como torta. Primero fui torta y después feminista. Torta fui siempre y si bien había un montón de cuestiones ideológicas afín no pertenecía a ese mundo ni participaba de eventos, estaba en una movida más lgttb. Empiezo a compartir a partir de este proyecto. Yo tampoco creo mucho en las etiquetas, siempre son un marco pero son limitantes. La identidad es un conjunto de cosas, y es raro porque en ese conjunto de cosas podés ser una pero no otras. Y además parecieran mantenerse a lo largo del tiempo y yo no sé si lo que me gusta hoy me gustará mañana, la identidad encierra una triquiñuela que no me va. Creo que es la trampa del lenguaje básicamente. 

La trampa de denominarse...

–La denominación mata un poco la cosa. Decís árbol y un poco lo estás matando porque hay un millón de árboles, no uno solo. Y por más que vos lo llames como lo llames va a estar ahí igual.

Con tu video Ni una menos salís de una perfo juguetona para apostar por otras cosas más serias.

–Es un perfil más serio si se quiere, pero también la idea era hacer algo en lo que estaba pensando, y sin duda es lo más serio que hice y no tiene ninguna vuelta de tuerca. Es más literal, no hay otro juego retórico, es eso, lo que quise decir con esa temática, no me daba hablar irónicamente. Son ideas que se van presentando de distintas maneras en mí, y no se me ocurría otra forma de escribir lo que escribí. Yo no soy una máquina de producir videos, prefiero hacer pocos, pero con ese tema sí llegó a un público más amplio. Hoy a un montón de pibas les toca el tema. Lo que me permitió fue llegar un poco más allá. Y para mí ameritaba otro tipo de tratamiento. Ese video para mí fue muy fuerte, las cosas que me pasaron. Me lo propone Nem, mi amiga marica con el que hicimos el video anterior. Y el rodaje fue muy intenso, pero también fue llevarme a mi a una situación extremo. El hacerlo fue angustiante. Rodamos y terminamos todos conmovidos. No deja de ser una ficción, y hubo quien me preguntó porque no estaba en el video una mujer que hubiera pasado por eso. Y no, porque también es una representación.

En estos cinco años tuviste una explosión no solo acá sino en Europa también. 

–Bueno, en principio es más fácil girar por Europa. Está todo más cerca y accesible. Si yo quisiera hacer una gira por Sudamérica, ponele Santiago, La paz, Lima, es un montón y carísimo y es más complicado y el poder adquisitivo es menor. En Europa tenés ciudades más grandes cerca, en Alemania por ejemplo estuvimos en varias ciudades. 

¿Sentís que el público recibe diferente tu música que acá?

–En España no porque las movidas entre Buenos Aires y Madrid son parecidas por ejemplo. Pasan cosas muy locas, yo no sé si en Alemania entienden algo de lo que estoy diciendo, o en Inglaterra. No sé que funciona pero funciona, de hecho un tipo se me acercó una vez y me dijo, “no entiendo nada de lo que decís pero entendí todo”. Para mí la forma es contenido y hay cuestiones que estaban en el reggaetón antes que yo lo descubriera y que me interesaba visibilizar. Yo solo lo adapté para que vaya para otro lado.

Fiesta 5 años: Viernes 26 de octubre a la medianoche en el Club Cultural Matienzo, Pringles 1249.