“Si es posible, en tiempos de crisis, baile”. Ese fue el consejo –o la receta– que el combativo Mano Brown, uno de los integrantes del histórico grupo de rap paulista Racionais MC’s, compartió en marzo de este año durante la presentación de su disco solista Boogie naipe en el Lollapalooza realizado en San Pablo. No es el único, porque justamente bailar en medio de la crisis es lo que una rejuvenecida Gal Costa ha dedidido hacer con su último disco, el admirable A pele do futuro, trabajo número 40 de una carrera que ya lleva 53 años, editado en Brasil apenas unas semanas antes de la primera vuelta electoral que puso al impresentable Jair Bolsonaro a las puertas de la presidencia. 

Si Caetano Veloso dejó escrito en un editorial para The New York Times que, después de haber sido expulsado por la última dictadura militar, esta vez –a diferencia de lo que le escuchó decir a muchos conocidos– se quedará en el país en caso de que hoy gane Bolsonaro, lo que Gal parece estar diciendo en su último disco es que ella tampoco se irá a ningún lado. Y que, en consonancia con su estilo de hacer política a través de la transgresión estética, se quedará bailando. “Tenerle odio a alguien sólo porque es travesti es algo mucho extraño”, llegó a decir Gal en la revista online Universa sobre las declaraciones del candidato. Y agregó: “Tal vez ese odio sea una atracción”

A pesar de todas estas posibles lecturas y disquisiciones, A pele do futuro no es un disco político, sino que comenzó siendo un homenaje a la música dance de los años 70. Como Gal Costa ha contado en todas las entrevistas realizadas acompañando su lanzamiento, la culpa fue de su hijo Gabriel, que desde sus trece años la desafió haciéndole escuchar un tema que, le adelantó, ella seguramente no conocería: “I Will Survive”, de Gloria Gaynor. Desde sus 73 años, Gal le aclaró enseguida que esa canción era de su época. Pero al mismo tiempo no desestimó la elección: si los chicos de la edad de su hijo habían vuelto a escuchar esa música, eso signficaba que podría por fin cumplir un sueño largamente postergado. “Siempre quise grabar algo que pudiese sonar en una discoteca. Un disco que pudiese gustarle a cualquiera, incluso a los que no escuchan mi música”, le explicó Gal al Diario de Pernambuco, y recordó que por aquella época la escena disco era muy fuerte en Río de Janeiro, y ella salía a bailar cada tanto. Y también agrega cuando puede que adora la música de Earth, Wind & Fire y la de Amy Winehouse, para la que también está dedicado su nuevo álbum. “Quisimos hacer un disco alegre, un disco de amor, porque no sólo Brasil sino que el mundo entero está en un momento difícil”, resume. “¡Parece como si estuviese llegando el apocalipsis!” 

En cambio, cuando más cerca debería estar Gal Costa de sus límites musicales, no hace mas que rejuvenecerse. Un fascinante proceso que comenzó con Recanto (2011), el disco que Caetano Veloso compuso y produjo para ella. Porque la sacó de una cierta languidez madura y clasicista para acercarla a los nuevos tiempos, un proceso similar al que Caetano atravesó con la formación de la banda Cé. La apuesta de Gal se continuó en Estratosférica (2015) y su aún mas roquera versión Ao vivo (2017). Encontró un compinche para hacerlo en Marcus Preto, director artístico también en este A pele do futuro, que fue producido artísticamente por Pupillo Oliveira, ex percusionista de Naçao Zumbi, que había formado parte de la banda con la que Gal presentó en vivo su disco anterior.   

El confeso punto de partida estilístico del nuevo trabajo se ve representado claramente tanto en el tema que lo abre, el contagioso “Sublime” –un samba devenido tan disco que merece bola de espejos, obra del paulista Dani Black–, como en el que lo cierra, “Abre-alas do verao”, firmado codo a codo por el rapper Emicida junto al legendario Erasmo Carlos. Ese cruce de apellidos y épocas también se verifica en “Palabras no corpo”, tal vez el mejor tema del disco, una balada romántica a lo Amy Winehouse (“Nadie dice te amo como yo”, canta Gal), firmada por el poeta Omar Salomão (hijo del histórico Waly Salomão) y el treintañero Lucio Silva de Souza, más conocido como Silva, que ya tiene cinco discos bajo el brazo. Pero sin dudas uno de los acontecimientos del disco es “Cuidando de longe”, cantado a dúo con la goiana Marília Mendonça, la reina de un estilo llamado sofrência, el gran rostro femenino del universo pop sertanejo actual. “Mi idea siempre fue cantar un tema de amor, en un lenguaje popular, hablando de tristeza, pero con una interpretacion alegre”, explicó Gal, que contó en el tema nade manos que con Céu y Maria Gadú haciendo coros. “Es verdad que despertó cierto preconcepto en mi público cuando anuncié a Marília. Pero yo soy tropicalista, así que no tengo preconceptos. Además, en mi opinión, dentro de un universo sertanejo que suena siempre muy igual, ella es especial y se diferencia claramente. Canta más aspero, ella es el rock’n’roll de la sofrência”.  

Sin embargo, no todo es música disco en A pele do futuro, que con el correr de sus temas se convierte en lo que su director artístico presenta como un trabajo en el que su autora recorre su historia para buscar la mejor cicatriz que traduzca el presente. “Se trata de un álbum en que aparecen las galcostas de todos los tiempos”, escribió Preto para su presentación. “Tan variadas como exuberantes: fatales, legales, indias, tropicales, profanas, plurales y estratosféricas”. Ese ida y vuelta, ese resumen que todo el tiempo abre la puerta en vez de cerrarla, se pone en evidencia al seguir sumando nombres: hay temas tanto de Adriana Calcanhoto o Djavan, como de Paulinho Moska o el joven paulistano Tim Bernardes. También se anota Nando Reis, con “Mae de todas vozes”, un blues que le dedica (“Soy hija de todas las voces que vinieron antes/ madre de todas las voces que vendrán después”) y que no entró en el álbum doble que testimonia la gira que realizaron Gilberto Gil, Gal y él, Trinca de ases (2018). Y el que firma Jorge Mautner junto a César Lacerda termina siendo otro de los acontecimientos del álbum: el emocionante “Minha mae”, que Gal comparte con María Bethânia, un dúo que hace casi tres décadas que no se repetía. 

Entre tantos nombres, sin embargo, hay uno que brilla por su ausencia, y es el de Caetano Veloso. “Lo llamamos para que cantase conmigo ‘Puro sangue’, pero cuando lo escuchó dijo que así estaba perfecto”, explicó Gal, refiriéndose a un tema del pianista paulista Guilherme Arantes, otro de los puntos altos dance del álbum. La cantante también revela que a Caetano no le gusta componer a pedido. “Ahora estaba ocupado con el show que hace con sus hijos, así que no quise molestarlo. Pero, aún ausente en el disco, siempre está conmigo en todas las cosas que hago”. 

El que vuelve a decir presente después de un cuarto de siglo (su último tema inédito que grabó Gal fue “O sorriso do gato de Alice”, en 1993) es Gilberto Gil, con la balada reflexiva “Viagem passageira”, uno de cuyos versos bautiza el disco: “La piel del futuro, finalmente/ inmune al corte, al filo del tiempo”. Es un tema que no desentonaria en Ok ok ok (2018), el último disco de Gil. “Sí, es la forma en la que decidió encarar la vejez: asumiéndola y reflexionando sobre eso”, aceptó Gal en una entrevista con el Correio da Bahía. “Pero no es lo que hago yo, ni tampoco Caetano. Nosotros dos somos medio Peter Pan”, se ríe la cantante que asegura mirar siempre hacia adelante, pero que es capaz de mirar atrás y bailar sobre todo lo vivido.